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Estepona revive el verano con esculturas de mármol XXL de Quiñones.

Estepona revive el verano en mármol. La exposición ‘Quiñones: Al Origen’ transforma objetos playeros en monumentales esculturas, evocando la nostalgia de la infancia y la tradición cantería.

Estepona se Rinde al Mármol y a la Nostalgia del Verano con la Exposición ‘Quiñones: Al Origen’

El Mirador del Carmen de Estepona se prepara para un estallido de recuerdos estivales. Este viernes, se inaugura ‘Quiñones: Al Origen’, la primera exposición individual del aclamado escultor Juan Miguel Quiñones, un artista que ha conquistado la escena internacional gracias a su singular reinterpretación de los objetos veraniegos, transformándolos en monumentales esculturas de mármol. A partir del sábado 2 de agosto, los visitantes podrán sumergirse en un universo donde helados gigantes, aletas de buceo de proporciones épicas y tablas de surf de mármol narran historias de infancia y veranos inolvidables.

La muestra, que permanecerá abierta al público hasta el 14 de diciembre, promete un viaje a través de la memoria colectiva. 180 piezas esculpidas en mármol, cada una un meticuloso ejercicio de nostalgia y maestría técnica, llenarán el espacio del Mirador del Carmen. Quiñones, originario de Vejer de la Frontera y criado en Estepona, regresa a sus raíces para celebrar la idiosincrasia de la Costa del Sol, ese paraíso reinventado para el disfrute y el relax. Imaginen la textura fría del mármol, imitando la suavidad derretida de un helado o la curvatura perfecta de una aleta, cada detalle meticulosamente trabajado para evocar la esencia del verano.

Un Reencuentro con la Infancia y la Tradición Marmolista

Mariella Franzoni y Flor Reiners, las comisarias de la exposición, describen ‘Quiñones: Al Origen’ como una «utopía del verano y el tiempo detenido entre playa, sol y juego». La muestra, que explora el vínculo profundo del artista con su tierra natal y la tradición cantería, se divide en seis núcleos temáticos: Origen, Bocetos, La Fábrica del Verano, Punta de la Plata, Mar y Sierra, y Cuando Calienta el Sol. Cada sección ofrece una perspectiva única sobre la obra de Quiñones, desde sus primeras inspiraciones hasta las técnicas innovadoras que emplea para dar vida a sus esculturas.

Más allá de la mera representación de objetos cotidianos, la obra de Quiñones propone una reflexión sobre el consumo, la memoria y la identidad de un territorio marcado por el turismo y la cultura del ocio. Es un diálogo entre el pasado y el presente, entre la tradición marmolista y la vanguardia artística, un reencuentro simbólico entre el artista y Estepona, la ciudad que lo vio crecer y que ahora celebra su talento. No pierdan la oportunidad de sumergirse en este universo de mármol y nostalgia, una experiencia que despertará sus propios recuerdos de veranos pasados y les invitará a reflexionar sobre el significado del tiempo libre y la memoria colectiva.

La exposición de Quiñones en Estepona, con su despliegue de mármol y reminiscencias veraniegas, se presenta como un caramelo visual que, si bien apela a la nostalgia y la memoria colectiva, corre el riesgo de convertirse en un mero reclamo turístico más. El arte, en su esencia, debe trascender la decoración y ofrecer una reflexión profunda sobre la realidad que nos rodea. ¿Es suficiente, en el contexto actual de crisis climática y turismo masificado, celebrar la «utopía del verano» a través de esculturas monumentales que, inevitablemente, evocan un consumo desmedido y una despreocupación ambiental? La maestría técnica de Quiñones es innegable, pero su obra, a pesar de las buenas intenciones de las comisarias, parece quedarse en la superficie, perpetuando una imagen idílica de la Costa del Sol que dista mucho de la realidad que viven muchos de sus habitantes.

El retorno del artista a sus raíces, la conexión con la tradición marmolista, todo ello resuena como un discurso edulcorado que obvia las contradicciones inherentes al modelo de desarrollo turístico que ha moldeado Estepona. Sería deseable que la exposición no se limitara a ser un escaparate de virtuosismo técnico y nostalgia, sino que promoviera un diálogo más crítico sobre el impacto ambiental y social del turismo en la región. Tal vez, en lugar de helados gigantes de mármol, podríamos haber visto una reflexión escultórica sobre la escasez de agua, la gentrificación o la precariedad laboral. En definitiva, una mirada más honesta y menos complaciente sobre el paraíso reinventado al que hace referencia la noticia.

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