Málaga, 25 de julio de 2025 – La Universidad de Málaga (UMA) vibró ayer con la solemnidad de un acto académico que quedará grabado en su historia: la investidura del renombrado economista Jorge Martínez-Vázquez como doctor honoris causa. Un reconocimiento que trasciende los muros universitarios para proyectarse como un faro de inspiración para las futuras generaciones de economistas y servidores públicos. El evento, presidido por el rector Teodomiro López, congregó a una pléyyade de figuras influyentes del ámbito académico e institucional, testimoniando la profunda huella que Martínez-Vázquez ha labrado a lo largo de cuatro décadas de incansable dedicación.
La trayectoria de Martínez-Vázquez, un gallego de Vilagarcía que conquistó el mundo con su intelecto y compromiso, es un relato fascinante de aplicación del conocimiento económico a la resolución de problemas reales. Desde su trabajo con gigantes como el Banco Mundial, la ONU y el FMI, hasta su asesoramiento a gobiernos de la talla de Estados Unidos, México, China y Sudáfrica, su labor ha impactado positivamente en la vida de millones de personas. Su legado no se limita a los informes y las políticas implementadas, sino que se extiende a la formación de nuevas generaciones de economistas, como Regents Professor y director emérito del International Center for Public Policy en la Georgia State University, donde fundó la prestigiosa Escuela de Verano en colaboración con el Instituto de Estudios Fiscales.
Más allá de su brillante carrera internacional, Martínez-Vázquez ha mantenido un firme compromiso con la Universidad de Málaga, un lazo que se ha fortalecido durante más de 20 años a través de colaboraciones fructíferas con el departamento de Hacienda Pública. Sus aportaciones conjuntas en publicaciones y programas de formación han enriquecido el debate académico y han contribuido a formar profesionales altamente cualificados. El catedrático José Sánchez Maldonado, padrino del acto, destacó su papel fundamental en el proceso de descentralización fiscal y su capacidad para tender un puente entre la teoría económica y la implementación de políticas públicas eficaces.
En su discurso de aceptación, titulado "El arte de la reforma tributaria", Martínez-Vázquez ofreció una profunda reflexión sobre el papel de la economía al servicio del bienestar ciudadano. Abogó por una nueva métrica del éxito, que no se limite al crecimiento económico, sino que ponga el foco en la mejora de la calidad de vida de las personas. Por su parte, el rector Teodomiro López enfatizó la necesidad de fortalecer la inversión en las universidades públicas, reconociéndolas como un pilar fundamental para el desarrollo del capital humano y la cohesión social. La investidura de Jorge Martínez-Vázquez como doctor honoris causa no es solo un reconocimiento a su trayectoria, sino también un renovado compromiso de la UMA con la excelencia académica y el servicio a la sociedad.
La concesión del doctorado honoris causa a Jorge Martínez-Vázquez por la UMA, más allá de la loa habitual a una trayectoria profesional exitosa, plantea una reflexión necesaria sobre el papel de la universidad pública en la promoción de modelos económicos. ¿Estamos ante un reconocimiento merecido a un experto que ha trabajado con instituciones como el Banco Mundial y el FMI, o ante una legitimación implícita de las políticas económicas que estas entidades han promovido, a menudo con resultados cuestionables en términos de desigualdad y justicia social? Celebrar la influencia global de Martínez-Vázquez sin un análisis crítico de las consecuencias de sus «reformas tributarias» a nivel internacional podría interpretarse como una adhesión acrítica a un paradigma económico neoliberal que necesita ser revisado en profundidad.
El discurso de Martínez-Vázquez, abogando por una «nueva métrica del éxito» centrada en la calidad de vida, suena a un giro retórico interesante, pero resulta difícil de reconciliar con su historial de trabajo para instituciones que históricamente han priorizado el crecimiento económico por encima del bienestar social. La UMA, al investirle, tiene la oportunidad y la responsabilidad de fomentar un debate honesto sobre estos temas, evitando la mera celebración del *establishment* económico y promoviendo un pensamiento crítico que cuestione las bases del sistema. De lo contrario, corremos el riesgo de que este reconocimiento se perciba como una operación de imagen más que como un verdadero compromiso con la excelencia académica y el servicio a una sociedad que clama por alternativas económicas más justas y sostenibles.
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