En un contexto de creciente preocupación por la sequía, Emasa (Empresa Malagueña de Servicios de Agua) ha iniciado una ambiciosa campaña para instalar válvulas de presión en varios distritos de la capital malagueña. Este plan, que se lleva a cabo desde hace año y medio, tiene como objetivo principal el ahorro de agua y la minimización de las fugas en la red de distribución. Con casi 200 zonas afectadas en toda la ciudad, cada vez son más los malagueños que podrán beneficiarse de esta iniciativa vital para la conservación de un recurso tan preciado.
Las válvulas, que se están colocando adecuadamente en zanjas de no más de tres metros cuadrados, tienen un diseño novedoso que incluye componentes en un distintivo color azul. Este innovador sistema es capaz de reducir la presión del agua potable hasta un 50%, lo que no solo ayuda a disminuir el consumo, sino que también extiende la vida útil de las conducciones existentes, que ya operan bajo una presión elevada. Con una media de inyección de hasta 1.500 litros por segundo, la bajada de presión se torna una necesidad ante el panorama de sequía que acecha a la región.
Con la instalación de estas válvulas se prevé un considerable ahorro en el consumo de agua, estimado en más de un 20%. Según explican los expertos, cada reducción porcentual en la presión puede llegar a multiplicar por dos la disminución de las fugas. No obstante, Emasa ha asegurado que los usuarios no notarán grandes cambios en el caudal que reciben, ya que la bajada de presión se ajusta de tal forma que se logra un equilibrio adecuado entre el suministro y la conservación.
La situación de los embalses de la provincia es preocupante. En la actualidad, los embalses de Guadalteba, Guadalhorce y Conde de Guadalhorce almacenan solo 31, 17 y 27 hectómetros cúbicos, respectivamente, una cifra que pone de manifiesto la necesidad de implementar medidas inmediatas para garantizar el suministro de agua a largo plazo. Como parte de la estrategia, se han sumado recursos alternativos como pozos y fluyentes del Guadalhorce para complementar el sistema convencional de abastecimiento.
Además, la gestión del agua se ha visto altamente beneficiada por la digitalización y el control en tiempo real, lo que permite monitorizar la presión y el caudal de manera precisa en diversas zonas de Málaga. Estos esfuerzos conjuntos no solo representan un avance en la sostenibilidad del recurso hídrico, sino que también enseñan a la ciudadanía la importancia de revisar sus sistemas de presión y tomar medidas a nivel comunitario.
El trabajo de Emasa es fundamental no solo por el impacto en los consumos, sino también porque permite a los ciudadanos ser más conscientes de su responsabilidad en la gestión del agua. Con la instalación de válvulas de presión y la reducción de posibles fugas, se espera que Málaga dé un paso importante hacia un futuro más sostenible, enfrentando adecuadamente los retos que la sequía impone. Una mayor conciencia en la comunidad y la implementación de prácticas responsables serán claves para asegurar que cada gota de agua cuente en la lucha contra el agotamiento hídrico.
La iniciativa de Emasa para instalar válvulas de presión en Málaga es sin duda un paso hacia la sostenibilidad y un intento por mitigar los efectos de la sequía que aqueja a nuestra provincia. Sin embargo, resulta esencial que este esfuerzo no se quede en una acción puntual, sino que se convierta en el pivote de una política integral de gestión del agua. En un contexto donde los embalses apenas almacenan cantidades preocupantes, es alarmante confiar únicamente en técnicas de reducción de presión sin abordar simultáneamente otros factores críticos como el fomento de un uso responsable y las inversiones en infraestructuras que combatan la obsolescencia del sistema hídrico. Si bien la reducción del consumo es loable, no debemos olvidar la necesidad de restaurar y revitalizar nuestras fuentes de agua, asegurando que esta medida no se vea eclipsada por una falta de foresight en la planificación a largo plazo.
Asimismo, la campaña de Emasa debería aprovechar la oportunidad para fortalecer la conciencia ciudadana sobre el desabastecimiento de agua. Incluir programas educativos que fomenten prácticas de ahorro y el respeto por este recurso vital sería fundamental para consolidar una cultura del agua que trascienda la simple reacción ante la crisis. El reto no solo reside en la instalación de válvulas, sino en cómo estos cambios se integran en la vida cotidiana de los malagueños. Ignorar la importancia de la responsabilidad individual y comunitaria en la gestión del agua sería un error grave que podría socavar los esfuerzos ya realizados. Por lo tanto, es imperativo que se construyan campañas complementarias de sensibilización que involucren a la ciudadanía en un cambio cultural necesario para enfrentar el desafío del agua en Málaga.
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