El sol aún no despuntaba sobre el Mediterráneo cuando las sirenas volvieron a resonar en las calles de Marbella. No se trataba de una emergencia médica ni de un altercado nocturno, sino del inicio de una nueva operación contra la venta ambulante ilegal, un problema que, lejos de remitir, parece enquistarse en el corazón turístico de la Costa del Sol.
En lo que va de 2025, la Policía Local de Marbella ha logrado incautar más de 37.000 artículos falsificados, superando con creces las cifras del año anterior. Bolsos, camisetas, relojes y un sinfín de productos de imitación han sido requisados en el paseo marítimo, los puertos deportivos y las zonas más concurridas del municipio, en una clara demostración del auge que está experimentando esta actividad ilícita.
La lucha contra el top manta en Marbella es un pulso constante entre las autoridades y los vendedores ambulantes. La Policía Local ha redoblado sus esfuerzos, intensificando los controles y la vigilancia en las zonas más problemáticas. Sin embargo, la permisividad mostrada en el pasado ha propiciado un efecto llamada, atrayendo a un número cada vez mayor de personas dedicadas a esta actividad, según denuncian fuentes policiales.
Los agentes, conocedores de la complejidad del problema, insisten en la importancia de la colaboración ciudadana para erradicar esta lacra. "No podemos combatir la falsificación solos", afirman desde la Jefatura de Policía, "necesitamos que los vecinos y visitantes denuncien la venta de productos falsos y, sobre todo, que eviten su consumo".
Comprar un bolso de imitación o una camiseta con el logo falsificado de una marca reconocida puede parecer una ganga, pero lo cierto es que detrás de cada producto falso se esconde una economía paralela que causa graves perjuicios a la sociedad. La falsificación alimenta el fraude, la explotación laboral y la evasión de impuestos, afectando directamente al tejido económico y social del municipio.
Además, los productos falsificados suelen carecer de las garantías de calidad y seguridad que ofrecen los artículos originales, lo que puede poner en riesgo la salud de los consumidores. Desde la Policía Local advierten que "detrás de cada falsificación hay un engaño, un atentado contra la propiedad intelectual y una amenaza para la salud pública".
El Ayuntamiento de Marbella, consciente de la magnitud del problema, ha manifestado su compromiso firme con la legalidad y el comercio justo. El portavoz municipal, Félix Romero, ha señalado que "no podemos permitir que proliferen réplicas falsas, tanto por la imagen de nuestra ciudad turística como por respeto a los empresarios que actúan dentro de la legalidad".
La campaña de sensibilización lanzada por la Policía Local hace un llamamiento directo a la ciudadanía: "Tú también puedes ayudarnos a frenar este delito. No compres falsificaciones". Un mensaje claro y contundente que busca concienciar a la población sobre las consecuencias negativas de esta práctica y fomentar un consumo responsable y respetuoso con la ley.

La noticia sobre el aumento de las incautaciones de productos falsificados en Marbella revela una problemática mucho más profunda que la simple venta ambulante ilegal. Si bien la contundencia de las cifras –más de 37.000 artículos requisados– puede interpretarse como un éxito policial, también evidencia el fracaso de las políticas preventivas y sociales que deberían abordar las causas que empujan a estas personas a buscar sustento en la marginalidad. Criminalizar la pobreza, en lugar de ofrecer alternativas viables, se antoja una solución cortoplacista que perpetúa el problema, desplazándolo de un punto a otro del litoral malagueño. ¿No sería más efectivo invertir en programas de formación y reinserción laboral que en costosos operativos policiales?
Más allá del impacto económico que la falsificación pueda tener en las marcas de lujo y el comercio legal, es fundamental analizar las consecuencias humanas de esta «guerra sin cuartel». Si la colaboración ciudadana es clave, como señala la policía, también lo es la empatía y la comprensión. Incentivar la denuncia sin ofrecer soluciones reales para quienes se ven abocados a esta actividad no solo es injusto, sino también hipócrita. Se aplaude el «compromiso firme con la legalidad» del Ayuntamiento, pero ¿dónde queda el compromiso con la dignidad y la justicia social? La verdadera solución pasa por un enfoque integral que combine la represión del delito con la creación de oportunidades para aquellos que buscan una vida mejor, más allá de las imitaciones y las falsas promesas.
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