Marbella está a punto de vivir una revolución deportiva y económica. Ayer, la ciudad dio un golpe sobre la mesa al formalizar un acuerdo histórico entre el Ayuntamiento y la Fundación Marbella Fútbol Club para la construcción de un nuevo estadio municipal. Este ambicioso proyecto, que se levantará sobre los cimientos del antiguo Antonio Lorenzo Cuevas, promete ser mucho más que un simple campo de fútbol; será un catalizador de crecimiento y un símbolo de la nueva era marbellí.
La firma, presidida por la alcaldesa Ángeles Muñoz y el representante del Marbella FC, Esteban Granero, selló una inversión superior a los 114 millones de euros y una concesión demanial por 75 años. Muñoz, visiblemente emocionada, describió el día como un hito, un punto de inflexión que transformará la ciudad en un referente deportivo internacional. «Este estadio no solo albergará partidos, sino que será un motor económico, un imán para la inversión y un generador de empleo», afirmó la alcaldesa, destacando la visión de una Marbella moderna, ambiciosa y sostenible.
El nuevo estadio, con una capacidad para 10.000 espectadores, se extenderá sobre una superficie de 45.000 metros cuadrados y contará con más de 1.000 plazas de aparcamiento subterráneo. Pero su atractivo va mucho más allá del césped. El proyecto incluye zonas de restauración, áreas comerciales, un centro ‘wellness’ de alto rendimiento e instalaciones de acondicionamiento físico. La idea es crear un espacio vibrante y funcional durante todo el año, un punto de encuentro para residentes y turistas, un lugar donde el deporte y el ocio se fusionen.
El impacto socioeconómico previsto es considerable. Se estima que el estadio generará más de 2.000 empleos directos, indirectos e inducidos, con una contribución al PIB local que oscilará entre los 36 y los 50 millones de euros anuales. Este desarrollo se presenta como un revulsivo para la economía local, un impulso para el tejido empresarial y una oportunidad para consolidar el turismo deportivo como un motor de crecimiento.
La visión de Marbella es clara: convertirse en un ‘hub’ deportivo de primer nivel internacional. La ciudad aspira a atraer equipos de élite, organizar competiciones de prestigio y consolidarse como sede habitual de eventos deportivos de gran envergadura. El nuevo estadio será el epicentro de esta ambición, un escaparate para mostrar al mundo el potencial de Marbella como destino deportivo de referencia.
Además, el estadio servirá como hogar para la cantera del Marbella FC y otros clubes locales, proporcionándoles instalaciones modernas y adecuadas para su formación y desarrollo. «Queremos construir un hogar para nuestros deportistas, donde puedan crecer, competir y alcanzar sus sueños», subrayó la alcaldesa.
Esteban Granero, representante del club y exfutbolista profesional, agradeció la confianza del Ayuntamiento y destacó la magnitud del proyecto. «No existe en España un proyecto deportivo de esta envergadura», afirmó Granero, comprometiéndose a acelerar los plazos para que el estadio esté listo lo antes posible. Un proyecto, en definitiva, que promete transformar Marbella y consolidarla como un referente deportivo y económico en el panorama internacional.
La euforia que destila el anuncio del nuevo estadio de Marbella, con una inversión astronómica de 114 millones de euros, resulta, cuanto menos, cuestionable en el contexto actual. Si bien es innegable el potencial dinamizador que un proyecto de esta magnitud puede aportar a la economía local, resulta imperativo preguntarse si esta inversión faraónica es la prioridad que realmente necesita Marbella. ¿No sería más sensato destinar una parte significativa de esos recursos a abordar las necesidades más acuciantes de la población, como la mejora de la vivienda social, la sanidad pública o la lucha contra la exclusión social? La promesa de miles de empleos y un impacto millonario en el PIB se antoja, por el momento, una declaración de intenciones que habrá que ver si se materializa y, sobre todo, a qué precio.
Más allá de la grandilocuencia del proyecto, persiste la sombra de la especulación y la opacidad que históricamente han rodeado a este tipo de iniciativas en la Costa del Sol. La concesión demanial por 75 años a la Fundación Marbella Fútbol Club, con un exfutbolista profesional como representante, levanta suspicacias y exige la máxima transparencia en todo el proceso. Es fundamental que la ciudadanía esté informada y tenga la posibilidad de participar activamente en la supervisión de la construcción y gestión del estadio para evitar que se convierta en otro ejemplo de derroche de dinero público y beneficio privado. La aspiración de convertir a Marbella en un «hub deportivo de élite» no debería justificar una inversión desmedida que podría tener un impacto social mucho más relevante si se destinase a otras áreas.
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