Un episodio polémico ha sacudido la tranquilidad de la comunidad de Málaga después de que dos agentes de la Policía Local presentaran una denuncia contra el parlamentario andaluz del Partido Popular, Francisco Oblaré. La denuncia, que ha sido confirmada por diversos medios, señala que el político supuestamente mantuvo un trato «desconsiderado» con los representantes del orden público durante una intervención provocada por quejas vecinales por ruidos en el barrio de Miraflores, en El Palo, el pasado 14 de septiembre.
Según los informes, la Policía Local recibió llamadas alrededor de las 23:00 horas alertando sobre un ruido perturbador proveniente de una vivienda, donde, en contra de lo que sería habitual, se celebraba un concierto que incomodaba a los vecinos. Al acudir a la escena, los agentes se encontraron con una fiesta y, acto seguido, con Oblaré, quien, tras identificarse con una foto de su pasaporte, se mostró hostil desde el primer momento. Los policías han descrito cómo el parlamentario los retó de manera desafiante y altanera, esgrimiendo frases que dejaban entrever su condición de figura pública.
El relato de este encuentro ha sido un tanto rocambolesco, con Oblaré supuestamente haciendo aspavientos y responsabilizando a los policías de ser los verdaderos «diplomáticos» en la situación. Fuentes de la investigación apuntaron que la tensión continuó cerca del coche patrulla, donde el político intentó tomar una foto de la matrícula del vehículo, un acto que podría considerarse como un intento de identificar a los agentes involucrados. A raíz de este comportamiento, y según la legislación vigente de la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, la queja fue formalizada como un incidente relacionado con faltas de respeto hacia miembros de los cuerpos de seguridad en el ejercicio de sus funciones.
Al conocerse los detalles de la denuncia, Francisco Oblaré expresó su sorpresa, asegurando que aún no había recibido notificación alguna sobre este episodio. En un comunicado, el parlamentario defendió su trayectoria como alguien que siempre ha respetado profundamente a las fuerzas de seguridad, aunque lamentó que lo que para él fue meramente un intercambio de opiniones se hubiese malinterpretado. «Si lo sintieron así, mis disculpas. Nada más lejos de mi forma de ser y de mis principios», afirmó Oblaré, intentado poner paños fríos ante una situación delicada.
La respuesta del Partido Popular no se hizo esperar. En un comunicado oficial, expresaron su extrañeza y preocupación ante lo que consideran una desproporción en la difusión de la denuncia, que, según afirmaron, llegó a los medios antes que al propio afectado. Asimismo, el partido lanzó una acusación hacia el PSOE, sugiriendo que detrás de la filtración podría haber una intención política con el objetivo de perjudicarles. En este clima de tensión, de ambos lados se ha empezado a cuestionar la manipulación de la información y la vulneración de la protección de datos, lo que añade una capa más a este complejo entramado político.
El reciente incidente entre el parlamentario del PP, Francisco Oblaré, y la Policía Local de Málaga no solo pone de manifiesto un comportamiento que podría considerarse desafiante por parte de un representante público, sino que también refleja una preocupante tendencia en la política actual: la falta de respeto hacia las instituciones que garantizan nuestra seguridad. El uso del poder y la influencia política para intentar subvertir la autoridad de los cuerpos de seguridad es inaceptable. Los relatos de un trato «desconsiderado» y de la actitud hostil del político resultan, como mínimo, alarmantes. En una sociedad donde los ciudadanos deben tener confianza en sus representantes, actos como este erosionan la credibilidad de la política y, más crucialmente, la confianza en la labor que realizan diariamente aquellos encargados de velar por nuestra seguridad en la calle.
Por otro lado, es fundamental que tanto el Partido Popular como los propios involucrados reconozcan la gravedad de las acusaciones y se abstengan de buscar la victimización o desviar la atención hacia una supuesta conspiración política. Los errores deben ser enfrentados con transparencia y honestidad, no con intentos de manipulación mediática o críticas al ‘como se filtró’ la información. Desde el ámbito político, se requiere una toma de conciencia sobre la importancia de actuar con respeto y consideración en todas las interacciones, especialmente cuando se trata de cuerpos de seguridad que a menudo enfrentan críticas y presiones. Esta situación debería ser una oportunidad para reflexionar sobre el papel y la responsabilidad que tienen los políticos en la construcción de una sociedad más civilizada y respetuosa.
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