Este jueves, la comisión de pleno de Derechos Sociales y Cultura de Málaga dio un paso significativo al aprobar inicialmente la derogación provisional de la Ordenanza número 36, que regulaba los precios públicos por visitas a dos de los monumentos más emblemáticos de la ciudad: la Alcazaba y el Castillo de Gibralfaro. Esta decisión tendrá que ser ratificada en el pleno municipal la próxima semana y se someterá a un periodo de información pública de treinta días, como estipula la normativa.
Entre las modificaciones aprobadas, destaca la nueva estructura tarifaria que eleva el precio de entrada: la entrada individual pasará de 3,50 euros a 7 euros, mientras que la entrada conjunta para visitar ambos monumentos aumentará de 5,5 euros a 10 euros. Esta propuesta fue impulsada por el área de Cultura, que argumentó que el ajuste era necesario para alinear los precios con las necesidades financieras y el compromiso de servicio público del Ayuntamiento.
La decisión generó un intenso debate, con la oposición, compuesta por el PSOE, Vox y Con Málaga, manifestando su rechazo. El portavoz de Con Málaga, Nico Sguiglia, criticó la medida argumentando que los ciudadanos de Málaga ya contribuyen al mantenimiento de estos patrimonios a través de sus impuestos. Sguiglia resaltó la importancia de fomentar la gratuidad en el acceso para los empadronados en Málaga, especialmente entre la población joven, que en su opinión, debería tener acceso sin coste a todos los museos y monumentos de la ciudad.
En respuesta, la concejala de Cultura, Mariana Pineda, admitió no conocer el porcentaje de malagueños que visitan la Alcazaba y Gibralfaro, aunque manifestó su voluntad de investigar el tema. Además, recordó que, según normativas de la Unión Europea, la gratuidad podría aplicarse a todos los ciudadanos europeos, pero señaló que el Ayuntamiento estudiará la posibilidad de crear políticas específicas para grupos concretos.
Pineda también mencionó que la actual regulación permite cuatro días gratuitos al mes, pero el área de Cultura está considerando implementar una franja horaria gratuita diaria de una a dos horas, con el objetivo de facilitar el acceso de los malagueños a su patrimonio cultural. Este enfoque busca equilibrar la necesidad de ingresos del Ayuntamiento con el deseo de garantizar el acceso a la cultura para los residentes locales.
En cuanto a los jóvenes, la concejala de Juventud, Mercedes Martín, destacó el programa ‘Alterna tu ocio’, que proporciona entradas a jóvenes para visitar la Alcazaba y Gibralfaro, así como iniciativas educativas orientadas a los colegios de la ciudad. Con estas acciones, el Ayuntamiento intenta promover una mayor participación de la población joven en la vida cultural de Málaga, a la par que se enfrenta al desafío de mantener el equilibrio financiero en la gestión de sus joyas patrimoniales.
La aprobación de estas modificaciones generará un debate en la ciudad en torno al acceso a la cultura y la responsabilidad del municipio en el mantenimiento de su patrimonio. Los próximos días, a medida que la decisión se traslade al pleno, se espera que las voces de los ciudadanos se escuchen con más fuerza, recordando la importancia de la cultura como un bien común accesible a todos.
La reciente decisión de la Comisión de Cultura de Málaga de aumentar los precios de las entradas a la Alcazaba y el Castillo de Gibralfaro despierta múltiples interrogantes sobre la verdadera naturaleza del acceso a la cultura en la ciudad. Si bien el argumento presentado por el área de Cultura sobre la necesidad de alinear los precios con las necesidades financieras del Ayuntamiento puede sonar razonable en tiempos de restricciones presupuestarias, resulta preocupante que esta medida pueda convertirse en un obstáculo para el acceso de los malagueños a su propio patrimonio. Al final del día, los ciudadanos ya realizan un esfuerzo económico a través de sus impuestos, y gravarles aún más por la visita a monumentos que son parte de su identidad cultural plantea un dilema ético acerca de la responsabilidad del sector público en la promoción de la cultura como un bien común.
El compromiso del Ayuntamiento hacia la cultura no debería limitarse a fórmulas financieras, sino que debería manifestarse a través de políticas que garanticen la accesibilidad a estos espacios para todos los ciudadanos, especialmente para aquellos más jóvenes que a menudo quedan excluidos por razones económicas. Las iniciativas de accesibilidad, como las franjas horarias gratuitas, son un paso positivo, pero no pueden convertirse en una mera retórica que maquillaje un incremento de precios desproporcionado. En este sentido, se hace urgente un debate en profundidad que trascienda la mirada a corto plazo y aborde de manera integral cómo la ciudad puede sostener su patrimonio cultural sin sacrificar el acceso de sus habitantes. Es imperativo que se trabaje en un modelo que no solo considere la viabilidad económica, sino que también reconozca la cultura como un derecho básico de la ciudadanía.
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