Según el informe de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), retrasar la edad de jubilación puede tener consecuencias negativas en la salud y en la economía de la sociedad. Aunque en un principio pueda parecer una medida beneficiosa para la sostenibilidad del sistema de pensiones, los resultados obtenidos muestran que este aumento en la edad de retiro puede aumentar significativamente el riesgo de morir en las edades comprendidas entre los 60 y 69 años. Este dato es alarmante, especialmente para aquellas personas que desempeñan trabajos físicamente exigentes o que sufren altos niveles de estrés emocional y mental.
Es importante tener en cuenta que, a pesar de los posibles ahorros fiscales derivados de retrasar la jubilación y reducir la duración de los pagos de pensiones, estas medidas pueden tener un impacto negativo en la esperanza de vida de la población. De acuerdo con el estudio, el aumento en la edad de jubilación puede adelantar en promedio la edad de morir en 0,46 años, lo que se traduce en una pérdida social valorable en miles de euros. Este aspecto cobra relevancia al compararlo con los beneficios económicos que se obtendrían a través de las cotizaciones sociales adicionales y los ingresos fiscales generados por la prolongación de la vida laboral.
Además, el informe destaca que la reforma de retrasar la edad de jubilación puede conducir a una mortandad temprana que resulta en ahorros significativos para la Seguridad Social en términos de pagos de pensiones. Sin embargo, si se analiza en conjunto el impacto económico y social de esta medida, se concluye que los ahorros fiscales no compensan la pérdida social asociada a la reducción de la esperanza de vida. Por lo tanto, es crucial evaluar detenidamente las implicaciones de prolongar la edad de retiro y considerar alternativas que no pongan en riesgo la salud y el bienestar de los trabajadores.
El informe de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) sobre el retraso de la edad de jubilación plantea preocupantes consecuencias para la salud y la economía de la sociedad. A pesar de la aparente lógica detrás de esta medida en términos de sostenibilidad del sistema de pensiones, los datos presentados revelan un aumento significativo en el riesgo de morir durante las edades de 60 a 69 años. Esto pone de manifiesto la necesidad de considerar no solo los aspectos financieros, sino también los impactos en la salud y bienestar de los trabajadores.
La evidencia presentada en el informe sugiere que el retraso de la edad de jubilación puede tener un impacto negativo en la esperanza de vida de la población. Aunque se puedan obtener ahorros fiscales a corto plazo, el costo social de la reducción de la vida activa de los individuos es incalculable. Por lo tanto, es esencial analizar de manera integral las implicaciones de prolongar la vida laboral y explorar alternativas que no comprometan la salud y el bienestar de los trabajadores. La prioridad debe ser encontrar un equilibrio entre la sostenibilidad económica y el cuidado de la salud de la sociedad.
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