El municipio de Arriate, enclavado en el corazón de la Serranía de Ronda, vive un día de júbilo. Este jueves, 6 de junio de 2025, ha sido inaugurada su esperada Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) y colectores, una infraestructura clave para la preservación del valioso entorno natural que lo rodea y que marca un antes y un después en la gestión de las aguas residuales en la zona. La inversión de 4,6 millones de euros, financiada conjuntamente por la Junta de Andalucía y el Gobierno central, cristaliza años de espera y promesas, transformándose en una realidad tangible que beneficia no solo a Arriate, sino a toda la cuenca alta del Guadiaro.
La inauguración, celebrada con un acto oficial que congregó a destacadas personalidades políticas, desde el consejero de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural, Ramón Fernández-Pacheco, hasta el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, pasando por el alcalde de Arriate, Francisco Javier Anet, subraya la importancia estratégica de este proyecto. La nueva EDAR, con capacidad para tratar hasta 2.924 metros cúbicos de agua diarios, se erige como un escudo protector contra los vertidos incontrolados al río Guadiaro, un pulmón ecológico vital para la región y hogar de una biodiversidad única que ahora respira con mayor tranquilidad. Esta infraestructura no solo cumple con la exigente normativa europea, sino que también representa un compromiso firme con el futuro sostenible de la Serranía de Ronda.
Más allá de Arriate, la puesta en marcha de esta EDAR es un eslabón fundamental en la cadena de saneamiento y depuración de la cuenca alta del Guadiaro. Junto con las futuras depuradoras de Benaoján, Montejaque, Jimera de Líbar y Cortes de la Frontera, este proyecto integral, financiado al 50% por la Junta y el Gobierno, con una inversión total de 22 millones de euros, aborda de raíz los problemas de saneamiento que históricamente han afectado a estos municipios, situados en una zona de alto valor ecológico como el Parque Natural de Grazalema. La EDAR de Arriate, en particular, podrá dar servicio a una población equivalente de 6.370 habitantes, garantizando un tratamiento eficaz de las aguas residuales y evitando daños irreparables al medio ambiente.
El secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, destacó durante el acto de inauguración el «buen clima de entendimiento» entre el ministerio y la Junta de Andalucía, subrayando el compromiso del Estado con la región, con una inversión total de 1.900 millones de euros en el ciclo del agua. «Hay que traducirlo en obras», insistió Morán, reconociendo el reto de resolver el incumplimiento de los objetivos de saneamiento y depuración. La EDAR de Arriate es un paso firme en esa dirección, un símbolo de la colaboración institucional y un ejemplo de cómo la inversión en infraestructuras puede generar un impacto positivo en el medio ambiente y la calidad de vida de los ciudadanos. La inauguración de esta depuradora no es solo la apertura de una instalación, sino la promesa de un futuro más limpio y sostenible para Arriate y toda la Serranía de Ronda.
Celebrar la inauguración de la EDAR de Arriate como un «hito histórico» es, sin duda, un ejercicio de autocomplacencia institucional que ignora la cruda realidad del saneamiento en nuestra provincia. Si bien es cierto que la infraestructura palía una carencia imperdonable, no debemos olvidar que su puesta en marcha llega con años de retraso, fruto de una burocracia enmarañada y una histórica falta de priorización política de la protección del medio ambiente. Aplaudir hoy lo que debió estar resuelto hace décadas es condescendiente y corre el riesgo de desviar la atención de los graves problemas que aún persisten en la gestión integral del agua en Málaga. La foto de políticos sonrientes no debe eclipsar la urgencia de acelerar las inversiones pendientes y garantizar la sostenibilidad real de nuestros recursos hídricos.
Más allá del brindis protocolario y las promesas de futuro, la verdadera prueba de fuego para esta EDAR reside en su eficiencia operativa y en la capacidad de las administraciones para asegurar su correcto mantenimiento. Resulta crucial que la Junta de Andalucía y el Gobierno central, más allá del reparto de porcentajes de financiación, establezcan mecanismos transparentes de control y seguimiento que garanticen la depuración efectiva de las aguas y eviten caer en la habitual dejadez que ha caracterizado otros proyectos similares. El Guadiaro merece algo más que una inversión puntual; requiere un compromiso continuo y una política de gestión hídrica responsable que priorice la salud del ecosistema y el bienestar de las comunidades que dependen de él. De lo contrario, estaremos celebrando un parche más en lugar de una solución integral.
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