En un contexto de creciente tensión geopolítica, las fragatas ‘Victoria’ y ‘Blas de Lezo’, junto al Buque de Acción Marítima (BAM) ‘Tornado’, han intensificado sus labores de seguimiento de unidades navales rusas en los últimos días, marcando una clara presencia en espacios marítimos críticos para la soberanía española, como el mar de Alborán, el golfo de Cádiz y la fachada atlántica.
La misión de estos buques españoles se enmarca dentro de las operaciones de presencia, vigilancia y disuasión (OPVD). La actividad comenzó con el BAM ‘Tornado’, que desempeñó un papel decisivo al localizar y monitorear al submarino ruso ‘Novorossiysk’, el cual transitaba hacia el norte de Europa. Este seguimiento se realizó en el sur de las Islas Baleares, donde la unidad española demostró su capacidad operativa, manteniendo una vigilancia efectiva hasta que el submarino llegó a la zona de responsabilidad de la Marina Portuguesa.
La fragata ‘Victoria’ no tardó en entrar en acción, asumiendo la responsabilidad de localizar la fragata rusa ‘Golovko’. Su misión consistió en seguir los movimientos del buque ruso, que estaba escoltando al petrolero mercante ‘Lady Maria’, bandera de Rusia, en aguas del mar de Alborán. Durante esta operación, la ‘Victoria’ identificó también al petrolero ‘Altay’, que, además de ser un buque de aprovisionamiento ruso, juega un papel crucial en el suministro de combustible para las operaciones rusas en el área argelina de Orán. Esta intrincada red de movimientos refuerza la importancia estratégica de estos mares, que son un punto neurálgico tanto para la navegación comercial como para las actividades militares.
No contento con la labor de sus compañeros, el buque ‘Blas de Lezo’ también activó su misión de monitoreo, localizando al submarino ‘Novorossiysk’ una vez más en su ruta hacia aguas del norte. Este seguimiento continuado subraya la importancia de los intercambios operativos entre alianzas internacionales, ya que tras concluir su monitoreo, la fragata española transfirió la responsabilidad de seguimiento a un buque de la Marina Francesa, consolidando la cooperación entre ambos países.
Finalmente, tras una exitosa serie de operaciones de vigilancia, las fragatas ‘Victoria’ y ‘Blas de Lezo’ han regresado a sus puertos bases en Rota y Ferrol, respectivamente. Mientras tanto, el BAM ‘Tornado’ continúa desplegando esfuerzos en la vigilancia de las aguas del Estrecho de Gibraltar y el mar de Alborán, reafirmando el compromiso de España con la seguridad marítima en su zona de soberanía nacional.
Estas operaciones no solo reflejan la capacidad operativa de la Armada Española, sino que también ilustran la compleja realidad de seguridad en los mares mediterráneos. Con la integración de los buques bajo el Mando Operativo Marítimo (MOM) y su control operativo a través del Mando de Operaciones (MOPS), España reafirma su posición estratégica y la vital importancia de mantener una vigilancia constante en aguas que son testigos de tensiones globales.
El despliegue de las fragatas ‘Victoria’ y ‘Blas de Lezo’, junto al BAM ‘Tornado’, en el contexto de una creciente tensión geopolítica resulta no solo como una afirmación de la capacidad operativa de la Armada Española, sino también como un recordatorio de las responsabilidades inherentes a la soberanía marítima. Sin embargo, es necesario cuestionar si estas operaciones de vigilancia, aunque efectivas en su ejecución, realmente conseguem disuadir una amenaza que se presenta cada vez más compleja. La dinámica de poder en el Mediterráneo y la creciente assertividad de naciones como Rusia demandan un enfoque que trascienda la mera vigilancia; se requiere una estrategia en la que la diplomacia y el fortalecimiento de alianzas sean igualmente prioritarios para evitar una escalada de tensiones que podría resultar destructiva.
La cooperación entre la Armada Española y las fuerzas navales de otros países, como se evidencia en el traspaso del seguimiento al buque de la Marina Francesa, es indudablemente un aspecto positivo y debe ser profundizado. Sin embargo, también es pertinente señalar que este tipo de operaciones pueden caer en una serie de rutinas que, si no se acompañan de un análisis crítico y proactivo de la situación, corren el riesgo de volverse ineficaces. La vigilancia marítima es vital, pero es esencial que se complemente con un diálogo efectivo y una evaluación continua de las amenazas, con el fin de garantizar no solo la seguridad en el mar de Alborán, sino también en un escenario internacional donde la paz y la diplomacia deben ser nuestras mejores armas.
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