El sueño de volver a ver rugir el Camp Nou vestido de gala se ha vuelto a desvanecer como un espejismo. La afición culé tendrá que seguir esperando, y no precisamente por la falta de gol del equipo, sino por un error de cálculo que roza lo surrealista. Un fallo en la instalación de las cámaras de seguridad, con una inversión de más de medio millón de euros de por medio, ha provocado un retraso inesperado en la reapertura del estadio. La noticia, confirmada por fuentes internas del club, ha caído como un jarro de agua fría en la Ciudad Condal.
¿Quién iba a imaginar que la tecnología, esa herramienta que supuestamente nos facilita la vida, iba a ser la culpable de este nuevo retraso? Al parecer, y según ha trascendido, las cámaras de seguridad fueron instaladas… ¡mirando hacia fuera del estadio! Un error de principiante que ha obligado a reajustar todo el sistema, generando un coste adicional y, lo que es peor, demorando aún más la vuelta al hogar. La imagen de los operarios desmontando y volviendo a montar las cámaras, con cara de incredulidad, ya ha corrido como la pólvora por las redes sociales.
La situación ha obligado al equipo de Hansi Flick a convertirse en nómada, pasando del Estadi Johan Cruyff (donde disputaron los primeros encuentros de la temporada) a su refugio temporal en Montjuic. La lejanía del ambiente del Camp Nou se hace notar, y aunque el equipo ha sabido sacar adelante algunos partidos, la afición anhela volver a sentir el calor de su estadio. El próximo partido contra el Girona, previsto para el 18 de octubre, se jugará nuevamente en el Estadi Olímpic Lluís Companys, alargando la agonía de los culés.
El FC Barcelona ha emitido un comunicado oficial tratando de calmar los ánimos, informando que se espera recibir próximamente la licencia de primera ocupación de la fase 1A, lo que permitiría un aforo de hasta 27.000 espectadores. Sin embargo, el club ha decidido esperar a obtener la licencia correspondiente a la fase 1B, que ampliará el aforo hasta los 45.000 espectadores. La paciencia es la madre de la ciencia, dicen, pero en este caso, la afición blaugrana está al límite. La pregunta que resuena en cada rincón de Barcelona es: ¿cuándo podremos volver a casa? La respuesta, por ahora, sigue siendo una incógnita.
El bochorno del Camp Nou no reside únicamente en el retraso de su reapertura, sino en la palmaria incompetencia que subyace a este esperpéntico error con las cámaras de seguridad. Que un proyecto de esta envergadura, con una inversión millonaria y la expectación de toda una afición, se vea torpedeado por un fallo tan elemental, tan propio de una comedia de enredo, resulta un insulto a la inteligencia. Más allá de la hilaridad inicial, lo que emerge es la preocupante falta de profesionalidad y supervisión en la gestión de un club que, recordemos, no hace mucho pregonaba una excelencia difícilmente compatible con este tipo de tropiezos.
Este nuevo revés, disfrazado de contratiempo técnico, no es sino la última manifestación de una deriva que parece no tener fin. El peregrinaje forzoso a Montjuic, la eterna promesa de un regreso al hogar cada vez más lejano, y ahora, este sainete con las cámaras de seguridad, alimentan una creciente desconfianza entre la afición. ¿Es el FC Barcelona víctima de una maldición o de una negligencia sistemática? La respuesta, quizás, sea un poco de ambas. Lo que es innegable es que la gestión actual debe someterse a una profunda revisión si pretende recuperar la credibilidad perdida y devolver al Camp Nou, más allá de su estructura física, el aura de grandeza que antaño lo caracterizó.
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