El Partido Nacionalista Vasco (PNV) ha acogido con satisfacción la reciente decisión del Gobierno español de devolver la titularidad del histórico edificio de la Avenida Marceau de París, inmueble que se convirtió en la sede del Gobierno Vasco en el exilio durante la Guerra Civil. Esta acción, formalizada y publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE), se considera un hito significativo en la reclamación que la formación jeltzale ha estado impulsando durante décadas.
Este acuerdo se produce en cumplimiento de la Ley 20/22 de Memoria Democrática, que reconoce la inmensa vinculación histórica del PNV con el mencionado edificio, el cual fue adquirido en 1937 y ha sido un símbolo del nacionalismo vasco en tiempos difíciles. En un comunicado oficial, el partido ha manifestado que esta decisión representa un acto de «justicia» y un homenaje a los numerosos militantes y dirigentes que han mantenido vivas las demandas de restitución a lo largo de los años.
La Ejecutiva del PNV ha expresado su agradecimiento hacia todos los que han luchado por esta causa, subrayando que el anuncio del Consejo de Ministros es el reconocimiento de un esfuerzo colectivo. “Este es el mayor homenaje posible a quienes han trabajado incansablemente para que se haga justicia”, manifestaron. Para el partido, el edificio de la Avenida Marceau no solo representa un espacio físico, sino un bastión de la lucha por la autonomía y la identidad vasca.
A pesar de que el transferido de la propiedad es inmediato, se ha establecido que el Instituto Cervantes, que actualmente ocupa el inmueble, podrá continuar utilizándolo hasta el 31 de diciembre de 2030. Durante este periodo, el Gobierno español se comprometió a pagar al PNV una renta de mercado por el uso de las instalaciones, lo que asegura la viabilidad del edificio mientras se forma el futuro acuerdo de gestión.
Además, la decisión del Gobierno incluye compensaciones por la privación de otros inmuebles en Francia, que también forman parte de la historia del PNV y su relación con el exilio. Este gesto no solo refleja un avance en la política de memoria histórica, sino que también destaca el compromiso del Ejecutivo por corregir injusticias del pasado.
De acuerdo con los informes presentados al Gobierno, la compra original del edificio fue financiada con fondos recaudados por el PNV en 1936, antes de que se formalizara la existencia del Gobierno Vasco. Esta documentación refuerza la legitimidad de la titularidad del inmueble, sentando un precedente importante en el reconocimiento de la historia y la lucha del nacionalismo vasco.
En definitiva, la decisión del Gobierno español de devolver la propiedad del edificio de la Avenida Marceau al PNV no solo simboliza un acto reparador, sino que también abre nuevas puertas para el dialogo sobre la memoria colectiva y el futuro del nacionalismo vasco en el siglo XXI.
La reciente decisión del Gobierno español de devolver la titularidad del emblemático edificio de la Avenida Marceau al Partido Nacionalista Vasco (PNV) es un paso que, aunque celebrado, merece un análisis más profundo sobre las implicancias de la memoria histórica en España. A primera vista, el acto parece un reconocimiento necesario y justo a décadas de luchas por la restitución de un símbolo que representa no solo la historia del nacionalismo vasco, sino también un legado de resistencia y dignidad ante la adversidad. No obstante, este hecho plantea interrogantes sobre la coherencia del actual marco político en relación con la memoria colectiva y el papel del Estado en la reparación de agravios históricos. ¿Se trata de un gesto genuino o simplemente de un movimiento táctico en el tablero político español? La historia reciente nos ha enseñado que las decisiones en torno a la memoria histórica raramente son neutrales y siempre están cargadas de tensiones.
Además, el compromiso del Gobierno de permitir que el Instituto Cervantes permanezca en el edificio hasta 2030 y de pagar una renta de mercado plantea la cuestión de cómo se gestionará la transición de un espacio con tanta carga simbólica y política. Si bien resulta positivo que se garantice la viabilidad del edificio durante este periodo, es crucial que se considere qué uso se dará a este espacio a largo plazo. La gestión de la memoria no puede limitarse a una mera restitución de propiedades; debe ir acompañada de un enfoque proactivo en el que el pasado sirva para construir un futuro inclusivo y constructivo. En este sentido, el desafío para el PNV y para el Gobierno español será convertir este símbolo en un espacio de diálogo y reconciliación que trascienda las fronteras de un nacionalismo particular y que, en última instancia, contribuya a sanar las heridas aún abiertas entre las diversas identidades y narrativas que coexisten en el Estado español.
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