El eco del reciente Premio Nobel de la Paz concedido a la opositora venezolana María Corina Machado sigue resonando en el panorama político español, aunque no con la unanimidad que cabría esperar en un gesto de reconocimiento a la defensa de los derechos humanos. El Partido Popular (PP) propuso una declaración institucional en el Congreso de los Diputados para rendir tributo a Machado, pero la iniciativa se topó con un escollo inesperado: el rechazo frontal de Sumar, imposibilitando su aprobación.
La propuesta del PP buscaba que el Congreso expresara su «satisfacción» por el galardón, destacando el «compromiso» de Machado con los valores democráticos y su «valiente» resistencia frente a la «persecución» del régimen de Nicolás Maduro. Según fuentes del PP, la declaración institucional encontró una acogida favorable en Vox y PNV, pero el veto de Sumar dinamitó cualquier posibilidad de consenso. El PSOE, por su parte, optó por una estrategia de dilación, dejando en el aire su postura final.
La controversia no se limita a la mera cuestión del reconocimiento. El PP pretendía, con esta declaración, poner en evidencia las fisuras dentro del bloque de Gobierno. Los populares consideran que el silencio inicial del Gobierno ante el Nobel y las críticas vertidas desde sectores de la izquierda evidencian una ambigüedad inaceptable frente a la situación política en Venezuela. En el texto propuesto, el PP denunciaba «la persistencia de un régimen autoritario responsable de la represión política, la pobreza generalizada y el exilio forzado de millones de venezolanos», y aseguraba que las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024 «consagraron a Edmundo González Urrutia como legítimo presidente de Venezuela».
El bloqueo de la declaración institucional plantea interrogantes sobre la cohesión de la mayoría parlamentaria y las diferentes sensibilidades dentro del Gobierno respecto a la crisis venezolana. Mientras que el PP acusa a Sumar de complicidad con el régimen de Maduro, desde Sumar se argumenta que la declaración propuesta era una instrumentalización política de un reconocimiento que debería estar por encima de las disputas partidistas.
La situación deja un sabor agridulce. El reconocimiento internacional a la lucha de María Corina Machado se ve empañado, al menos en el ámbito parlamentario español, por las divisiones políticas internas. La pregunta que resuena es si la defensa de los derechos humanos y la promoción de la democracia en Venezuela deben ser un terreno común o un campo de batalla ideológico en el Congreso de los Diputados.
El triste espectáculo del Congreso, una vez más, relegando un asunto de derechos humanos a la trinchera partidista, resulta, como mínimo, decepcionante. Que el reconocimiento a la lucha de María Corina Machado, figura clave en la oposición venezolana, se vea empañado por el **bloqueo de Sumar**, argumentando una supuesta «instrumentalización política», revela una miopía preocupante. ¿Acaso la defensa de la democracia en Venezuela no merece un consenso mínimo? ¿O es que la sombra de viejas afinidades ideológicas pesa más que la solidaridad con un pueblo oprimido? La **incapacidad de trascender las diferencias ideológicas**, en este caso, es un claro fracaso de la clase política española.
Más allá de las justificaciones de Sumar, la maniobra del PP tampoco está exenta de crítica. Convertir el homenaje en un arma arrojadiza contra el Gobierno, buscando evidenciar fisuras internas, es una estrategia burda que desvirtúa el gesto de reconocimiento. Si el objetivo era realmente apoyar a Machado y al pueblo venezolano, **se debería haber buscado un consenso real**, un texto que recogiera las sensibilidades de todos los grupos parlamentarios. En lugar de eso, se optó por una declaración incendiaria, que, previsiblemente, iba a ser vetada. El resultado es un **daño colateral para la causa venezolana** y una nueva muestra de la polarización que asola nuestra política.
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