Málaga, 3 de julio de 2025. El olor a tinta y papel acumulado, la imagen de sacas desbordantes y la frustración palpable de los vecinos: una postal distorsionada de lo que debería ser un servicio esencial. CCOO-Correos ha lanzado una seria advertencia sobre la situación crítica que atraviesan los centros de trabajo de Alhaurín de la Torre y Churriana. Una tormenta perfecta de recortes de personal, sobrecarga laboral y acumulación de envíos amenaza con dejar a miles de ciudadanos desconectados del mundo, a la espera de noticias, pagos y trámites que nunca llegan.
Las cifras, escalofriantes, pintan un panorama desolador. Más de 25.000 cartas, 5.000 notificaciones (muchas de ellas expiradas) y 600 paquetes aguardan su turno para ser entregados, amontonándose como un testimonio mudo de la ineficiencia. El sindicato CCOO denuncia que esta crisis es fruto de una política de “radical recorte en la contratación” que ha dejado a ambos centros operando con menos del 60% de la plantilla necesaria. Un auténtico desierto humano para gestionar un aluvión de correspondencia que no cesa.
La consecuencia directa de este colapso es la falta de entrega de correspondencia, con zonas que llevan más de 30 días sin recibir un solo envío. ¿Qué implicaciones tiene esto? Citas médicas perdidas, resoluciones de la Seguridad Social olvidadas, pagos de tasas y prestaciones por desempleo retrasados. Una cadena de contratiempos que impacta directamente en la vida cotidiana de los vecinos, quienes, desesperados, se ven obligados a peregrinar a las oficinas de Correos en busca de respuestas.
El sindicato CCOO no duda en señalar a la dirección de Correos como responsable de esta situación, acusándola de hacer “caso omiso a las reiteradas peticiones de refuerzo de personal”. La supresión unilateral de cinco puestos de trabajo en agosto de 2024, lejos de mejorar la eficiencia, ha provocado una sobrecarga laboral que está mermando la salud física y mental de los trabajadores. La sombra del estrés, la ansiedad y el riesgo de accidentes laborales se cierne sobre un colectivo que se siente abandonado y desbordado.
En un momento en el que la comunicación es más crucial que nunca, este colapso postal en la Costa del Sol pone en entredicho el derecho fundamental de los ciudadanos a recibir información y acceder a servicios esenciales. La pelota está ahora en el tejado de Correos, que debe actuar con rapidez y contundencia para revertir esta situación y devolver la normalidad a un servicio que, hoy por hoy, se encuentra al borde del abismo. La ciudadanía de Alhaurín de la Torre y Churriana espera una respuesta que no se demore otros 30 días.
El colapso postal en Alhaurín de la Torre y Churriana no es, lamentablemente, una anomalía aislada, sino un síntoma preocupante de una enfermedad que carcome los servicios públicos: la miopía cortoplacista en la gestión. La priorización de la reducción de costes a ultranza, incluso a costa de la calidad y la eficiencia, resulta una estrategia contraproducente que termina impactando directamente en el ciudadano. Es inaceptable que trámites esenciales, desde citas médicas hasta prestaciones por desempleo, se vean comprometidos por la falta de personal y la sobrecarga laboral en Correos. Asistimos, una vez más, al peligroso espejismo de creer que se puede exprimir indefinidamente a los recursos humanos sin consecuencias devastadoras.
Más allá de las cifras alarmantes de cartas y paquetes varados, lo que subyace es una profunda falta de respeto hacia los ciudadanos y los trabajadores. La dirección de Correos debe comprender que el servicio postal no es simplemente un negocio, sino un pilar fundamental de la cohesión social y la comunicación en el siglo XXI. Ignorar las reiteradas advertencias sobre la necesidad de reforzar el personal es una irresponsabilidad que no puede quedar impune. Se requiere una auditoría exhaustiva de la gestión y una reestructuración que priorice la calidad del servicio y el bienestar de los empleados. De lo contrario, la «postal distorsionada» de la Costa del Sol se convertirá en la imagen recurrente de una España que se desangra por la falta de previsión y empatía.
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