La Delegación del Gobierno en Cantabria ha optado por no activar la Unidad Militar de Emergencias (UME) en la búsqueda del joven montañero leonés de 23 años, quien lleva desaparecido en la abrupta geografía de los Picos de Europa desde hace cuatro días. Esta decisión ha suscitado una fuerte reacción entre las autoridades regionales, que consideran que la movilización de efectivos militares hubiera aportado un valor añadido al operativo.
Ayer por la noche, el Gobierno de Cantabria había solicitado la incorporación de la UME al dispositivo de búsqueda, coordinado desde el puesto de mando en Sotres, Asturias. Sin embargo, la Delegación del Gobierno, bajo la dirección de Eugenia Gómez de Diego, rechazó la propuesta, argumentando que «en estos momentos hay efectivos suficientes y posibilidad de ampliarlos». Esta afirmación se basa en un informe de la Guardia Civil, que lidera las labores de búsqueda y asegura que son suficientes las fuerzas disponibles para continuar con los rastrillajes.
La decisión ha tomado a los responsables de Protección Civil de Cantabria por sorpresa. La consejera de Presidencia, Isabel Urrutia, ha expresado su descontento: «Me parece tremendo, me sorprende y de verdad que me cabrea y mucho«, declaró. Urrutia subrayó que la solicitud de apoyo de la UME era una recomendación de los técnicos de ambas comunidades, quienes se encontraban evaluando la situación en el campo, y que consideraron que la intervención de la UME sería pertinente dada la complejidad del terreno y las condiciones climáticas adversas.
Desde el inicio de las labores de búsqueda, las condiciones meteorológicas han presentado un desafío significativo para los equipos de rescate. La geografía montañosa de los Picos de Europa, conocida por su imprevisibilidad, ha dificultado las operaciones, aumentando la preocupación entre familiares y amigos del desaparecido. Las brigadas de rescate, compuestas por más de doscientos efectivos de emergencias de Cantabria y Asturias, junto con el Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil, han estado utilizando drones, perros de búsqueda y equipos de escalada para intentar localizar al joven.
A pesar del rechazo a incorporar a la UME, las autoridades han asegurado que seguirán trabajando intensamente y que cada recurso disponible será utilizado. El clima en la zona puede cambiar drásticamente, por lo que cada minuto cuenta en estas circunstancias críticas. La angustia de la familia y la comunidad montañera se siente palpable, y muchos se preguntan si la negativa a incluir a los efectivos de la UME limitará las posibilidades de éxito en la operación.
Con la llegada de las festividades, la sociedad española se encuentra expectante y solidaria. La situación de este joven ha conmovido a muchos, que a través de redes sociales han expresado su apoyo y esperanza para que pronto se logre su recuperación. Mientras tanto, las búsquedas continúan y la esperanza persiste, uniendo a muchas voces en un mismo deseo: que el joven montañero sea encontrado sano y salvo.
El reciente rechazo de la Unidad Militar de Emergencias (UME) para participar en la búsqueda del joven montañero en Picos de Europa es un claro ejemplo de los desafíos que enfrenta la coordinación entre las instituciones en situaciones críticas. Mientras que la Delegación del Gobierno argumenta que hay suficientes recursos disponibles, el descontento expresado por las autoridades regionales pone de manifiesto una falta de comunicación y una posible subestimación de la complejidad del terreno y las condiciones climáticas adversas. Esta situación genera una angustia adicional entre los familiares y amigos del desaparecido, que ven cómo se niega la posibilidad de sumar efectivos que, según los técnicos, podrían ser decisivos. La premisa de que la situación está bajo control no debería ser una justificación para reducir la capacidad de respuesta en un operativo de esta magnitud.
Aún en medio de la desesperación, la negativa de la UME no solo plantea interrogantes sobre la eficacia del operativo, sino que también trae a la luz la necesidad de revisar los protocolos de actuación en emergencias. La UME ha demostrado en ocasiones anteriores su valía en operaciones complejas, por lo que su exclusión podría considerarse irresponsable. Sin embargo, este incidente también destaca la importancia de una colaboración más fluida entre las distintas instancias de rescate, donde la humildad y la receptividad a las sugerencias pueden marcar la diferencia. En última instancia, se debe priorizar la vida y la seguridad del joven montañero sobre cualquier lógica administrativa; el tiempo apremia y cada minuto cuenta en la montaña, donde la esperanza es lo último que se debe perder.
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