El espíritu de solidaridad y la compasión se han intensificado en Málaga tras la devastadora tormenta DANA que dejó a su paso escenas de destrucción en Valencia. Un grupo de nueve amigos cofrades, conmovidos por la magnitud de la tragedia, decidieron emprender un primer viaje al corazón de la calamidad y, tras ver con sus propios ojos la desesperación y el agradecimiento de los afectados, han sellado un compromiso que va más allá de un viaje: una misión de ayuda que sigue creciendo.
Este año, su iniciativa, bajo el nombre de Caravana de juguetes ‘Málaga con Valencia’, ha captado la atención y el apoyo de diversas entidades. En un esfuerzo conjunto, han implicado a siete cofradías malagueñas y una de Córdoba, así como a casi 40 empresas locales, para recolectar juguetes, material escolar, calefactores y mantas. Este esfuerzo ha culminado en la recaudación de más de 27.000 euros, que han sido destinados para la compra de productos para los más necesitados, justo a tiempo para la temporada navideña.
El pasado viernes, las puertas de las casas hermandad se abrieron para dar paso a una multitud de donaciones que partieron hacia los pueblos más afectados por las inundaciones de Valencia. Un convoy de ocho furgonetas, adornadas con gorros de Papá Noel y envueltas en música festiva, comenzó su trayecto hacia localidades como Alcudia, Paiporta y Catarroja. Con un total de 26 voluntarios a bordo, el grupo no solo transportaba bienes materiales, sino también un mensaje de esperanza y unidad.
María Piédrola, una de las cofrades participantes, relató las emociones vividas durante el primer viaje: “La gente nos dice que nuestro acento andaluz les trae alegría. Ver su felicidad y agradecimiento hace que todo el esfuerzo valga la pena. No estamos aquí para arreglar el mundo, pero cada pequeño gesto cuenta”. Piédrola subrayó el papel fundamental de Juan Ramírez, conocido como «El Rico», quien ha sido el motor detrás de esta noble causa, logrando movilizar a amigos y cofrades en un tiempo récord.
El compromiso de estas cofradías se extiende más allá de la entrega de juguetes. Se ha establecido un plan para repartir los donativos casa por casa, asegurando que cada niño reciba su regalo directamente. “No queremos que un solo juguete se quede sin ser entregado”, enfatiza Piédrola, quien también afirmó que la conexión con las comunidades de Valencia es ahora más fuerte que nunca. Este fin de semana, la caravana participará en una cabalgata donde se repartirán además caramelos, creando un ambiente festivo y comunitario en medio de la adversidad.
El vínculo con la Iglesia de María Madre en Catarroja, donde la primera visita dejó una huella imborrable al rescatar una imagen de la Virgen cubierta de barro, se ha reforzado a través de la fe y la entrega. Este domingo, el grupo celebrará una misa como símbolo de unidad y gratitud, además de entregar un cuadro que representa a todas las cofradías que han participado.
Mientras las furgonetas vuelven a Málaga, el compromiso de volver a Valencia está claro. “No sabemos cuándo, pero sin duda regresaremos. Nos han pedido que no los olvidemos, y eso es exactamente lo que haremos”, concluye Piédrola. Esta historia de amor, entrega y solidaridad es un reflejo de lo que puede lograrse cuando una comunidad se une en pos de una causa común. Málaga, con su corazón latente, sigue siendo un faro de esperanza para quienes enfrentan la adversidad.
La historia de la iniciativa ‘Málaga con Valencia’ no solo es un ejemplo de solidaridad, sino también un recordatorio poderoso de la capacidad de las comunidades para unirse en tiempos de crisis. Esta caravana de esperanza, impulsada por cofradías malagueñas y ciudadanos comprometidos, demuestra que la empatía y el deseo de ayudar trascienden fronteras geográficas y culturales. La conexión emocional que ha surgido entre Málaga y Valencia en este proceso es un combustible para el alma, logrando que las personas se sientan parte de algo más grande que ellas mismas. Sin embargo, este esfuerzo, aunque encomiable, también plantea interrogantes sobre cómo podemos preparar mejor a nuestras comunidades para enfrentar adversidades similares en el futuro.
Además, resulta fundamental reflexionar sobre el impacto que estas iniciativas tienen a largo plazo. Si bien es admirable la recolección de juguetes, material escolar y otros artículos esenciales, el verdadero desafío radica en asegurar que el apoyo no se limite a acciones puntuales. La voluntad de ‘no olvidarse’ de los damnificados debe convertirse en una estrategia sostenible que abarque la recuperación completa de estas comunidades. Este tipo de compromiso continuo es esencial para restablecer y fortalecer la confianza en una nueva vida después del desastre. Al fin y al cabo, la ayuda no solo se mide en bienes materiales, sino en la capacidad de crear lazos duraderos y contribuir a la reconstrucción social de quienes atraviesan momentos difíciles.
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