En un mundo donde las redes sociales se han convertido en el campo de batalla de la desinformación, Renée DiResta emerge como una figura clave en la lucha contra las mentiras virales. A sus 43 años, esta investigadora de la Universidad de Georgetown se enfrenta a un panorama complicado tras haber estado en el epicentro de una tormenta mediática que cuestiona su credibilidad y su labor científica. DiResta es conocida por su trabajo en el célebre Observatorio de Internet de la Universidad de Stanford, donde estudió la manipulación y el acoso en redes sociales, así como el impacto de teorías conspirativas en la opinión pública.
El año 2022 marcó un punto de inflexión en su carrera, ya que fue testigo del desmesurado auge de la teoría de que Joe Biden había robado las elecciones de 2020. Aquella experiencia no solo evidenció la fragilidad de la verdad en la esfera pública, sino que llevó a DiResta a convertirse en objetivo de desinformación. A medida que el clima político se enfrió hacia la polarización, ella y sus colegas se enfrentaron a demandas infundadas que buscaban desacreditar su trabajo. “Estamos tirando de un hilo que podría desenredar la verdad en este país”, afirma DiResta, dejando claro que su compromiso con la veracidad es más fuerte que los ataques que enfrenta.
En 2024, DiResta publicó su esperado libro, Dirigentes invisibles. La gente que convierte mentiras en realidad, donde relata su experiencia y proporciona una crítica incisiva sobre cómo los elementos de la sociedad contemporánea, incluyendo influencers, algoritmos y audiencias entregadas, contribuyen a la rápida difusión de falsedades. La autora comparte su perspectiva única, habiendo lidiado previamente con la resistencia de los grupos antivacunas en 2014. Para DiResta, este libro no solo es una reflexión sobre la desinformación, sino un llamado a la acción para academia y ciudadanos.
Las preguntas que deja su libro son inquietantes: ¿Hasta dónde podrán llegar las tácticas de desinformación en un país donde, según su pronóstico, estas acciones podrían convocar a una reacción institucional? “Nada de esto se trata de la lucha individual de una investigadora. Es una batalla que involucra a toda la sociedad”, explica. La creciente conexión entre líderes de Silicon Valley y la política actual sugiere que los poderosos están trazando líneas cada vez más borrosas entre beneficios personales y el bien público.
Las deficiencias en la regulación de redes sociales son exasperantes, y DiResta es clara en su preocupación. “Si realmente se quiere desmantelar la investigación y el rigor académico por motivos políticos, estamos ante una crisis monumental”, advierte. La investigadora enfatiza la importancia de que las instituciones académicas y sectores del gobierno se unan para enfrentar estas amenazas, asegurando que la búsqueda de la verdad no sea sacrificada en el altar de agendas políticas.
Mientras el mundo continúa lidiando con la desinformación, la figura de Renée DiResta resplandece como un faro de esperanza. Immunizada ante el acoso y la desinformación, su labor sigue siendo crucial para desenmascarar las realidades que pueden dar forma a la opinión pública en un tiempo donde la verdad ha sido puesta en entredicho y la confianza en las fuentes de información se encuentra en un punto más bajo que nunca.
La figura de Renée DiResta se erige en un contexto donde la desinformación no solo contamina el discurso público, sino que se ha convertido en una herramienta peligrosa en manos de aquellos con intereses ocultos. Su historia, marcada por la lucha contra la teoría de las elecciones robadas, evidencia cómo se deteriora la credibilidad de expertos dedicados a la búsqueda de la verdad. En un ecosistema digital donde el algoritmo prima sobre el rigor, la labor de DiResta se transforma en un acto de valentía que interpela a la sociedad a cuestionar la veracidad de las fuentes de información. Sin embargo, es crucial reflexionar sobre la pregunta por el futuro de la información. La creciente polarización no solo compromete la integridad de académicos como DiResta, sino que también abona el terreno para un desinterés masivo hacia la realidad, donde la opinión se convierte en dogma y la mentira en una opción legítima.
La publicación de su libro Dirigentes invisibles es un grito de alerta que nos invita a replantear nuestra relación con la información diaria. Si bien su trabajo es digno de reconocimiento, es imperativo que la sociedad asuma su responsabilidad en el proceso de discernimiento. La lucha contra la desinformación no puede recaer exclusivamente en los hombros de un puñado de académicos, sino que debe ser un esfuerzo colectivo que incluya a ciudadanos, medios de comunicación y plataformas digitales. La apatía ante la manipulación informativa solo perpetuará el ciclo de engaño que tanto daño hace a la cohesión social y a la democracia. Por lo tanto, el llamado de DiResta debe ser visto no solo como un manifiesto académico, sino como una hoja de ruta hacia la proactividad en el consumo y la difusión de información, un imperativo en tiempos donde la verdad es un bien escaso y frágil.
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