Desde el pasado 7 de marzo, el embalse de La Concepción ha liberado un total de 24 hectómetros cúbicos de agua, un desembalse que refleja la grave situación hídrica que enfrenta la provincia de Málaga. En un escenario donde la escasez de agua ha comenzado a agudizarse, hoy las reservas de agua acumuladas alcanzan los 374 hectómetros cúbicos, cifra que, aunque superior a las previsiones de 325 hm3, no mejora sustancialmente la preocupante realidad de la región.
Sorprendentemente, la situación no parece mejorar en la franja más poblada de la costa, que se extiende desde Nerja hasta Manilva. A pesar de los desembalses controlados, que incluyen un total de 21 hectómetros cúbicos liberados desde el embalse Conde de Guadalhorce y 5 hm3 de Casasola, los niveles de sequía persisten. El consejero de Agricultura, Ramón Fernández Pacheco, anunció que los comités de sequía a finales de este mes evaluarán flexibilizar las restricciones, no solo para el abastecimiento urbano, sino también para el regadío, una noticia que podría ofrecer algo de alivio a los agricultores malagueños.
A pesar de la aparente estabilización temporal en los niveles de agua, es evidente que la falta de inversiones históricas en infraestructura hídrica dejó a la provincia en una situación crítica. El hecho de que el recrecimiento de La Concepción fuera descartado en su momento acentúa la urgencia de establecer soluciones a largo plazo. Las previsiones de grandes infraestructuras, como el ansiado embalse de Gibralmedina, que podría costar hasta 780 millones de euros, parecen lejanas a la vista de los malagueños. Este proyecto permitiría traer hasta 15 hectómetros cúbicos de agua potabilizada a la Costa del Sol al año, un alivio que es más necesario que nunca.
En el corto plazo, el proyecto de duplicación de la potabilizadora del Verde se encuentra en fase de concurso, con una inversión proyectada de 35 millones de euros. Esta obra será crucial para conectar de forma efectiva a Málaga mediante el bombeo desde Rojas en Churriana, aumentando la capacidad para asegurar el suministro. Sin embargo, la comunidad se enfrenta a la pregunta urgente de cuánto tiempo se tarda en implementar estas soluciones frente a la creciente demanda y el agotamiento de los recursos.
Desde la perspectiva de los expertos, es esencial que se mantenga un equilibrio en la gestión de los embalses. El protocolo de desembalse, que regula los volúmenes en función de las predicciones meteorológicas y las escorrentías, subraya la necesidad de una estrategia más robusta para abordar la escasez de agua. Los volúmenes desalojados en La Concepción, que oscilan entre 15 y 60 metros cúbicos por segundo, muestran un manejo delicado de los recursos. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿será suficiente?
A medida que se acerca el verano, la población de Málaga observa con expectación y cierta preocupación el desarrollo de la situación hídrica. Con más de 50 hectómetros cúbicos devueltos al medio ambiente, la esperanza radica en que el clima y las acciones del gobierno colaboren para revertir una década de sequías que amenaza con convertirse en una crisis permanente.
La situación hídrica que atraviesa la provincia de Málaga no es solo un problema ambiental, sino también un reflejo de un sistema que, por demasiado tiempo, ha ignorado la necesidad urgente de inversiones en infraestructura. La falta de previsión y recursos ha llevado a un escenario donde las soluciones a corto plazo parecen ser meras paliativos ante un problema estructural que requiere atención seria y sostenida. A pesar de que el desembalse controlado podría presentar una apariencia de manejo del recurso, las proyecciones de sequía para el futuro inmediato nos recuerdan que estas medidas son apenas un paracaídas en un contexto de caída libre. La decisión de flexibilizar las restricciones de agua podría ser entendida como un alivio temporal, pero también plantea interrogantes sobre la responsabilidad acumulada de las autoridades para anticiparse a estas crisis. ¿Por qué esperar a que la situación sea insostenible para actuar eficientemente?
Aun cuando se anuncia el proyecto de duplicación de la potabilizadora del Verde, que indudablemente es un paso positivo en la dirección correcta, es fundamental cuestionar el tiempo necesario para llevar a cabo dichas obras en un contexto de agotamiento de recursos. Los ciudadanos de Málaga tienen derecho a exigir un plan de acción tangible y a corto plazo que vaya más allá de las declaraciones optimistas y aborde de manera proactiva la crisis hídrica. La posibilidad de que el embalse de Gibralmedina se convierta en una realidad debe ser un objetivo prioritario, pero la urgencia de actuar es inminente, y la administración debe estar a la altura de las circunstancias. Si la colaboración entre instituciones y la correcta gestión del agua no se convierten en un eje central de la política hídrica andaluza, lo que hoy se presenta como un desafío podría solidificarse como una crisis perpetua, afectando el vital equilibrio entre el desarrollo económico y la sustentabilidad ambiental de Málaga.
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