Málaga se consolida como destino predilecto en el inicio del verano. El mes de junio ha arrojado datos de ocupación hotelera que superan las expectativas iniciales, situándose en un notable 88,14%, según datos revelados por Aehcos. Esta cifra no solo excede las previsiones del 84,91%, sino que también representa un ligero incremento, aunque significativo, de 0,27 puntos porcentuales en comparación con el mismo periodo del año anterior. Un resultado que, a priori, invita al optimismo y refleja la persistente demanda por la Costa del Sol.
Sin embargo, no todo son buenas noticias bajo el sol malagueño. Si bien la afluencia de turistas internacionales, que representan un robusto 70% del total, sigue siendo el motor principal del sector, un dato comienza a generar inquietud entre los empresarios: el descenso en el gasto medio por cliente. Este fenómeno, aunque sutil, podría estar anunciando un cambio en los hábitos de consumo y, por ende, impactar en la rentabilidad del sector.
El indicador clave para medir la salud económica del sector, el IBCA (Impacto Bruto medio por Cliente Alojado al día), ha descendido hasta los 141,71 euros en junio de 2025, una merma considerable si se compara con los 149,46 euros registrados en junio de 2024. Esta caída de casi 8 euros por cliente no solo diluye el efecto positivo del incremento de la ocupación, sino que también plantea interrogantes sobre las razones que la motivan. ¿Estamos ante un consumidor más sensible al precio, que prioriza ofertas de bajo coste? ¿O es el contexto inflacionario y el encarecimiento del transporte los que están redefiniendo el patrón de gasto turístico?
"El balance de junio es razonablemente positivo porque se han superado las previsiones iniciales y los datos del año pasado," comenta José Luque, presidente de Aehcos, "Pero el comportamiento previsto para julio y agosto, que son los meses más importantes para la rentabilidad del sector, nos genera incertidumbre. Dependemos más que nunca de las reservas de última hora”. Esta dependencia de las decisiones de último momento, influenciadas por factores externos y la búsqueda de la mejor oferta, añade un elemento de volatilidad al escenario turístico malagueño.
En cuanto a la distribución territorial, Torremolinos (95,73%), Mijas (92,48%), Benalmádena (92,36%) y Málaga capital (91,82%) se erigen como los municipios con mayores niveles de ocupación en junio, consolidando su atractivo como destinos de sol y playa, con la capital reforzada por su oferta cultural y de congresos.
No obstante, las previsiones para los meses de julio y agosto, tradicionalmente los más fuertes del verano, pintan un panorama menos optimista. Si bien julio se espera que se mantenga en niveles similares al año anterior (86,59% frente al 86,66% de 2024), agosto presenta una caída más pronunciada. La ocupación prevista para este mes se sitúa en un preocupante 83,88%, frente al 92,89% registrado en agosto de 2024, lo que supone una diferencia de 9 puntos porcentuales que podría impactar significativamente en la rentabilidad anual del sector. Ante esta situación, los empresarios hoteleros urgen a la implementación de una estrategia coordinada de promoción y medidas que impulsen la demanda nacional, buscando así una mayor estabilidad y menor dependencia de las fluctuaciones del mercado internacional.
Los datos de ocupación hotelera en Málaga para junio suponen un arma de doble filo. Si bien la consolidación de la Costa del Sol como destino turístico es innegable, la disminución del gasto medio por cliente alojado, reflejado en la caída del IBCA, debería encender todas las alarmas. No podemos seguir vendiendo Málaga únicamente como un destino de sol y playa barato, porque a la larga esta estrategia resulta insostenible y depaupera la calidad de la oferta turística. Se necesita urgentemente una reflexión profunda sobre el modelo turístico actual, buscando diversificar la oferta y apostar por un turismo de mayor calidad, capaz de apreciar y consumir los productos locales, la gastronomía y la cultura malagueña.
La dependencia de las reservas de última hora y la consecuente volatilidad del mercado son síntomas de una estrategia de promoción que necesita una revisión urgente. Resulta preocupante la drástica caída prevista en la ocupación para el mes de agosto, evidenciando una peligrosa dependencia del turismo extranjero y una falta de atractivo para el turismo nacional. Urge una apuesta decidida por la promoción de la provincia como destino cultural, gastronómico y experiencial, capaz de atraer a un público menos sensible al precio y más interesado en la riqueza y diversidad de Málaga. De lo contrario, seguiremos viviendo de los réditos de un modelo turístico agotado que, a la larga, perjudica tanto a la economía local como a la calidad de vida de los malagueños.
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