En la comarca de la Axarquía, la escasez de agua se ha convertido en un problema cada vez más acuciante para los agricultores. La falta de lluvias y la sobreexplotación de los acuíferos han llevado a una disminución drástica de los recursos hídricos disponibles para el riego de los cultivos. Ante esta situación, muchos agricultores se enfrentan a la difícil decisión de abandonar sus cultivos tradicionales o buscar alternativas más sostenibles.
Es en este contexto que el cultivo de plantas aromáticas como el cilantro y el perejil ha empezado a ganar popularidad entre los agricultores de la Axarquía. Estas plantas requieren menos agua que los cultivos tradicionales y ofrecen una mayor rentabilidad por hectárea. Además, el incremento de la demanda de productos frescos y saludables en el mercado ha impulsado el interés por estas hierbas aromáticas, que son utilizadas en la gastronomía local e internacional.
La adaptación a los nuevos métodos de cultivo y riego no ha sido fácil para muchos agricultores, que han tenido que enfrentarse a importantes desafíos técnicos y económicos. Sin embargo, aquellos que han apostado por el cilantro y el perejil han visto recompensados sus esfuerzos con una mejora en sus ingresos y una mayor estabilidad en sus explotaciones agrícolas. Este cambio de cultivo también ha contribuido a la diversificación de la producción agrícola en la comarca, reduciendo la dependencia de los cultivos tradicionales y promoviendo la sostenibilidad en el sector.
La escasez de agua en la comarca de la Axarquía ha provocado una situación crítica para los agricultores, quienes se ven obligados a replantear sus métodos de cultivo ante la falta de recursos hídricos. La sobreexplotación de los acuíferos y la ausencia de lluvias han llevado a una disminución significativa en la disponibilidad de agua para el riego, lo que ha obligado a muchos agricultores a buscar alternativas más sostenibles. En este sentido, el cultivo de plantas aromáticas como el cilantro y el perejil ha surgido como una opción rentable y de menor consumo de agua, lo que ha generado un interés creciente por parte de los agricultores.
A pesar de los desafíos técnicos y económicos que han enfrentado los agricultores al adaptarse a estos nuevos cultivos, muchos han visto una mejora en sus ingresos y una mayor estabilidad en sus explotaciones agrícolas. La diversificación de la producción agrícola en la comarca también ha sido beneficiosa, contribuyendo a reducir la dependencia de los cultivos tradicionales y promoviendo la sostenibilidad en el sector. En definitiva, la crisis hídrica en la Axarquía ha sido un catalizador para impulsar cambios positivos en la agricultura local, fomentando la innovación y la búsqueda de alternativas más sostenibles ante los desafíos del cambio climático.
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