El apacible ambiente de la urbanización Guadalmar, situada junto al aeropuerto de Málaga, se vio abruptamente interrumpido ayer en la tarde cuando un fuerte estruendo resonó en el vecindario. Alrededor de las tres y diez de la tarde, los habitantes de esta tranquila zona se encontraron con un evento insólito que dejó sorprendidos a los vecinos. «Estábamos viendo las noticias en casa cuando escuchamos un estruendo que hizo vibrar las paredes», relató uno de los residentes, quien prefirió mantener el anonimato.
Los testimonios de los vecinos reflejan una mezcla de asombro y preocupación. «El ruido se escuchaba desde lejos, pero al pasar los cazas fue increíblemente intenso. Me dolían los oídos y mi perro salió corriendo asustado», asegura otra residente, quien se unió a otros en las calles para tratar de entender la causa de esta perturbación. La comunidad, preocupada por lo que podría haber sucedido, no tardó en comunicarse con los medios locales, ansiosos por obtener información sobre la situación.
Consultadas sobre la situación, las autoridades de la torre de control de Enaire confirmaron que esta semana se están llevando a cabo ejercicios militares con cazas procedentes de la base aérea de Morón. Se destacó que el ruido que alarmó a los vecinos es producto de una maniobra habitual en este tipo de entrenamientos, en la cual varias aeronaves vuelan en formación. Un portavoz de la torre explicó que, específicamente, se trató de una maniobra de pasada baja en la que los cazas sobrevolaron el área para aterrizar.
Estos ejercicios militares se están desarrollando en una época del año con menos tráfico aéreo comercial, lo que ha permitido a las fuerzas aéreas realizar sus maniobras sin interferencias significativas. “Cuando un escuadrón vuela en formación, todos los aviones operan como un solo vuelo. El líder del escuadrón es quien traza las órdenes y las comunicaciones, permitiendo que cada cazador se posicione en su lugar durante el aterrizaje”, detalló el portavoz.
El estruendo no solo alteró la rutina de los residentes, sino que también generó un sentimiento de inquietud y curiosidad sobre las actividades militares en el área. Comentarios en las redes sociales reflejan una mezcla de fascinación y preocupación por la seguridad asociada con estos entrenamientos: “No es normal que pasen tan bajo por la urbanización, pero es impresionante verlos en acción”, escribió un vecino en una publicación.
Aunque la intensidad del ruido sorprendió a los habitantes, las autoridades aseguran que este tipo de maniobras son parte de una práctica controlada y segura. Las autoridades locales han pedido comprensión y paciencia a los residentes mientras se llevan a cabo estas operaciones, subrayando la importancia de los entrenamientos para la seguridad nacional.
Así, la jornada del 15 de enero de 2025 quedará en la memoria de los vecinos de Guadalmar, un recordatorio del constante equilibrio entre las actividades militares y la vida cotidiana en esta vibrante comunidad costera.
La reciente experiencia de los residentes de Guadalmar ante el sobrevuelo de cazas militares no solo ha alterado su tranquilidad, sino que también pone de manifiesto un choque cultural entre la vida civil y las exigencias de la seguridad nacional. Dichos ejercicios, si bien son esenciales para la preparación de las fuerzas armadas, es innegable que su realización en áreas habitadas plantea interrogantes sobre la convivencia entre las actividades militares y la vida cotidiana. La sensación de asombro y alarma que manifestaron los vecinos refleja una falta de comunicación efectiva entre las autoridades y la comunidad, lo que sugiere la necesidad de una mayor difusión de información sobre tales operaciones antes de que se lleven a cabo. Es vital que se fomente un diálogo que permita a los ciudadanos conocer cuándo y por qué se realizarán estas maniobras, para que así puedan sentirse seguros en su propio hogar.
Por otro lado, no se puede dejar de lado la fascinación que genera presenciar aeronaves militares en acción. La mezcla de temor y admiración entre los residentes de Guadalmar subraya un dilema inherente a la modernidad: la apreciación por el poderío militar versus el deseo de vivir en un entorno pacífico. Mientras que la defensa de la patria es una prioridad, es crucial que estas actividades se realicen con consideración por el bienestar de los ciudadanos. La planificación de ejercicios militares debería contemplar el impacto sonoro y emocional que estos tienen sobre la población local, buscando horarios y métodos que minimicen las perturbaciones. En este sentido, la responsabilidad recae tanto sobre las autoridades militares como sobre los gobernantes locales, quienes deben garantizar que la seguridad nacional no se convierta en sinónimo de inseguridad para quienes habitan en las áreas afectadas.
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