La decisión del Ayuntamiento de Málaga de regular el consumo de bebidas alcohólicas durante la tradicional Feria de agosto ha desatado una ola de reacciones en la ciudad. Con un borrador de ordenanza que ya está en exposición pública, el equipo de gobierno municipal se propone establecer un marco normativo más estricto que busca equilibrar la celebración y la convivencia vecinal. La nueva normativa, que sustituirá a la vigente desde 2018, incluye un enfoque particular en la regulación del conocido como botellón, que ha sido objeto de críticas en años anteriores.
Entre las principales novedades, se encuentra la prohibición general del consumo de alcohol en espacios públicos, abarcando el Centro Histórico y el Real de Cortijo de Torres. Sin embargo, el equipo de gobierno ha dejado abierta la posibilidad de habilitar zonas específicas donde se permita esta actividad. En su artículo 5, el borrador establece que el consumo estará prohibido “fuera de los establecimientos y en las vías públicas donde se celebre la Feria” si se infringen conductas previamente estipuladas en la Ordenanza de Convivencia Ciudadana.
La nueva ordenanza también busca poner fin a prácticas tradicionales que se han vuelto controvertidas. La venta de alcohol para su consumo fuera de los locales y la existencia de puestos ambulantes ofreciendo bebidas alcohólicas serán estratérgicamente eliminadas. Esta medida, sin duda, impactará tanto a los hosteleros como a los asistentes a la Feria, quienes deberán adaptarse a un modelo más controlado y organizado. En este sentido, los establecimientos estarán obligados a cumplir con los horarios establecidos para garantizar el descanso de los vecinos, minimizando así el ruido y el descontrol que a menudo acompañan estas festividades.
El asesoramiento municipal también prevé que la concesión de casetas se gestione de forma anual, con un enfoque renovado que prioriza la calidad del servicio y la oferta de actividades. Los interesados en instalar una caseta deberán presentar un plan detallado que incluya propuestas de entretenimiento, tipos de comida y la demografía del público al que aspiran a atraer. Este cambio busca diversificar la oferta festiva y garantizar que la Feria mantenga su esencia familiar y festiva, sin descuidar la responsabilidad social.
La regulación del consumo de alcohol en la Feria se presenta como una respuesta a las crecientes demandas de los ciudadanos por un entorno más seguro y respetuoso. Esta iniciativa busca transformarla en un evento que no solo celebre la cultura malagueña, sino que también fomente la convivencia armoniosa entre los vecinos y los asistentes a las festividades. La comunidad tiene ahora la oportunidad de participar en el proceso, aportando sus ideas y preocupaciones sobre la futura ordenanza, que promete cambiar la cara de una de las festividades más esperadas del año en Málaga.
Con la nueva normativa a la vista, todos los ojos estarán puestos en cómo se desarrollará la Feria de agosto de 2025 y si estas medidas lograrán el equilibrio perfecto entre alegría y respeto. La celebración se encuentra en una encrucijada que puede definir su futuro, y los malagueños esperan que las tradiciones se conserven mientras se avanza hacia una fiesta más organizada y responsable.
La reciente iniciativa del Ayuntamiento de Málaga para regular el consumo de alcohol durante la Feria de agosto plantea un importante debate sobre la preservación del carácter festivo de estas celebraciones frente a la necesidad de un ambiente más seguro y respetuoso. La prohibición del consumo de alcohol en espacios públicos y la limitación en la venta de bebidas para llevar son medidas que, aunque pretenden proteger a la comunidad de posibles excesos, también corren el riesgo de desnaturalizar la esencia vivaz de la feria. Muchos malagueños recuerdan cómo el ambiente festivo se ha visto históricamente acompañado de un consumo responsable de alcohol, y surge la inquietud sobre si estas restricciones radicales no conducirán a una celebración más apagada, que pierda su atractivo tanto para los locales como para los turistas.
Sin embargo, hay que reconocer que la regulación es una respuesta lógica ante el creciente descontento social por los problemas de convivencia que han surgido en años anteriores, especialmente en relación con el botellón y el ruido excesivo. Es fundamental encontrar un equilibrio que permita disfrutar de la feria sin sacrificar el descanso y bienestar de los vecinos. En este sentido, la propuesta de habilitar zonas específicas para el consumo controlado de alcohol puede ser un enfoque viable, siempre y cuando se gestione con criterio y se garantice un cumplimiento efectivo de las normativas. Este equilibrio es esencial para asegurar que la Feria de agosto no solo sea una celebración de la cultura malagueña, sino que también se convierta en un referente de responsabilidad social y convivencia armoniosa en nuestra ciudad.
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