Torremolinos da el pistoletazo de salida a la temporada alta de verano con un ambicioso dispositivo de salvamento y socorrismo que redefine los estándares de seguridad en el litoral malagueño. Desde el pasado 1 de junio y hasta el 30 de septiembre, un ejército de 40 profesionales de Ambumar S&A velará por la integridad de bañistas y usuarios a lo largo de los más de siete kilómetros de playas del municipio. La alcaldesa, Margarita del Cid, y el concejal de Playas, Miguel Domínguez, presentaron este viernes un operativo que promete convertir las playas de Torremolinos en un oasis de tranquilidad y disfrute.
Más allá de las habituales torres de vigilancia y embarcaciones de rescate, el Ayuntamiento ha apostado por la innovación y la inclusión. Un sistema de localización por pulsera para menores y personas con discapacidad, disponible de forma gratuita, permitirá una rápida actuación en caso de pérdida o desorientación. Además, un avanzado sistema de videovigilancia en tiempo real ofrecerá una visión global de la situación en las playas, facilitando la coordinación y la toma de decisiones.
Torremolinos no se olvida de la accesibilidad. Dos dispositivos a motor para usuarios del sistema de baños asistidos y un barco para la agrupación de voluntarios de Protección Civil garantizan que todos puedan disfrutar del mar. La reserva de baños asistidos se simplifica gracias a un sistema de respuesta automática por WhatsApp, eliminando las tediosas demoras. Y para garantizar la inclusión, las banderas de señalización del estado del mar incorporan el distintivo de identificación para daltónicos, un pequeño detalle con un gran impacto.
La alcaldesa del Cid se muestra optimista: "Seguimos reforzando la seguridad en nuestras playas. Las playas de Torremolinos están más seguras que nunca y poco a poco vamos implementando mejoras que son necesarias. Desde este ayuntamiento hacemos un esfuerzo porque nuestras playas son un paraíso para los que vivimos aquí y para los que nos visitan".
Un Centro de Coordinación, en constante comunicación con auxiliares de playas, Protección Civil, Policía Local y servicios de emergencia, actuará como cerebro de este despliegue. Con 11 torres de vigilancia fijas, una embarcación de rescate, dos motos acuáticas, una ambulancia, dos puestos de enfermería fijos, un vehículo de intervención rápida y cinco desfibriladores estratégicamente ubicados, Torremolinos se prepara para afrontar cualquier eventualidad.
El concejal Domínguez concluye: "Torremolinos sigue apostando por unas playas seguras, accesibles y de calidad, adaptándose a los nuevos retos del turismo y la protección ciudadana". Un mensaje claro: la seguridad y el bienestar de los visitantes son la prioridad de un municipio que busca consolidarse como un destino de referencia en la Costa del Sol.
El despliegue anunciado en Torremolinos para garantizar la seguridad y accesibilidad de sus playas es, sin duda, una inversión loable y necesaria en un municipio que vive del turismo. Sin embargo, la pregunta que subyace a toda esta parafernalia de torres de vigilancia, pulseras localizadoras y sistemas de videovigilancia es: ¿hasta qué punto estamos reaccionando ante problemas que podríamos prevenir de forma más efectiva? La seguridad no debe ser únicamente una cuestión de recursos humanos y tecnológicos, sino también de concienciación y educación ciudadana. ¿Se están invirtiendo suficientes esfuerzos en campañas de prevención de riesgos en el mar? ¿Se está educando a los visitantes, especialmente a los más jóvenes, sobre las precauciones que deben tomar para evitar incidentes?
Más allá del brindis mediático y la propaganda política que inevitablemente acompañan a este tipo de anuncios, es fundamental analizar si esta inversión millonaria en seguridad y accesibilidad se traduce realmente en una mejora tangible para todos los usuarios de las playas. La promesa de playas «más seguras que nunca» suena grandilocuente, pero ¿cómo se mide realmente esa seguridad? ¿Existen indicadores objetivos que permitan evaluar la eficacia del dispositivo y justificar el gasto público? Si bien la inclusión de distintivos para daltónicos es un detalle positivo, la verdadera inclusión va mucho más allá de gestos simbólicos. Esperemos que este despliegue no se limite a una simple operación de imagen y que, en la práctica, se traduzca en una experiencia playera realmente segura, accesible y disfrutable para todos, independientemente de su condición física o económica.
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