Este jueves, 13 de marzo de 2025, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reunirá en el Palacio de La Moncloa con el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, en un encuentro marcado por la presión de la Unión Europea y la OTAN para incrementos substanciales en el gasto militar español. La cita se produce en un contexto de grandes expectativas, pero también de profundas desconfianzas, dado que las relaciones entre ambos partidos han estado en su punto más álgido de tensión en los últimos tiempos. El objetivo principal: informar a Feijóo sobre los acuerdos recientes del Consejo Europeo en materia de defensa y discutir los futuros compromisos de España.
La situación es apremiante. España se encuentra actualmente en lo más bajo de la tabla de inversión en defensa dentro de la OTAN, destinando solo un 1,28% de su PIB a este sector, lo que está muy por debajo del 2% al que Sánchez se comprometió antes de 2029. La Comisión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, exige un paradigma completamente nuevo: la inversión defensiva total de 650.000 millones de euros en cuatro años, que debe venir de los esfuerzos individuales de cada país, complementados por otros 150.000 millones en préstamos de la UE.
La reunión es aún más relevante porque, tras la cita con Feijóo, Sánchez se verá con otros grupos políticos, incluidos aquellos que se oponen abiertamente a cualquier incremento del gasto militar, tales como ERC, Podemos, Bildu y BNG. Este maratón de reuniones evidencia un esfuerzo del Gobierno para hallar una postura consensuada que refleje tanto la urgencia de cumplir con los compromisos internacionales como la diversidad de opiniones dentro del propio arco parlamentario español. Sin embargo, la falta de diálogo entre Sánchez y Feijóo durante los últimos 15 meses plantea serias dudas sobre la posibilidad de alcanzar un entendimiento que satisfaga a todas las partes.
El enfoque de Sánchez parece estar en buscar vías alternativas para financiar el gasto militar, incluyendo la chance de implementar instrumentos financieros innovadores, como eurobonos o fondos similares a los Next Generation. No obstante, el PP ha calificado estas propuestas como una «trampa» para dilatar los plazos y evitar responsabilidades, dejando entrever que una política de Estado deberá salir del propio Gobierno, sin subterfugios ni dilaciones.
El diálogo se desarrollará en un ambiente marcado por la desconfianza. Si bien ambos líderes comparten la necesidad de aumentar el gasto en defensa, se enfrentan a la difícil tarea de concordar los métodos y criterios para llevar a cabo este aumento. La proposición de Sánchez de abordar el gasto militar a través de una deuda mancomunada es vista con escepticismo por el PP, que insiste en que no puede haber acuerdos sin claridad sobre las intenciones del Gobierno. «Queremos saber cuál es su hoja de ruta», reclaman desde Génova.
El desenlace de esta reunión podría sentar un precedente en la política española contemporánea, llevando a un pacto necesario pero esquivo sobre la defensa nacional. Mientras tanto, la presión externa y las exigencias internas aumentan, dejando al Ejecutivo ante el reto de equilibrar las expectativas internacionales con una oposición decidida y cada vez más crítica.
La reunión de este jueves entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo representa no solo un intento de abordar la creciente presión por aumentar el gasto en defensa, sino también un síntoma de la profunda desconfianza que carcome el núcleo de la política española. La historia reciente nos ha mostrado que las diferencias entre el Gobierno y el principal partido de la oposición se traducen en una falta de diálogo constructivo que obstaculiza no solo la unidad nacional, sino también la capacidad del país para cumplir con sus compromisos internacionales en un contexto geopolítico cada vez más complejo. La voluntad manifestada por Sánchez de buscar innovadoras vías de financiación, como los eurobonos, es un enfoque audaz que, sin embargo, puede ser percibido por el PP como una evasión de la responsabilidad gubernamental. Este tipo de propuestas podría facilitar una financiación más efectiva, pero deben estar acompañadas de una transparencia total respecto a los objetivos y los plazos para que sean tomadas en serio por una oposición ya escéptica.
Sin embargo, al mirar más allá de la tensión política, es posible ver una oportunidad para construir un consenso que, a la vez que permita el incremento en defensa, aborde las preocupaciones legítimas de los partidos que se oponen a este aumento. La inclusión de voces de ERC, Podemos y otras formaciones que critican el gasto militar puede enriquecer el debate y asegurar que cualquier pacto futuro no sea visto solo como un capricho de los grandes líderes, sino como una verdadera construcción colectiva en favor de la seguridad nacional. No son tiempos para la confrontación, sino para la colaboración en un tema tan crucial. Revertir esta cultura de la desconfianza no es una tarea sencilla, pero es imperativo recordar que en la Unidad reside la fuerza, especialmente cuando de la defensa de nuestro país y de nuestros valores se trata.
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