El municipio de Torremolinos, uno de los destinos turísticos más emblemáticos de la Costa del Sol, se encuentra en la antesala de un cambio significativo en su planificación urbanística. La alcaldesa, Margarita del Cid, anunció en una reciente aparición en el programa La Alameda, la inminente finalización del nuevo Plan General de Ordenación Municipal (PGOM), que estará listo para finales de este año. Este plan es esencial, ya que reemplazará la normativa actual, vigente desde 1996, tras la anulación del anterior plan propuesto en 2020 por parte de los tribunales.
Del Cid detalló que en los próximos días se adjudicará el contrato a una empresa especializada encargada de la redacción tanto del PGOM como del Plan de Ordenación Urbana (POU), apuntando que este avance se está realizando por delante de los plazos establecidos. Estas iniciativas son una respuesta a la creciente necesidad de una regulación adecuada en materia de urbanismo, vivienda y turismo, áreas que han sido motivo de debate en la localidad.
El tema de la vivienda está en el centro de la agenda municipal, y la alcaldesa ha defendido la necesidad de una regulación para los pisos turísticos, enfatizando que es posible que coexistan tanto las viviendas turísticas como las residenciales en un mismo edificio, siempre y cuando cuenten con entradas independientes. Según Del Cid, los alquileres vacacionales, al ser considerados como una actividad empresarial, deben cumplir con requisitos similares a los de otras empresas, asegurando así la calidad de la oferta turística de Torremolinos.
Otro de los ejes prioritarios que la alcaldesa subrayó es la regeneración urbana de la localidad, un reto que Del Cid cree firmemente que debe abordarse mediante la colaboración entre el sector público y privado. En este contexto, destacó la remodelación de la Plaza de la Nogalera como uno de los proyectos más ambiciosos impulsados por el Ayuntamiento, además de mencionar una significativa inversión de 50 millones de euros que se destinará a la rehabilitación de hoteles en los próximos años. Esta revitalización no solo busca embellecer el municipio, sino también atraer un turismo de mayor calidad.
La situación reciente de Torremolinos también ha estado marcada por una intensa tromba de agua que causó estragos en la localidad. En este sentido, Margarita del Cid defendió la gestión municipal, resaltando las medidas implementadas, como la recomendación a los padres de no enviar a sus hijos al colegio. La alcaldesa respondió a las críticas de la oposición, asegurando que las conversaciones con el Gobierno sobre las ayudas para los afectados fueron cordiales y productivas, desmintiendo cualquier alusión a la confrontación.
En el ámbito económico, Del Cid informó que la deuda municipal se ha reducido significativamente a 80 millones de euros y que el Ayuntamiento se encuentra en condiciones de abonar a sus proveedores en menos de 30 días, lo que muestra una gestión financiera responsable y eficaz.
Así, Torremolinos se perfila como un municipio en plena transformación, dispuesto a adaptarse a los retos urbanos y turísticos que demanda el presente, asegurando un futuro sostenible y próspero para sus habitantes y visitantes.
La inminente presentación del nuevo Plan General de Ordenación Municipal en Torremolinos representa una oportunidad dorada para regenerar y revitalizar uno de los destinos más emblemáticos de la Costa del Sol. Sin embargo, la propuesta de la alcaldesa, Margarita del Cid, de abordar la problemática de la vivienda y los pisos turísticos bajo un paraguas de coexistencia plantea serias dudas sobre su viabilidad y su impacto real en la comunidad. La normativa que se extiende desde 1996 ha sido insuficiente para garantizar un equilibrio entre las necesidades de los residentes y las exigencias del turismo, y el riesgo de caer en los mismos errores una vez más es elevado. La ambición de atraer un turismo de mayor calidad no debe servir como excusa para desatender las necesidades fundamentales de vivienda asequible, un tema esencial que debe tener más peso en este nuevo plan.
Además, la elección de la colaboración público-privada como eje de la regeneración urbana podría resultar en un doble filo. Si bien es innegable que las inyecciones económicas del sector privado pueden embellecer la localidad, también pueden acentuar la gentrificación y desplazar a los residentes de toda la vida. La remodelación de lugares emblemáticos, como la Plaza de la Nogalera, debería estar acompañada de un riguroso control y transparencia acerca de cómo se gestionará esta inversión. Sin un enfoque claro que priorice a la comunidad, corremos el riesgo de transformar Torremolinos en una mera fachada turística, olvidando que el verdadero corazón de la ciudad son sus habitantes. En resumen, es vital que este nuevo PGOM no solo sea un documento administrativo, sino un verdadero pacto social que integre las voces de quienes viven y sienten Torremolinos día a día.
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