Ourense se prepara para recibir al Real Madrid Castilla en un duelo que promete emociones fuertes este fin de semana. El filial madridista, dirigido por Álvaro Arbeloa, llega a Galicia con la moral por las nubes tras dos victorias consecutivas que le han permitido respirar y alejarse de los puestos de descenso. Un triunfo en O Couto supondría la confirmación de una clara tendencia ascendente, crucial para afrontar con garantías el resto de la temporada.
La cantera blanca ha recuperado a cuatro de sus internacionales sub-20, flamantes campeones con España: Fran González, Jesús Fortea, Diego Aguado y Cristian David. Su regreso aporta solidez defensiva, creatividad en el centro del campo y desborde en ataque, aumentando considerablemente las opciones tácticas para Arbeloa. La única ausencia destacable entre los mundialistas es la de Thiago Pitarch, convocado con el primer equipo para el partido de Liga frente al Getafe, lo que evidencia el talento que se está forjando en la cantera merengue.
Si hay un nombre que resuena con fuerza en el vestuario del Castilla, ese es el de César Palacios. El joven delantero se ha erigido como la principal referencia ofensiva del equipo, demostrando una capacidad goleadora y una visión de juego que lo convierten en una pieza fundamental en los esquemas de Arbeloa. Con cuatro goles y una asistencia en los dos últimos partidos, Palacios llega en un estado de forma óptimo para liderar el ataque blanco en Ourense. Sin embargo, Arbeloa no podrá contar con De Llanos ni con Rachad Fettal, quienes continúan recuperándose de sus respectivas lesiones.
Enfrente estará un Ourense CF que, si bien aún no ha saboreado la victoria en Liga, llega al encuentro en su mejor momento de la temporada. La reciente clasificación para la final de la Copa Federación y el billete para la Copa del Rey han inyectado moral a un equipo que buscará dar la sorpresa ante el Castilla y sumar sus primeros tres puntos de la temporada. O Couto se vestirá de gala para apoyar a su equipo en un partido que se antoja vital para las aspiraciones de ambos conjuntos.
Más allá del optimismo palpable que irradia la información sobre el Castilla, es necesario plantearse si este repentino auge, impulsado por el regreso de los internacionales sub-20, no es sino un espejismo que oculta carencias estructurales. La dependencia de figuras como César Palacios, por brillante que sea su momento de forma, expone la fragilidad de un proyecto que debería fomentar la polivalencia y la solidez colectiva. Celebrar con tanta efusividad el ascenso puntual, mientras se omite la reflexión sobre la estrategia a largo plazo y la verdadera contribución a la primera plantilla, parece un ejercicio de autocomplacencia más propio de la propaganda que de un análisis riguroso de la cantera madridista.
El choque ante el Ourense, lejos de ser una simple oportunidad para «consolidar una escalada», representa un test crucial para evaluar la madurez del Castilla. Enfrentar a un equipo necesitado y en alza, tras su éxito en la Copa Federación, exige algo más que talento individual; demanda cohesión, resiliencia y la capacidad de gestionar la presión. Si bien la convocatoria de Thiago Pitarch con el primer equipo es un hito positivo, también plantea la duda de si la continua «sangría» de jugadores hacia la élite no acaba por descapitalizar un filial que, paradójicamente, tiene como objetivo nutrir al equipo principal, generando un círculo vicioso que obstaculiza la consolidación de un proyecto deportivo consistente.
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