En una noche donde la pasión y el arte se entrelazaron, la Peña Flamenca de Ronda “Tobalo, Fernanda y Bernarda” vibró al son de la quinta semifinal del XXIX Concurso Nacional e Internacional de Cante y Baile “Aniya la Gitana”. El pasado viernes, el público rondeño fue testigo de una exhibición de talento que trascendió fronteras, demostrando una vez más que el flamenco es un lenguaje universal que se habla con el corazón y se baila con el alma. Más allá de la competición, el evento se convirtió en una celebración de la diversidad y la riqueza de este arte declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
La noche se dividió en dos actos, el del cante y el del baile, separados por la pasión que une a ambos. En el cante pudimos disfrutar de una variedad de artistas que dieron todo de sí en el escenario rondeño. El evento estelar de la noche lo protagonizaron dos figuras del baile flamenco que contrastaban tanto como se complementaban. Por un lado, Charo Pedraja Acedo, sevillana de pura cepa con la fuerza y la elegancia que la caracterizan como miembro de la compañía de Sara Baras. Por otro, Ingrid Elsa Mugu “Ingrid la Filigrana”, llegada desde Tallinn (Estonia), quien asombró al público con su innovadora visión del flamenco, demostrando que la distancia geográfica no es un impedimento para sentir y expresar este arte. Ingrid, con su apodo tan descriptivo, bordó cada movimiento como si de una filigrana de plata se tratase, dejando al público boquiabierto ante su maestría.
La primera en cautivar al público fue Charo Pedraja, que al compás de la Caña y la Taranta desplegó una energía arrolladora, marcando el suelo con cada golpe y transmitiendo la esencia del flamenco más puro. Seguidamente Ingrid Elsa Mugu, en cambio, ofreció una interpretación más moderna y sutil, pero igualmente cargada de sentimiento, en donde la Seguiriya y la Cantiña se convirtieron en lienzos donde pintar su particular visión del flamenco.
La velada, que comenzó y finalizó con el cante, contó con la participación de tres figuras destacadas en este arte. Carmen Yruela Baena, cantaora sevillana y profesora en el Conservatorio Superior de Música de Jaén, deleitó a los presentes con su voz poderosa y su espíritu innovador, acompañada por el toque magistral de Roberto Spano. Yruela, conocida por su incursión en el tecnoflamenco con el grupo "Ciervoss", demostró su versatilidad interpretando desde la Taranta hasta la Milonga.
Manuel Reyes García, cantaor de Pilas (Sevilla), arropado por la guitarra de Rafa López, ofreció una actuación más tradicional, cantando por Taranto, Rondeñas y Tientos, demostrando su profundo conocimiento del flamenco. Finalmente, Ivan Segura Ruiz “Iván Chaskío”, llegado desde Alicante y poseedor de prestigiosos premios como la lámpara minera de Peñarroya, sorprendió al público con su interpretación de Caña, Seguiriya, Malagueña y Tangos, acompañado por el buen hacer de Javier de Ana María. Su voz, llena de matices y pasión, resonó en cada rincón de la peña.
La Peña Flamenca “Tobalo, Fernanda y Bernarda” se convirtió, por una noche, en el epicentro del flamenco, un lugar donde las culturas se fusionan y donde el arte se expresa en su máxima expresión. El lleno absoluto en las instalaciones, tanto en el interior como en la terraza, fue la mejor prueba del éxito de esta velada inolvidable.
El concurso «Aniya la Gitana» en Ronda, tal como se describe, parece erigirse como un evento crucial para la vitalidad del flamenco, un arte que, a pesar de su arraigo, requiere de plataformas que impulsen su renovación y expansión. La apuesta por la internacionalización, ejemplificada por la presencia de artistas como Ingrid la Filigrana desde Estonia, es un soplo de aire fresco. Sin embargo, es fundamental que esta apertura no diluya la esencia del flamenco, convirtiéndolo en un mero producto folclórico desprovisto de su carga emocional y social. La clave reside en equilibrar la innovación con el respeto a la tradición, evitando que la experimentación desdibuje la identidad única que distingue al flamenco de otras manifestaciones artísticas.
Si bien la crónica destaca el éxito de la convocatoria, es pertinente preguntarse sobre la composición del público asistente. ¿Se trata principalmente de aficionados consolidados o se está logrando atraer a nuevas generaciones que garanticen el futuro del flamenco? El verdadero desafío no reside únicamente en llenar las peñas, sino en fomentar una conexión genuina con el arte flamenco en audiencias diversas, especialmente entre los jóvenes. Iniciativas educativas, programas de divulgación y formatos innovadores que acerquen el flamenco a las nuevas sensibilidades son esenciales para asegurar que este patrimonio inmaterial continúe vibrando con fuerza en el siglo XXI, más allá de las noches efímeras de un concurso.
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