En un giro inesperado dentro de la investigación del caso Koldo, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha desvelado un intrincado sistema de jerga utilizada por la trama para ocultar el movimiento de grandes sumas de dinero en efectivo. El descubrimiento de este lenguaje cifrado, revelado en un informe remitido al Tribunal Supremo y al que ha tenido acceso este diario, ha abierto una nueva línea de investigación que podría apuntar a la posible financiación irregular del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
El epicentro de este particular vocabulario delictivo gira en torno a las «chistorras» o «txistorras«, un término que, lejos de referirse al embutido navarro, representaba los billetes de 500 euros. Una conversación reveladora entre Koldo García, figura central de la trama, y su pareja, Patricia Úriz, fechada el 29 de marzo de 2019, en vísperas de las elecciones generales, ha despertado las alarmas. En ella, Koldo menciona una «pequeña alegría» en forma de «2.000 txistorras», lo que, según la interpretación de Úriz, equivaldría a un millón de euros. La pregunta de Úriz, «¿Pase lo que pase?», sugiere la posibilidad de que la obtención de esta suma millonaria estuviera condicionada al resultado electoral. ¿Acaso este peculiar lenguaje en clave, apuntaba a la recepción de fondos por parte de alguien o de una organización a cambio de algo? ¿Era Koldo el portador de un mensaje cifrado con implicaciones políticas?
Pero las «chistorras» no son las únicas estrellas en este particular diccionario financiero. Los agentes de la UCO han identificado otros términos clave, como «soles» para referirse a los billetes de 200 euros y «lechugas» para los de 100. Esta proliferación de nombres en clave, según los investigadores, evidencia la intención de la trama de «ocultar la existencia de ese dinero en efectivo» y dificultar su rastreo por parte de las autoridades. En este intrincado juego de palabras, incluso el autocorrector del móvil se convirtió en cómplice involuntario, transformando una «chistorra» en una «tristona» en un mensaje de Koldo a Úriz.
El informe de la Guardia Civil también revela el uso del término «café» para referirse a los teléfonos móviles seguros, utilizados por los implicados para comunicarse de forma encriptada y evitar ser espiados. Sin embargo, paradójicamente, fue el propio Koldo quien terminó facilitando la tarea a los investigadores, grabando durante años sus conversaciones y guardando las grabaciones. Además, la investigación apunta a la existencia de dos contabilidades, una de las cuales, según conversaciones entre Koldo y Úriz, sería reembolsada por José Luis Ábalos, exministro de Transportes y figura clave en la trama.
La trama Koldo, inicialmente centrada en la adjudicación irregular de contratos para la compra de mascarillas durante la pandemia, ha abierto una nueva y explosiva vía de investigación que podría tener consecuencias políticas de gran calado. Las «chistorras» electorales, los «soles» clandestinos y el «café» encriptado conforman un lenguaje cifrado que la Guardia Civil está descifrando para desentrañar la verdad detrás de una trama que amenaza con salpicar a las más altas esferas del poder.
La aparición de un lenguaje cifrado, con sus «chistorras» y «soles», en el caso Koldo no es solo una anécdota pintoresca para los titulares. Es un síntoma preocupante de la **profunda erosión de la confianza pública** en nuestras instituciones. Que se recurra a un vocabulario cuasi-mafioso para supuestamente gestionar fondos en vísperas electorales plantea serias dudas sobre la transparencia y la ética en la financiación de la política. Más allá de la responsabilidad individual de los implicados, la pregunta crucial es: ¿cómo permitimos que esta cultura del secretismo y la opacidad se arraigue en la administración, facilitando la corrupción y el abuso de poder? La investigación judicial debe llegar hasta el final, por supuesto, pero también debemos exigir una revisión profunda de los mecanismos de control y rendición de cuentas para prevenir que estas «chistorras» vuelvan a cocinarse en los fogones del poder.
La posible conexión entre la trama Koldo y una financiación irregular del PSOE, insinuada por la Guardia Civil, obliga a una reflexión incómoda. No se trata solo de la presunción de inocencia, que debe ser respetada, sino de la **obligación moral de los partidos políticos de demostrar una integridad impecable**. La sombra de la duda, alimentada por este lenguaje en clave y las conversaciones interceptadas, genera un daño irreparable a la imagen de la política. Más allá de las explicaciones que puedan ofrecerse, es fundamental que el PSOE se comprometa a una investigación interna exhaustiva y a una transparencia total en la información. La credibilidad de la democracia depende de la capacidad de regeneración y de la voluntad de erradicar cualquier sospecha de corrupción, venga de donde venga. El silencio, en este caso, es la peor de las «tristonas».
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