Un nuevo incidente de violencia sacude la Unidad de Salud Mental del Hospital Marítimo de Torremolinos, reabriendo el debate sobre la seguridad tanto de pacientes como del personal sanitario. El pasado viernes, un paciente ingresado en la unidad propinó un puñetazo a otra usuaria, quien requirió atención urgente en el Hospital Clínico debido a las lesiones sufridas. La noticia, denunciada hoy por el sindicato CSIF, ha generado indignación y preocupación ante la aparente vulnerabilidad del centro.
La víctima, según fuentes del sindicato, se encontraba caminando por un pasillo acompañada por un familiar cuando fue atacada sin mediar palabra por el agresor, quien llevaba varias semanas ingresado en la unidad psiquiátrica. Este suceso ha desatado una ola de críticas hacia la gestión de la seguridad en el Hospital Marítimo, un centro que, según CSIF, presenta «inadecuados criterios de ingreso» y una convivencia de perfiles de pacientes que a menudo genera situaciones de riesgo.
El sindicato CSIF ha alzado la voz ante lo que considera una situación insostenible. Recuerdan que no es la primera vez que se producen incidentes de este tipo en el centro. En 2022, dos trabajadores resultaron heridos tras una agresión, lo que llevó a un refuerzo temporal de la seguridad que, lamentablemente, no se mantuvo. Ahora, exigen a la dirección del hospital y al Servicio Andaluz de Salud (SAS) una actuación «inmediata y definitiva» que garantice la integridad física y psicológica de todos los presentes en el Hospital Marítimo.
Entre las medidas propuestas por CSIF se encuentran la instalación de una mampara de seguridad en el pabellón 2, considerado una zona especialmente vulnerable; la reparación y correcto funcionamiento de los pulsadores antipánico, que actualmente fallan en situaciones de emergencia; y, sobre todo, un aumento significativo del personal de seguridad, para garantizar una presencia suficiente y eficaz ante cualquier eventualidad. La sombra de la inseguridad planea sobre el Hospital Marítimo, y la exigencia de soluciones se vuelve cada vez más apremiante. El tiempo apremia, y la salud y la seguridad de pacientes y profesionales no pueden esperar.
Resulta alarmante que, una vez más, la Unidad de Salud Mental del Marítimo de Torremolinos se convierta en escenario de violencia, exponiendo una falla sistémica en la protección de quienes, por su condición, son doblemente vulnerables. **La recurrencia de estos incidentes no puede atribuirse a la mera casualidad, sino a una gestión negligente que prioriza el ahorro a la seguridad y bienestar de pacientes y personal sanitario**. Si bien es cierto que el entorno psiquiátrico presenta desafíos inherentes, la inacción y la falta de recursos adecuados no solo exacerban estos riesgos, sino que erosionan la confianza en un sistema que debería brindar contención y cuidado. La consiguiente sensación de desprotección entre los profesionales, quienes deben lidiar a diario con situaciones complejas, impacta negativamente en la calidad de la atención y contribuye a un círculo vicioso de precariedad.
La tibia respuesta del Servicio Andaluz de Salud (SAS) ante estas denuncias es inaceptable. No basta con parches temporales o promesas vacías; se requiere una inversión real y sostenida en recursos humanos y materiales. **La propuesta de CSIF, que incluye la instalación de mamparas de seguridad y la reparación de los pulsadores antipánico, son medidas básicas que deberían haber sido implementadas hace tiempo**. Pero, más allá de lo tangible, es fundamental abordar la raíz del problema: una política de ingresos laxa que, según las denuncias, agrava la conflictividad interna. Urge una revisión exhaustiva de los protocolos, una formación continua del personal en gestión de crisis y, sobre todo, un compromiso firme con la dignidad y la seguridad de todos los implicados. Porque, al final, la salud mental no es un gasto, sino una inversión en una sociedad más justa y cohesionada.
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