El césped, que una vez fue su santuario, se transformó en un campo minado. Éder Militao, el central brasileño del Real Madrid, ha confesado abiertamente el tormento que vivió tras sufrir dos devastadoras lesiones de ligamento cruzado que lo marginaron del deporte rey durante casi dos temporadas. En una rueda de prensa previa a los amistosos que la selección brasileña disputará ante Corea del Sur y Japón, el jugador reveló que la idea de la retirada rondó su mente, una confesión que estremece a todo el madridismo y a la afición futbolística en general.
La imagen del imponente defensor, conocido por su solidez y contundencia, derrumbándose en el campo de San Mamés en agosto de 2023, aún permanece fresca en la memoria colectiva. Aquella tarde, el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda dijo basta, iniciando un calvario que se agudizaría aún más con una recaída en noviembre de 2024, esta vez afectando a su rodilla derecha y con daños en ambos meniscos. Dos mazazos consecutivos que pusieron a prueba la fortaleza mental y física de un hombre que se había consagrado como uno de los mejores centrales del mundo.
«Después de la segunda lesión, muchas cosas pasaron por mi cabeza. Pensé en dejar el fútbol porque no es fácil», confesó Militao con la voz cargada de emoción. Sin embargo, en medio de la tormenta, encontró un oasis de esperanza en el amor incondicional de su familia. «Con la ayuda de mi esposa, mi hija y mis compañeros, hoy estoy aquí para jugar bien», añadió el central, visiblemente emocionado. La figura de su familia, unida a su fe, se erigió como el pilar fundamental para superar la adversidad. Fueron su refugio, el combustible que le permitió levantarse cada mañana y afrontar la ardua tarea de la recuperación.
El camino de vuelta fue tortuoso, plagado de horas interminables de fisioterapia, ejercicios de fortalecimiento y la constante lucha contra el dolor y la frustración. 438 días de baja y 94 partidos perdidos con el Real Madrid. Un tiempo que lo alejó del foco mediático y lo obligó a reinventarse, a encontrar una nueva motivación para seguir adelante. «Han sido dos años difíciles, con dos lesiones muy complicadas. La segunda la enfrentas de otra manera porque ya conoces el proceso. No es fácil. Tienes que estar muy apegado a tu familia, a Dios… de repente estás en casa dependiendo de ayuda, de que alguien te asista», relató Militao.
Superadas las lesiones, Militao afronta el futuro con optimismo y ambición. El central blanco busca reencontrarse con su mejor versión, esa que lo consagró como un baluarte defensivo tanto en el Real Madrid como en la selección brasileña. En este nuevo capítulo de su carrera, contará con el apoyo de un viejo conocido: Carlo Ancelotti, el nuevo seleccionador de la «Canarinha». «El tiempo que he pasado con él ayuda en la relación. Es una persona increíble, con gran respeto por todo lo que ha logrado, y depende de mí rendir bien en mi club para consolidarme en la selección», sentenció Militao, dejando claro su compromiso y determinación. El infierno ha quedado atrás. Ahora, Militao busca la redención en el terreno de juego, donde espera volver a brillar con la misma intensidad que antes.
La confesión de Éder Militao trasciende la mera anécdota deportiva para convertirse en un **crudo recordatorio de la fragilidad humana incluso en la cima del éxito**. Su relato, lejos de ser un simple testimonio de superación, expone la implacable presión a la que se someten los deportistas de élite y el devastador impacto que las lesiones pueden tener en su salud mental. Si bien el apoyo familiar y la fe son pilares fundamentales en su recuperación, cabe preguntarse si las estructuras de los clubes, incluyendo el Real Madrid, ofrecen el acompañamiento psicológico adecuado para afrontar estos periodos de incertidumbre y sufrimiento. La brillantez en el campo no exime de la necesidad de una atención integral que priorice el bienestar emocional por encima del rendimiento deportivo.
La llegada de Carlo Ancelotti a la selección brasileña representa un soplo de aire fresco para Militao, pero también plantea interrogantes sobre la gestión del talento en el fútbol moderno. **¿Es suficiente depositar la responsabilidad de la recuperación anímica y futbolística en la figura del entrenador, o se requiere un replanteamiento más profundo de las metodologías de entrenamiento y prevención de lesiones?** El caso de Militao no es aislado y pone de manifiesto la necesidad de invertir en investigación y desarrollo de técnicas que minimicen los riesgos físicos y emocionales inherentes a la práctica deportiva de alto nivel. Celebrar su regreso es necesario, pero no podemos obviar la lección implícita en su tormento: el fútbol debe ser un deporte que celebre la vida, no que la ponga en riesgo.
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