El corazón de Málaga, particularmente la céntrica Molina Lario, se enfrenta a una creciente ola de quejas por el deterioro de sus aceras y carriles destinados a bicicletas, lo que ha generado una situación alarmante para la seguridad de sus ciudadanos. A medida que la primavera avanza y los malagueños salen a disfrutar de sus calles, la realidad es que las voces de protesta se han convertido en un eco común en la comunidad, mientras el Distrito Centro permanece en silencio ante este problema.
Los transeúntes han comenzado a compartir sus experiencias de tropiezos y caídas diarias, fruto de un pavimento que no ha visto el cuidado adecuado en demasiado tiempo. “Es como caminar por un campo de minas”, comenta Manuel, un vecino de la zona que ha tenido que desviar su ruta habitual por el miedo a caer. La situación es especialmente preocupante en el carril bici, donde las grietas y el pavimento inestable no solo desincentivan su uso, sino que también ponen en riesgo a ciclistas y usuarios de patinetes, quienes muchas veces se ven obligados a desplazarse a la carretera, aumentando la posibilidad de accidentes en un área con una alta densidad de tráfico peatonal y vehicular.
Otro punto crítico que resalta entre las quejas es la Plaza de la Marina, emblemático espacio que, en lugar de ser un rincón de encuentro seguro, se ha convertido en una trampa para viandantes. Varias arquetas están en un estado deplorable, con tapas que se encuentran sueltas o hundidas, representando un peligro visible. Pese a la insistencia de los ciudadanos y numerosas denuncias presentadas, la administración local todavía no ha tomado cartas en el asunto, dejando a los malagueños esperando una intervención que solucione la situación.
Además, los pasos de peatones en el área presentan un estado de abandono evidente, con la pintura desvanecida y un firme irregular que complican el tránsito, especialmente para las personas mayores o con movilidad reducida. “Es inaceptable que en una ciudad como Málaga se permita que las calles se deterioren de esta forma”, expresa Ana, una residente que teme por la seguridad de sus padres al caminar por la zona. La falta de mantenimiento no solo incrementa el riesgo de caídas, sino también afecta negativamente la calidad de vida en un área que debería ser accesible y segura para todos.
Ante este panorama, los ciudadanos exigen respuestas claras: ¿qué medidas tomará el Distrito Centro para garantizar la seguridad en sus calles? La presión para que se realicen las reparaciones necesarias y se implemente un programa de mantenimiento adecuado crece día a día, mientras los malagueños esperan que su bienestar y seguridad sean prioridades en la agenda municipal. En un momento en que el turismo y el comercio local comienzan a revitalizarse, es fundamental que las autoridades nunca pierdan de vista la importancia de un entorno urbano seguro y accesible para todos.
El deterioro de las aceras y los carriles bici en Molina Lario es una tragedia anunciada para una de las arterias más emblemáticas de Málaga. La falta de acción por parte del Distrito Centro es incomprensible, sobre todo cuando las quejas de los ciudadanos no solo son numerosas, sino que también reflejan una preocupación genuina por su bienestar. La frase de Manuel, que compara el paseo por estas calles con “caminar por un campo de minas”, deja en evidencia la gravedad de la situación, y sugiere una ineficacia alarmante en la gestión municipal. No se puede obviar que una ciudad que recibe a miles de turistas debería garantizar, al menos, el mantenimiento básico de sus infraestructuras. La atención al estado de las aceras no es solo una cuestión estética, sino un imperativo para la seguridad de todos, especialmente en un entorno donde la movilidad y el acceso para las personas mayores y con discapacidad son esenciales.
A pesar de que las quejas ya resuenan en la comunidad, parece que la administración local ha optado por una respuesta de silencio, generando una frustración palpable entre los ciudadanos. La Plaza de la Marina, en lugar de ser un espacio de convivencia, se ha transformado en un riesgo en cada esquina, lo que pone en tela de juicio la capacidad de nuestras autoridades para gestionar lo que debería ser una prioridad: la seguridad pública. Si bien es cierto que el turismo y la economía local son pilares fundamentales en la recuperación post-pandemia, no podemos sacrificar el bienestar cotidiano de los malagueños en el altar del progreso. Es hora de que se implanten programas de mantenimiento y se asegure un entorno urbano accesible y seguro; de lo contrario, Málaga no solo arriesga la salud de sus ciudadanos, sino también su propia imagen como destino turístico responsable y amable. La esperanza reside en que las autoridades escuchen, actúen y, lo más importante, prioricen la vida en las calles de nuestra ciudad.
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