Madrid, 24 de enero de 2025.- En un contexto global cada vez más incierto, la reciente amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles sobre una amplia gama de mercancías provenientes de Europa ha encendido las alarmas en el sector económico español. Según un informe elaborado por la consultora Llorente y Cuenca, los sectores de la alimentación, bienes de equipo y manufacturas de consumo son los más susceptibles a sufrir las consecuencias de estas acciones comerciales.
El informe destaca la importancia de mantener la cohesión dentro de la Unión Europea (UE) en el ámbito de la política comercial. Un enfrentamiento bilateral entre EE. UU. y sus aliados europeos podría debilitar no solo la posición económica de los países involucrados, sino también la influencia global que Europa ha mantenido en los últimos años. La consultora enfatiza que la fragmentación de relaciones comerciales podría resultar perjudicial, no solo para las exportaciones, sino también para la estabilidad económica en su conjunto.
En 2023, las exportaciones de España a Estados Unidos alcanzaron un monto significativo de 18.907 millones de euros, representando un 4 % del total de las exportaciones que EE. UU. recibe de la UE. Sin embargo, el país ibérico registró un preocupante déficit comercial de 5.630 millones de euros, lo cual pone de relieve la dependencia de sectores clave que podrían ver rápidamente deteriorada su situación si se implementan sanciones arancelarias.
Particularmente, las áreas de alimentación y manufacturas de consumo han demostrado resiliencia en el pasado, logrando saldos positivos en el intercambio comercial. Sin embargo, con la amenaza de aranceles del 25% a ciertos productos, el impacto podría ser devastador, afectando directamente a la competitividad de estos sectores en el mercado estadounidense.
El turismo, uno de los pilares fundamentales de la economía española, también podría verse afectado. Con la llegada de 3,89 millones de visitantes estadounidenses en 2023, la escalada de tensiones comerciales podría tener un efecto disuasorio en futuras visitas, comprometiendo así no solo los ingresos por turismo, sino la proyección internacional del país como destino turístico de referencia.
Además de los sectores mencionados, los servicios empresariales, el transporte y las telecomunicaciones son otros aspectos que podrían salir perjudicados. Si el clima de inversión se complica, atraer capital estadounidense se convierte en un reto todavía mayor, lo que supondría un duro golpe para la economía española.
A pesar de los desafíos que plantea el actual escenario, el informe también sugiere que la geoestrategia de España podría jugar un papel clave en este contexto. La ubicación geográfica del país le brinda oportunidades únicas para reforzar su estatus como un aliado esencial en las transacciones transatlánticas. La mejor coordinación entre las naciones europeas será esencial para no solo mitigar el impacto de las medidas proteccionistas de EE. UU., sino también para convertir la crisis en una oportunidad.
En definitiva, la amenaza de Donald Trump para imponer aranceles preocupa, pero también resalta la necesidad de una estrategia comercial unificada por parte de la UE. La resiliencia y la adaptación de los sectores más afectados serán vitales en este nuevo reto global.
La reciente amenaza de aranceles por parte de Donald Trump representa un eco inquietante de un proteccionismo crecientemente tenso en el comercio internacional, uno que podría tener consecuencias devastadoras para la economía española. A pesar de que los datos sobre exportaciones y turismo alarman, la respuesta del gobierno español y de la Unión Europea en su conjunto parece ser insuficiente. La falta de una estrategia cohesiva y contundente que no solo aborde los impactos inmediatos, sino que también contemple un enfoque a largo plazo, es a todas luces preocupante. La dependencia de sectores críticos, como el de la alimentación y las manufacturas, no puede definirse solamente en cifras; es un reflejo de la vulnerabilidad de un país que se encuentra atrapado entre los vaivenes de la política exterior estadounidense y la falta de unidad en su propia zona euro.
Sin embargo, existe en este desafío también una oportunidad que no deberíamos desaprovechar. La ubicación geográfica de España, su diversidad cultural y su capacidad de adaptación al cambio pueden actuar como un catalizador para establecerse como un actor esencial en las relaciones transatlánticas. La clave radica en fomentar una colaboración más estrecha entre los países de la UE, no solo en términos de políticas comerciales, sino también en la creación de un entorno propicio para la inversión extranjera. Fomentar el diálogo y el entendimiento mutuo puede convertirse en un antídoto a las medidas proteccionistas, y es fundamental que España, aprovechando su potencial geoestratégico, lidere un enfoque que transforme esta crisis en una oportunidad, revitalizando su imagen como un destino atractivo y seguro para la inversión y el turismo. La resiliencia económica no es solo una cuestión de resistir, sino de reinventar futuros posibles en tiempos de incertidumbre global.
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