Torremolinos (Málaga), 18 de julio de 2025 – Un operativo conjunto de la Policía Nacional y la Guardia Aduanera de Portugal ha asestado un duro golpe al narcotráfico internacional en la Costa del Sol, con la incautación de 1.680 kilogramos de cocaína y la detención de cuatro individuos vinculados a una sofisticada red criminal asentada en Torremolinos. La organización, según fuentes policiales, utilizaba embarcaciones de recreo tipo velero para transportar la droga desde el Caribe hasta la Unión Europea, aprovechando el auge del turismo náutico para camuflar sus actividades ilícitas.
La investigación, que se inició en marzo de 2024, reveló la existencia de una estructura criminal bien organizada, con ramificaciones tanto en Dinamarca como en el municipio malagueño de Torremolinos. Los agentes identificaron a los miembros clave de la red, quienes se dedicaban al transporte internacional de cocaína utilizando veleros adaptados para largos trayectos oceánicos. Al parecer, la organización disponía de varias embarcaciones de este tipo, una de las cuales fue localizada en el puerto de Cap d’Agde, en la costa mediterránea francesa, lo que demuestra la amplitud de su red logística.
La operación no estuvo exenta de dificultades. En 2024, un incidente con uno de los veleros presuntamente utilizados para el transporte de la droga – un enrayamiento en aguas portuguesas – obligó a la tripulación a abandonar la embarcación y regresar a su país de origen. Sin embargo, este contratiempo no detuvo las pesquisas. Los agentes, gracias a una labor de seguimiento constante, detectaron a principios de 2025 una reactivación de la organización. Varios de sus miembros regresaron a España y Portugal, concretamente a Portimão, un puerto estratégico para los traficantes, con la intención de recuperar el velero averiado y retomar sus actividades delictivas.
El velero, tras ser reparado, zarpó con rumbo sur, haciendo escala en el puerto canario de Arrecife. Allí, los tripulantes se reunieron con el resto de los investigados, incluyendo a los líderes de la organización afincados en Torremolinos, quienes supervisaron los preparativos finales para la travesía trasatlántica. La reapertura de la causa judicial fue clave para culminar con éxito la operación. La Policía Nacional, en coordinación con las autoridades portuguesas, logró interceptar la embarcación cargada con la droga, desarticulando así una importante vía de entrada de cocaína a Europa y asestando un golpe significativo a las redes de narcotráfico que operan en la Costa del Sol.
El desmantelamiento de esta organización de narcotraficantes en Torremolinos, lejos de ser un motivo de celebración sin matices, debería invitarnos a una profunda reflexión sobre la evolución del crimen organizado en nuestra costa. Si bien la operación policial representa un indudable éxito en la lucha contra el narcotráfico, la sofisticación de la red, con sus veleros aparentemente inofensivos y sus conexiones internacionales, revela una adaptación preocupante de los delincuentes a la realidad turística y náutica de la Costa del Sol. No podemos ignorar que esta zona, paradójicamente bendecida por su atractivo turístico, se convierte a la vez en un caldo de cultivo para actividades ilícitas que explotan precisamente ese mismo encanto para camuflarse. Urge, por tanto, una revisión exhaustiva de los protocolos de seguridad en nuestros puertos y una mayor inversión en inteligencia para anticipar y neutralizar estas amenazas, en lugar de limitarnos a reaccionar una vez que el daño ya está hecho.
La perseverancia de las fuerzas de seguridad en la reapertura de la causa tras el incidente del velero averiado es digna de encomio, pero también subraya una realidad inquietante: la complejidad y lentitud inherentes a los procesos judiciales actuales siguen siendo un obstáculo significativo en la lucha contra el crimen organizado. El tiempo que transcurrió entre el incidente inicial en 2024 y la culminación de la operación en 2025 permitió a los narcotraficantes reorganizarse y reactivar su actividad. Esta ventana de oportunidad, por pequeña que sea, es aprovechada por los delincuentes para perfeccionar sus métodos y ampliar sus redes. Es imperativo agilizar los procedimientos judiciales y dotar a las fuerzas de seguridad de las herramientas y recursos necesarios para actuar con mayor celeridad y eficacia, evitando así que estas organizaciones criminales encuentren resquicios donde prosperar.
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