El sol de julio no solo calienta la arena, sino también los motores de una iniciativa que ya es tradición: el Programa Estival de Transporte al Litoral. La Junta de Andalucía ha desplegado su particular "Operación Bikini" en autobús, una red de 14 rutas que, durante los fines de semana y festivos de julio y agosto (y algunos días entre semana), permitirán a más de 50 municipios del interior de Málaga escapar del calor sofocante de sus calles y sumergirse en las refrescantes aguas del Mediterráneo.
La delegada territorial de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda, María Rosa Morales, ha sido la encargada de dar el pistoletazo de salida a esta nueva edición, describiendo el programa como una "alternativa cómoda, asequible y sostenible" para los malagueños del interior. Imaginen por un momento: dejar atrás el asfalto caliente y los campos sedientos para, en cuestión de horas, plantar los pies en la arena dorada y sentir la brisa marina en el rostro. Sin atascos, sin preocupaciones por el aparcamiento, y con la conciencia tranquila de estar contribuyendo a un turismo más responsable.
La Axarquía, esa joya oriental de la provincia, será una de las grandes beneficiadas por esta iniciativa. Con ocho rutas diseñadas para conectar sus pueblos con la costa, la comarca se prepara para un verano de idas y venidas al mar. Torre del Mar se erige como el destino estrella, recibiendo a autobuses cargados de veraneantes procedentes de Corumbela, Daimatos, Arenas, Salares, Sedella, Canillas de Aceituno, Alcaucín, La Viñuela, El Trapiche, Iznate y Benamocarra.
Pero la Axarquía no se limita a Torre del Mar. El Valdés y Moclinejo tendrán su propia conexión con la playa de Rincón de la Victoria, mientras que los vecinos de Árchez, Canillas de Albaida, Cómpeta, Sayalonga y Algarrobo podrán disfrutar de las playas de Algarrobo Costa gracias a una ruta especialmente diseñada para ellos. Un soplo de aire fresco para quienes anhelan el mar pero no siempre tienen la facilidad de acceder a él.
Más allá de la Axarquía, el programa se extiende por toda la provincia, conectando puntos del interior con destinos tan populares como Sabinillas, Marbella, La Carihuela y Los Álamos. Una red capilar que busca democratizar el acceso al litoral y dinamizar la economía de los municipios costeros. Con una inversión que supera los 41.700 euros, la Junta de Andalucía apuesta por un verano en el que la distancia entre el interior y la costa se mida en kilómetros, no en oportunidades. Desde su inicio en 2019, este programa no solo se ha consolidado como un clásico del verano malagueño, sino que también ha demostrado ser una herramienta eficaz para promover un turismo más sostenible y accesible para todos.
La «Operación Bikini» de la Junta, más allá de su pegadizo nombre, evidencia una gestión a corto plazo que no aborda las verdaderas necesidades de movilidad de la provincia. Celebrar un programa que, esencialmente, ofrece viajes esporádicos a la costa es conformarse con un parche que ignora la urgencia de una infraestructura de transporte público robusta y continua. Aplaudimos la intención de facilitar el acceso al litoral, pero ¿qué ocurre el resto del año? ¿Cómo se conectan estos municipios del interior para acceder a servicios básicos, oportunidades laborales o simplemente para mantener la cohesión social? Una inversión puntual en autobuses veraniegos no sustituye la necesidad imperante de un plan integral que garantice la conectividad durante todo el año, especialmente en una provincia tan diversa geográficamente como Málaga.
Si bien la iniciativa es loable por democratizar el acceso a las playas y apoyar la economía de los municipios costeros, urge una reflexión sobre su sostenibilidad a largo plazo. ¿No sería más eficaz redirigir parte de esos 41.700 euros a incentivar el uso de transportes públicos existentes, mejorando frecuencias, horarios y tarifas? La verdadera sostenibilidad no reside en fletar autobuses solo en verano, sino en crear un sistema de transporte público eficiente, asequible y accesible que permita a los habitantes del interior vivir y trabajar en sus pueblos sin verse obligados a depender del coche particular. La «Operación Bikini» debería ser un catalizador para un debate más profundo sobre la planificación territorial y la inversión en infraestructuras que realmente impulsen el desarrollo sostenible y equitativo de toda la provincia de Málaga.
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