El acto municipal celebrado en Málaga el día de ayer en homenaje a las personas represaliadas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista ha dejado en evidencia las tensiones políticas que aún persisten entre las diferentes fuerzas representadas en el consistorio. Aunque el evento buscaba ser un símbolo de reconciliación y memoria histórica, las palabras del alcalde, Francisco de la Torre, generaron un debate acalorado que evidenció las diferencias sobre la interpretación de la historia reciente del país.
Durante su intervención, De la Torre afirmó que durante la Guerra Civil «hubo dos represiones», sugiriendo que tanto el bando republicano como el franquista habían perpetrado violaciones a los derechos humanos. Esta declaración fue recibida con críticas por parte de los miembros de la oposición, quienes consideraron que sus palabras veían «una revisión de la historia» que minimiza la gravedad de la represión franquista. Daniel Pérez, portavoz del Grupo Socialista, no dudó en expresar su malestar al señalar que el discurso había estado «falto de afinación», una crítica que fue secundada por el concejal Mariano Ruiz Araujo, quien enfatizó que «sólo hubo represión por un bando».
La ausencia de una placa que debía anunciar el lugar como ‘lugar de memoria histórica’ también fue motivo de reproche. Pérez interpeló directamente al alcalde sobre su paradero, sumando otro elemento al clima tenso del acto. En un intento por calmar los ánimos, De la Torre aseguró que su intención no era abrir viejas heridas, sino trabajar por una cohesión que evite nuevos enfrentamientos. Sin embargo, su mensaje pareció no ser suficiente para aplacar el descontento de la oposición.
A pesar de estos momentos de fricción, el acto transcurrió con un objetivo común: recordar y rendir homenaje a las víctimas de una época oscura de la historia española. Los discursos y testimonios de familiares de represaliados hicieron eco de la necesidad de seguir trabajando en la recuperación de la memoria histórica, un tema que, como quedó evidenciado, aún genera profundas divisiones en la política local. La importancia de la unidad en momentos de conmemoración histórica fue un mensaje reiterado, aunque las diferencias sobre la interpretación de dicha historia continúen resurgiendo en el escenario político malagueño.
El acto culminó sin mayores incidentes, pero no sin dejar claro que los ecos del pasado aún resuenan fuertemente en el presente, llamando a los líderes políticos a una reflexión profunda sobre su responsabilidad en la construcción de un futuro más inclusivo y reconciliador.
El reciente acto de homenaje a las víctimas de la Guerra Civil en Málaga ha sacado a relucir, una vez más, las profundas divisiones que marcan la política española y, en particular, la malagueña. La intervención del alcalde Francisco de la Torre, al insinuar que hubo “dos represiones” durante el conflicto, parece buscar una narrativa de equidistancia que desdibuja la gravedad de la represión ejercida por el franquismo. Esta forma de reinterpretar la historia no solo genera malestar en la oposición, sino que también induce a una peligrosa trivialización del sufrimiento que millones de españoles padecieron. La necesidad de una memoria histórica honesta y sin adornos resulta crucial para la construcción de un relato colectivo, pero la ambigüedad en el discurso oficial solo intensifica las tensiones existentes.
Sin embargo, no todo es negativo en este acto que, a pesar de las controversias, también se erige como un llamado a la unidad en torno a la memoria. La participación de familiares de represaliados, cuyo testimonio sigue siendo un pilar fundamental para recordar las atrocidades del pasado, refuerza la importancia de no olvidar. La demanda de un reconocimiento auténtico de las víctimas sigue vigente, y el hecho de que la falta de marquesina que declarase el lugar como ‘lugar de memoria histórica’ haya sido cuestionada evidencia una carencia en la política local por abordar estos temas de forma efectiva. En última instancia, el encuentro evidencia la **urgencia de que nuestros líderes se comprometan de manera verdadera con la reconciliación y el respeto hacia todos los que sufrieron**, fomentando un espacio donde la memoria no se convierta en arma política, sino en un elemento de cohesión que impulse a Málaga hacia un futuro más comprensivo y solidario.
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