Milán rugió anoche, y no precisamente por la moda. El AC Milan, liderado por un veterano Luka Modric que parece inmune al paso del tiempo, propinó un golpe de autoridad al vigente campeón, el Napoli de Antonio Conte, arrebatándole el liderato en un partido cargado de tensión y emociones. Un 2-1 que sabe a gloria en el Giuseppe Meazza y que enciende la chispa de la ilusión en la afición rossonera.
El encuentro, un auténtico choque de trenes entre dos aspirantes al Scudetto, comenzó con un Milan enchufado. Christian Pulisic, el extremo estadounidense que está demostrando su valía en Italia, fue un puñal por la banda izquierda, desbordando constantemente y generando peligro. De sus botas nació el primer gol, un centro medido al segundo palo que Saelemaekers no desaprovechó, fusilando a Meret y desatando la euforia en las gradas. El Milan dominaba, controlando el ritmo del partido con un Modric imperial en la medular, distribuyendo el juego con precisión y maestría.
La ventaja se amplió al filo de la media hora, nuevamente con Pulisic como protagonista. Una jugada coral por la izquierda culminó con un pase atrás de Fofana que el estadounidense aprovechó para batir a Meret con un disparo raso y colocado. El 2-0 parecía encarrilar el partido para los locales, pero el fútbol, como siempre, tenía reservada una sorpresa.
La segunda mitad fue un ejercicio de resistencia para el Milan. La expulsión de Estupiñán en el minuto 57, tras cometer un penalti sobre Di Lorenzo, cambió por completo el panorama. De Bruyne, desde los once metros, no perdonó y acortó distancias, metiendo de lleno al Napoli en el partido. A partir de ahí, un asedio constante sobre la portería defendida por Maignan.
El Napoli se volcó al ataque, encerrando al Milan en su área y buscando desesperadamente el empate. Allegri, consciente de la situación, dio entrada a Leao, que regresaba tras una lesión, para intentar aprovechar alguna contra y dar aire a su equipo. Sin embargo, el dominio visitante era abrumador. Neres, con un disparo lejano, estrelló el balón en el larguero, desatando un suspiro de alivio en San Siro. El temple y la experiencia de Luka Modric fueron fundamentales para mantener la calma y conducir al Milan hacia la victoria. El croata, con su visión de juego y su capacidad para aguantar el balón, permitió a su equipo respirar en los momentos más críticos.
El pitido final desató la alegría en San Siro. El Milan había resistido con uñas y dientes, sumando tres puntos importantísimos que le catapultaron al liderato. Una victoria que va más allá de lo deportivo, un triunfo que revitaliza a un equipo que busca reverdecer viejos laureles y que, gracias a la veteranía de Modric y la juventud de Pulisic, se permite soñar con grandes cosas. El camino es largo, pero el Milan ha dado un golpe sobre la mesa. El campeón ha caído, y San Siro ruge con fuerza.
La victoria del Milan sobre el Napoli, sin duda, representa un soplo de aire fresco para la Serie A y para un club que necesita urgentemente reconectar con la grandeza. Sin embargo, elevar esta victoria al olimpo futbolístico, tachándola de golpe de autoridad definitivo, me parece un tanto prematuro. El Napoli, aunque campeón defensor, ha mostrado flaquezas preocupantes esta temporada, y una expulsión condicionó enormemente el desarrollo del partido. Si bien la veteranía de Modric y el descaro de Pulisic son elementos a destacar, el Milan deberá demostrar consistencia a lo largo de la temporada para validar este triunfo como un verdadero punto de inflexión y no una mera anécdota.
Más allá del resultado inmediato, me preocupa la dependencia que el Milan parece tener de individualidades como Modric y Pulisic. Si bien la calidad individual es crucial, un proyecto ganador a largo plazo debe fundamentarse en un juego colectivo sólido y una cantera prolífica. ¿Está el Milan construyendo realmente sobre estas bases o se limita a buscar soluciones puntuales en el mercado de fichajes? La euforia en San Siro es comprensible, pero la directiva y el cuerpo técnico deben ser conscientes de que el camino hacia la reconstrucción total es arduo y exige un enfoque más holístico que la simple contratación de estrellas veteranas o jóvenes promesas.
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