La pasión por la biología ha llevado a Ahmadou S. Amar, estudiante del IES Al-Baytar de Benalmádena, a alcanzar un emocionante hito en su trayectoria académica. Este joven de apenas 17 años ha conseguido clasificar para la fase nacional de la XX Olimpiada Española de Biología, que se celebrará del 3 al 6 de abril en La Laguna, Tenerife. La noticia le fue comunicada el pasado viernes y su reacción fue de incredulidad seguida de una inmensa felicidad: «Estoy feliz», expresó Ahmadou, contagiando su entusiasmo a compañeros y profesores.
La XX Olimpiada Española de Biología es un evento que atrae a los talentos más prometedores del país y en el que participan los estudiantes más destacados de segundo de Bachillerato. La fase autonómica, que tuvo lugar el 1 de febrero, reunió a 251 estudiantes de 42 centros andaluces, un récord de participación que resalta el interés de la juventud andaluza por las ciencias biológicas. Ahmadou y sus dos compañeros sevillanos, Fernando Cidoncha Chito y Enrique Carreño Giménez, serán los representantes de Andalucía. La prueba, que se llevó a cabo en el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea (IHSM La Mayora), consistió en 110 preguntas tipo test que abarcaban diversas áreas de la biología, desde botánica hasta inmunología.
Ahmadou, descendiente de padres senegaleses, recordó cómo su amor por la biología nació en la escuela primaria, gracias a un profesor que despertó en él una curiosidad insaciable. Sin embargo, fue durante su tiempo en el IES Al-Baytar que este interés se convirtió en un compromiso serio. Con el respaldo de su profesor Miguel Alcaide, Ahmadou decidió participar en la competición, a pesar de sus inseguridades iniciales sobre su nivel comparativo con otros estudiantes. Su decisión fue respaldada por el intenso trabajo en equipo que realizó con sus compañeros, en el que realizaron múltiples test de ediciones anteriores.
La preparación no fue sencilla; sin embargo, la dedicación y perseverancia demostradas por Ahmadou han rendido frutos. Ahora, con la experiencia acumulada y la confianza renovada, se siente optimista ante la fase nacional: «Ahora me veo hasta con más posibilidades», confiesa. A su vez, invita a otros estudiantes a no dudar en participar en iniciativas como esta, reafirmando que «la experiencia en sí misma es muy bonita y merece la pena».
La participación de Ahmadou S. Amar marca un hito significativo en la representación de Málaga en las competiciones de biología. Desde el año 2018, nuestra provincia ha logrado clasificar a un alumno en cada edición de la Olimpiada Española de Biología, lo que pone en relieve el potencial educativo de la región. En años anteriores, otros jóvenes talentos como Marta Victoria Merino Bolet y Yoel Cisneros también brillaron a nivel nacional, construyendo un legado que Ahmadou ahora busca continuar.
A medida que se aproxima la fase nacional, la comunidad educativa de Málaga se une en apoyo a Ahmadou, brindándole aliento y motivación. Mientras el joven se prepara para afrontar el reto que se le avecina, su historia se convierte en un ejemplo inspirador de que la pasión, la dedicación y el trabajo en equipo pueden conducir al éxito y abrir puertas en el ámbito científico.
La clasificación de Ahmadou S. Amar para la fase nacional de la XX Olimpiada Española de Biología no solo es un motivo de celebración para Málaga, sino que también plantea un interrogante sobre cómo nutrimos y reconocemos el talento en nuestra juventud. En una época en que la educación se enfrenta a múltiples desafíos, desde la falta de recursos hasta la desmotivación entre estudiantes, el caso de Ahmadou resalta la importancia de una educación inclusiva y de calidad. Es vital que iniciativas como estas sean respaldadas por una política educativa que fomente el interés por las ciencias y apoye a aquellos que, a pesar de sus orígenes, se esfuerzan por dejar una huella en el campo académico. La historia de Ahmadou es un destello de esperanza que nos recuerda que el esfuerzo y la dedicación pueden llevar al éxito, pero también debe ser un llamado a la acción para que nuestros sistemas educativos se adapten y apoyen a los jóvenes en su camino hacia el conocimiento.
Sin embargo, no todo es positivo en este paisaje educativo. A pesar de la notable representación malagueña en esta competencia, persiste la pregunta sobre la equidad en el acceso a oportunidades educativas. Muchos jóvenes como Ahmadou enfrentan barreras que pueden limitar su potencial, ya sea por cuestiones socioeconómicas o falta de apoyo. Este hito debe llevarnos a reflexionar sobre cómo construir un entorno donde cada estudiante tenga la posibilidad de brillar, independientemente de su origen. La comunidad educativa, junto con las autoridades, debe unir esfuerzos para garantizar que la pasión y el talento no sean privilegios de unos pocos, sino derechos de todos. La historia de Ahmadou puede servir como faro, pero es nuestra responsabilidad colectiva asegurarnos de que cada joven en Málaga tenga la oportunidad de seguir su ejemplo.
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