La situación en el Hospital Virgen de la Victoria de Málaga se ha tornado insostenible, según lo denunciado por el sindicato de enfermería Satse este miércoles. La organización ha puesto de relieve la grave saturación que atraviesan las unidades de Críticos y Hospitalización, describiendo un panorama alarmante donde los pacientes permanecen en Urgencias más de 60 horas, a la espera de una cama que permita su ingreso adecuado. En este escenario, el hospital está obligado a desplegar prácticas que ponen en riesgo la calidad del cuidado, como el uso de camas ‘X’, que significa alojar más pacientes de los que corresponden por módulo, generando un caos organizativo sin precedentes.
El sindicato ha indicado que, en la Observación de Urgencias, el número de camas está completo y que los síntomas de la crisis se muestran en la presencia de pacientes «sobre camillas y en mal estado general». Esta situación ha llevado a un aumento significativo en las cargas de trabajo del personal, impactando no solo el seguimiento de los pacientes, sino también la calidad de atención que se les puede ofrecer. A la fecha, hay al menos 70 pacientes pendientes de ser encamados en el área de Cuidados Críticos, con diagnósticos tan serios como accidentes cerebrovasculares y fibrilación auricular, lo que exige respuestas inmediatas y concretas de las autoridades.
La situación de los pacientes resulta angustiosa, pues algunos han estado esperando hasta 70 horas para obtener una cama, en medio de condiciones que agravan patologías como insuficiencia cardíaca congestiva y complicaciones respiratorias. La unidad de Ictus también se encuentra a su máxima capacidad, con ocho camas ocupadas y cuatro pacientes que requieren traslado a planta, ausente por la saturación imperante del centro. Estas demoras llevan a situaciones de riesgo que ponen en jaque tanto la salud de los pacientes como la integridad del sistema sanitario en general.
Satse ha enfatizado que la actual crisis está marcada por una falta evidente de profesionales en el hospital, lo que incide directamente en la calidad de la atención ofrecida. En este contexto, se han lanzado alertas urgentes a las autoridades para que intervengan de inmediato, proponiendo la contratación de personal adicional que permita abrir todas las camas disponibles y alivie la presión sobre el equipo médico. «Los pacientes no deberían sufrir las consecuencias de una mala planificación», afirman desde el sindicato, subrayando la necesidad de previsión y adecuación en la atención sanitaria.
En respuesta a estas acusaciones, el Hospital Virgen de la Victoria ha reconocido que el momento actual es un periodo de alta frecuentación en sus instalaciones, reflejando un incremento en los casos de gripe, COVID-19 y diversos procesos virales, que afectan principalmente a los grupos de mayor riesgo. A través de un comunicado, el hospital ha asegurado que todos los recursos disponibles están en uso, indicando que los profesionales están trabajando a plena capacidad para intentar atender las crecientes necesidades de la población.
El hospital también ha querido agradecer la dedicación del personal y la comprensión de los pacientes y sus familias durante esta crisis. Sin embargo, es evidente que tanto la comunidad sanitaria como los usuarios esperan que se tomen medidas que garanticen una atención adecuada y digna para todos, especialmente en momentos tan críticos como los que se viven actualmente.
La crisis de saturación en el Hospital Virgen de la Victoria no es un fenómeno aislado, sino una manifestación palpable del deterioro de nuestro sistema sanitario, que ha sido sistemáticamente desatendido por las autoridades. La denuncia del sindicato de enfermería Satse es un grito de alerta que no podemos ignorar; la espera de más de 60 horas para ser ingresado en un hospital representa una violación básica del derecho a la salud. Este escenario pone de relieve no solo la carencia de profesionales, sino también una grave deficiencia en la planificación y gestión de recursos, que debe abordarse con urgencia. La incapacidad de garantizar una atención digna y eficiente a los pacientes es inaceptable y debería provocar una crisis de conciencia en aquellos que tienen el poder de instaurar cambios significativos en la política de salud de nuestra comunidad.
Si bien es cierto que el Hospital ha reconocido la situación como un periodo de alta frecuentación, esta justificación debe ser matizada, ya que las emergencias sanitarias no son novedades en el ámbito hospitalario. La falta de recursos y personal es un problema crónico que no puede ser abordado simplemente agradeciendo la dedicación del equipo médico. Necesitamos una respuesta contundente y, sobre todo, proactiva por parte de las autoridades sanitarias; esto implica no solo contratar personal adicional para aliviar la carga, sino también implementar una estrategia de planificación que contemple la posibilidad de atender picos de demanda en el futuro. De otro modo, continuaremos condenando a nuestros ciudadanos a un sistema de salud que, lejos de curar, les somete a condiciones indignas y peligrosas. La situación actual exige mucho más que palabras; exige acción.
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