En un contexto muchas veces marcado por la rapidez y la inmediatez, la fundación Cudeca resplandece como un faro de esperanza y humanidad en Málaga. Desde su creación, ha trabajado incansablemente para transformar el último tramo de la vida de personas en situación terminal en un periodo lleno de dignidad y calidad, siguiendo su lema: “añadir vida a los días”. Este enfoque humanista no solo beneficia a aquellos que atraviesan esta difícil etapa, sino que también aporta una profunda lección sobre la empatía y la solidaridad en nuestra sociedad.
Bajo la dirección de su responsable asistencial, Rafael Gómez, Cudeca ha logrado implementar un modelo de atención que va más allá de los cuidados médicos. La fundación ofrece un acompañamiento integral que incluye soporte sanitario, sesiones de fisioterapia y atención psicológica. “Es fundamental proporcionar no solo medicina, sino también amor y compañía a quienes se encuentran en su último viaje”, indica Gómez. Esta visión se inspira en la experiencia personal de su fundadora, Joan Hunt, quien vivió en carne propia el deseo de ofrecer a su esposo cuidados más dignos durante su enfermedad.
Con el tiempo, Cudeca ha evolucionado para convertirse en un centro monográfico especializado en cuidados paliativos, garantizando que sus pacientes y sus familias accedan a un enfoque holístico en su atención. La fundación aboga por la idea de que “todas las vidas son valiosas” y que cada persona merece partir con la mayor dignidad posible.
En 2025, Cudeca ha lanzado la campaña #SoyCorazónCudeca, cuyo objetivo es ampliar la cobertura de sus servicios y llegar a 211 pacientes más que en el año anterior. Para financiar este ambicioso plan, la fundación recurre a la generosidad de la comunidad y al apoyo de empresas locales que desean contribuir a esta noble causa. “Los recursos son limitados, y hacemos un llamado a la responsabilidad social. Se necesitan camas, material sanitario y, sobre todo, más manos solidarias que se sumen a nuestro equipo”, enfatiza Gómez.
Entre las empresas que se han alineado con Cudeca se encuentran Fundación La Caixa, Cajamar, Unicaja y Oximesa, quienes a través de donaciones y eventos de recaudación de fondos, aportan su granito de arena para que la fundación continúe su labor. Esta colaboración demuestra que el tejido empresarial de Málaga está dispuesto a involucrarse en acciones que mejoren la calidad de vida de sus ciudadanos, incluso en los momentos más duros.
La necesidad de atención y acompañamiento en las últimas etapas de la vida es un tema que nos concierne a todos. Rafael Gómez concluye con una reflexión poderosa: “Todos, en algún momento, necesitamos de manos que nos cuiden y personas que nos acompañen. Este es un compromiso solidario que debemos abrazar colectivamente”. La labor de Cudeca no solo se trata de cuidar a los enfermos, sino de recordar a la sociedad la importancia de ofrecer un adiós digno y lleno de amor.
Así, en medio de las numerosas adversidades del mundo actual, Cudeca se erige como un ejemplo viviente de que, con empatía y acción conjunta, es posible mejorar la vida de quienes se enfrentan al final de su camino, y por ende, enriquecer la humanidad de toda una comunidad.
La labor de la fundación Cudeca es, sin duda, una luz de esperanza en Málaga, especialmente en un tiempo donde la deshumanización y la individualidad parecen dominar nuestras interacciones cotidianas. Su enfoque centrado en “añadir vida a los días” es un recordatorio poderoso de que no solo se trata de prolongar la existencia, sino de hacer que los últimos momentos sean dignos y llenos de amor. Este modelo de cuidados paliativos, que integra la medicina con la empatía y el acompañamiento emocional, constituye un ejemplo inspirador para otros ámbitos de la sanidad. Sin embargo, es crucial que la comunidad no se limite a reconocer su importancia solo en tiempos de enfermedad; debemos cultivar una cultura de solidariedad que no espere a que la necesidad apremie, sino que se anticipe a ella, promoviendo un involucramiento continuo en iniciativas como la campaña #SoyCorazónCudeca.
A pesar de los logros de Cudeca, la realidad es que su capacidad para atender a más pacientes depende en gran medida de la voluntad y responsabilidad de la sociedad. El llamado de Rafael Gómez para movilizar recursos y apoyo es un recordatorio doloroso de que el sistema de salud, incluso en sus facetas más humanitarias, está abarrotado de límites financieros. Es imperativo que tanto el sector privado como los ciudadanos se comprometan no solo momentáneamente, sino de manera continua, a que la atención paliativa no sea vista como un lujo, sino como un derecho fundamental. La grandeza de Cudeca reside en su misión, pero su futuro depende de nuestra disposición colectiva a proveer los recursos necesarios para que esa misión perdure, recordándonos que la verdadera calidad de vida va más allá de la mera existencia: es un viaje compartido hacia un final lleno de dignidad.
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