La provincia de Málaga se encuentra en medio de un fenómeno meteorológico que está trayendo consigo intensas lluvias y un significativo alivio para sus embalses. Desde la noche del 9 de marzo, la lluvia ha caído con fuerza, alcanzando en algunas áreas más de 70 litros por metro cuadrado, especialmente en la zona occidental de la Costa del Sol y la comarca del Guadalhorce, donde la situación se ha tornado especialmente crítica. Esta serie de precipitaciones ha generado un desbordamiento de alegría en la población, así como la preocupación por las posibles inundaciones en áreas urbanas.
La capital malagueña experimentó una fuerte tormenta a medianoche, con una tromba de agua que dejó en apenas unos minutos hasta 21 l/m2. Este fenómeno natural alteró el tráfico en la carretera Azucarera-Intelhorce, lo que subraya la necesidad de una infraestructura adecuada para manejar tales eventos climáticos. Los municipios más afectados por las lluvias incluyen Ojén, con registros de hasta 76 l/m2, y Marbella, donde la depuradora también reportó acumulaciones considerables.
Las precipitaciones han alimentado los embalses que habían permanecido rezagados en cuanto a su capacidad hídrica. A las 12:00 horas del 10 de marzo, los embalses de la provincia contaban ya con 248 hectómetros cúbicos, lo que representa un aumento sustancial desde los 237 Hm3 de ayer. Este incremento es especialmente significativo en el embalse de La Concepción, que, a pesar de desaguar, mantiene un nivel estable del 80% de su capacidad, mientras que el Conde de Guadalhorce, que ahora está al 92%, ha iniciado el proceso de desembalse.
La noticia es aún más positiva para el embalse de La Viñuela, que ha visto cómo su capacidad ha crecido hasta 45 Hm3, ocupando el 27,5% de su total. Considerado como el embalse más grande de la provincia, con capacidad para almacenar hasta 164 Hm3, La Viñuela tiene el potencial suficiente para seguir acumulando agua en las próximas horas, beneficiando así a la agricultura y al suministro de agua potable.
La Junta de Andalucía está monitoreando detenidamente la situación a través de su red Hidrosur. Los expertos advierten que, con las lluvias continuas pronosticadas para los próximos días, es probable que se superen los límites de capacidad de varios embalses. Se espera que las compuertas de los embalses continúen abiertas para prevenir cualquier riesgo de desbordamiento, permitiendo un alivio controlado hacia los cauces fluviales, especialmente en el caso del Guadalhorce.
La llegada de este clima húmedo no sólo es un alivio para los malagueños, tras un periodo seco, sino que también representa una esperanza renovada para los agricultores de la provincia, que ven en estas lluvias una oportunidad para recargar acuíferos y fortalecer cultivos, asegurando así la producción agrícola para los próximos meses.
Las recientes lluvias en Málaga, que han provocado un notable aumento en los niveles de los embalses, deben ser vistas con un enfoque matizado. Por un lado, la alegría generalizada de la población ante la llegada de agua luego de un largo periodo de sequía es completamente comprensible, especialmente para los agricultores que ven una oportunidad para revitalizar sus cultivos y apostar por una producción más sostenible. Sin embargo, esta euforia es prematura si consideramos que la ineficiencia de la infraestructura hídrica aún se erige como un reto en la provincia, evidenciado por las inundaciones que afectan la vida cotidiana y la seguridad de los habitantes. Las imágenes de calles anegadas y tráfico colapsado deben advertirnos sobre la urgencia de una planificación adecuada que contemple estos fenómenos climáticos recurrentes. El clima, cada vez más errático por el cambio climático, exige una respuesta integral y anticipada que priorice la adaptación y prevención por encima de la reacción tardía.
Asimismo, se hace evidente la necesidad de un diálogo proactivo entre las autoridades y la comunidad para abordar las inquietudes en torno a la gestión del agua. A pesar de que el aumento en los embalses representa un alivio inmediato, el riesgo de desbordamientos en los próximos días es alarmante. La solución no puede reducirse a una mera apertura de compuertas; es imperativo implementar un plan estratégico que considere la construcción y renovación de infraestructuras, la creación de zonas de inundación controlada y la educación de la población sobre la gestión sostenible de los recursos hídricos. Solo así podremos convertir este fenómeno meteorológico de volatilidad en una oportunidad para forjar un futuro hídrico más resiliente en Málaga, en lugar de dejar todo a la deriva de la lluvia y su caprichoso ciclo.
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