La situación laboral y económica en Málaga sigue marcada por las secuelas de la crisis del sector inmobiliario, y uno de los casos más emblemáticos es el de la promotora Aifos. Con más de 15 años de procedimientos judiciales a sus espaldas, la inmobiliaria, que en su momento fue la más grande de Andalucía, se encuentra en un proceso concursal que parece no tener fin. El Juzgado de lo Mercantil número 1 de Málaga, alargando la fase de liquidación por un año y medio, mantiene en vilo a más de 5,000 acreedores que esperan recuperar al menos parte de sus inversiones.
En medio de esta prolongada batalla legal, la firma Escrapalia, que opera como intermediaria en la venta de activos de la compañía, ha lanzado una nueva oportunidad para los inversores: dos locales comerciales en Rincón de la Victoria, con un precio de salida de un euro. Este extraordinario coste, en contraste con su tasación real de más de 750,000 euros, refleja el complicado estado del mercado inmobiliario malagueño y las consecuencias de la crisis que desencadenó la suspensión de pagos de Aifos.
Los locales, ubicados en la calle Argentina de la urbanización Añoreta, ofrecen unas características atractivas: uno tiene una superficie de 290 metros cuadrados y el otro 821 metros cuadrados. Ambos se encuentran libres de arrendamientos, lo que añade un valor considerable para potenciales compradores que buscan establecer un negocio en una zona con gran afluencia turística. La subasta permanecerá abierta hasta el 27 de enero, permitiendo la participación de individuos y empresas por igual, lo que potencialmente podría despertar la curiosidad de inversores tanto locales como foráneos.
La administración concursal de Aifos, encabezada por Surus, ha puesto en marcha este proceso como parte de un plan más amplio para liquidar los activos de la empresa, cuya deuda total supera los 890 millones de euros. Este enfoque, que incluye subastas extrajudiciales, es la última esperanza para saldar las deudas acumuladas, que han afectado no solo a bancos y proveedores, sino también a numerosas familias que han visto sus ahorros comprometidos en proyectos fallidos.
El escenario es desalentador para todos los involucrados. El fundador de Aifos, Jesús Ruiz, enfrenta serias consecuencias legales, incluyendo una potencial condena de doce años de inhabilitación para administrar empresas. Adicionalmente, podría verse obligado a responder con su patrimonio personal por el déficit concursal, que alcanza los 120,4 millones de euros. Esta misma carga también afecta a su esposa, Teresa Maldonado, quien, como administradora solidaria, puede enfrentar una inhabilitación de cinco años y obligación de responder por el 20% del déficit.
Mientras nuevos activos se ponen en subasta, la población de Málaga sigue atenta al desenlace de este complejo caso, con la esperanza de que una resolución definitiva no solo brinde a los acreedores la oportunidad de recuperar parte de sus inversiones, sino que también permita a la ciudad superar las sombras que aún persisten sobre el sector inmobiliario. En un entorno donde la liquidación de empresas se convierte en un fenómeno común, Aifos es un recordatorio de los desafíos económicos que aún están por delante.
La prolongada saga concursal de Aifos no solo refleja el fracaso de un modelo empresarial que fue incapaz de adaptarse a un mercado en constante cambio, sino que también pone de manifiesto las vulnerabilidades del sistema judicial y financiero español. Mientras más de 5,000 acreedores siguen a la espera de una resolución que parece lejana, se evidencia la brecha existente entre las promesas de los desarrolladores y las realidades a las que se enfrentan los inversores. La subasta de locales en Rincón de la Victoria, aunque tentadora, plantea cuestiones éticas profundas: ¿es moralmente aceptable que activos valiosos sean liquidado a precios irrisorios, dejando en la cuerda floja a las familias afectadas por las quiebras? Esta situación revela un sistema que, en lugar de proteger a los ciudadanos, parece beneficiar a los especuladores en un contexto de crisis inmobiliaria.
Además, el caso de Aifos debería servir como un llamado a la reflexión sobre las prácticas de regulación y control que rigen el sector inmobiliario en Málaga y Andalucía. Es innegable que las subastas pueden ofrecer oportunidades a precios bajos, pero también reflejan una falta de responsabilidad que no puede pasar desapercibida. La crisis provocada por esta promotora debería motivar a las autoridades a revisar los mecanismos de supervisión y a proteger a los consumidores con leyes más estrictas que frenen la proliferación de prácticas empresariales irresponsables. Solo a través de un enfoque más riguroso y un compromiso con la ética empresarial se podrá restaurar la confianza en el sector inmobiliario, poniendo fin no solo a las pérdidas económicas, sino también a las interacciones humanas destrozadas por la ambición desmedida.
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