El mundo de la informática en Málaga está de enhorabuena. La catedrática Inmaculada García Fernández, del Departamento de Arquitectura de Computadores de la Universidad de Málaga (UMA), ha sido distinguida con el prestigioso Premio Nacional de Informática José García Santesmases, un reconocimiento a toda una vida dedicada a la excelencia científica y al fomento de la informática en nuestro país. El anuncio, realizado ayer, 21 de julio, por la Sociedad Científica Informática de España (SCIE) y la Fundación BBVA, pone de manifiesto la importancia del trabajo realizado por la profesora García Fernández, consolidándola como una figura clave en el panorama tecnológico español.
Pero, ¿qué ha hecho exactamente Inmaculada García Fernández para merecer este galardón? Su trayectoria, ligada a la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la UMA, se ha centrado en áreas de vanguardia como la computación de altas prestaciones y los algoritmos de optimización, encontrando aplicaciones prácticas en una amplia gama de disciplinas científicas y tecnológicas. Su habilidad para traducir la investigación teórica en soluciones tangibles ha sido especialmente valorada por el jurado, así como su constante liderazgo en destacadas sociedades científicas.
La influencia de García Fernández se extiende más allá de sus investigaciones. Su paso por la presidencia de la SCIE (2020–2024), la presidencia de la Sociedad de Arquitectura de Computadores (SARTECO), y su coordinación del área de Ciencias de la Computación y Tecnologías Informáticas de la ANEP, son solo algunos ejemplos de su compromiso con el desarrollo y la consolidación del sector. Además, su labor como presidenta de la Comisión de Acreditación de Catedráticos y Titulares de Universidad de la ANECA ha sido fundamental para la evaluación y mejora del sistema universitario español. Este premio no solo reconoce su trayectoria individual, sino también su inestimable contribución al fortalecimiento del ecosistema investigador y académico en informática en España. La ceremonia de entrega se celebrará el 22 de octubre, un día que promete ser histórico para la informática malagueña.
El Premio Nacional de Informática a Inmaculada García Fernández es, sin duda, un motivo de celebración para la UMA y para la comunidad tecnológica malagueña. Sin embargo, más allá del comprensible orgullo local, cabría preguntarse si este reconocimiento, aunque merecido por su dilatada trayectoria y contribuciones a la computación de altas prestaciones, sirve realmente para **impulsar una reflexión más profunda sobre el estado de la investigación y la innovación en nuestro país**. ¿Estamos verdaderamente traduciendo estos logros individuales en un ecosistema que favorezca la retención del talento y la creación de valor a largo plazo? La respuesta, lamentablemente, sigue siendo incierta, y es ahí donde reside el verdadero desafío.
Si bien la labor de García Fernández como presidenta de la SCIE y en la ANECA es encomiable, y su premio un ejemplo a seguir, no debemos obviar que estos reconocimientos, a menudo, parecen circunscribirse a los círculos académicos e institucionales, sin llegar a permear suficientemente en la sociedad. **Necesitamos urgentemente un puente más sólido entre la investigación de vanguardia y las necesidades reales del tejido productivo**, evitando que el conocimiento generado en la UMA y otras universidades se diluya en publicaciones indexadas sin un impacto tangible en la economía local y nacional. Celebrar es importante, pero transformar la admiración en políticas efectivas que fomenten la innovación real es imperativo.
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