El Real Madrid sumó tres puntos vitales en casa ante un rocoso Villarreal, pero la victoria no llegó exenta de preocupaciones. Un Vinicius Júnior desatado, autor de un gol decisivo y constante quebradero de cabeza para la defensa castellonense, fue la cara amable de un encuentro marcado también por las molestias físicas de dos piezas clave como Kylian Mbappé y el joven Franco Mastantuono.
Las palabras del entrenador al finalizar el encuentro reflejaron esa dualidad. La alegría por el rendimiento del brasileño, al que vio «sonreír y disfrutar», contrastó con la incertidumbre que rodea el estado físico de Mbappé y Mastantuono. El primero, arrastraba molestias en el tobillo, mientras que el segundo sufre una sobrecarga en el isquio. Ambos jugadores, a pesar de estas dolencias, deberán incorporarse a sus respectivas selecciones, donde serán evaluados por los servicios médicos. La esperanza en el club blanco es que no se trate de lesiones graves que les impidan estar disponibles tras el parón.
Otro de los nombres propios del partido fue Jude Bellingham, quien regresó a la titularidad tras su reciente lesión. Aunque su presencia en el once inicial generó debate, el técnico defendió su apuesta, aunque admitió que el inglés aún no está al cien por cien. «A la vuelta, con dos semanas más de entrenamiento, va a estar mejor día a día y va a ser importante para la fase de octubre», declaró, dejando entrever que la decisión de alinearle en el derbi, de haber estado en la misma situación, es una pregunta que prefiere no responder.
Por último, el entrenador del Real Madrid tuvo palabras de elogio para el Villarreal y su entrenador, Marcelino García Toral. Destacó la «gran estructura defensiva» del conjunto amarillo y lo catalogó como un «equipo de Champions». En cuanto a las posibles quejas de Marcelino sobre el arbitraje, el técnico madridista prefirió no entrar en polémicas, respetando la decisión de su colega de no abordar el tema. La victoria, aunque valiosa, deja al Real Madrid con deberes pendientes y la mirada puesta en la evolución de sus jugadores lesionados, esperando que el parón de selecciones no agrave la situación.
La victoria blanca ante el Villarreal, adornada por el brillo innegable de Vinicius, un jugador que parece resurgir de sus propias cenizas, no debería maquillar las incertidumbres que acechan al Real Madrid. La gestión de los tiempos de recuperación, especialmente en figuras como Mbappé y Bellingham, se antoja cuanto menos discutible. ¿No estamos anteponiendo la inmediatez del resultado a la salud a largo plazo de jugadores cruciales? El riesgo de forzar a futbolistas no completamente recuperados, con la consiguiente posibilidad de recaídas graves, parece una imprudencia que podría salir muy cara en una temporada que aún se antoja larga y exigente.
Más allá del optimismo obligado del discurso oficial, la dependencia excesiva de destellos individuales, como los de Vinicius, y la fragilidad física demostrada por varios pilares del equipo, exigen una reflexión profunda en el seno del club. Elogiar la «estructura defensiva» del Villarreal mientras se omiten las propias carencias tácticas y la falta de solidez en ciertos tramos del partido resulta, como mínimo, un ejercicio de autocomplacencia. Se echa en falta una autocrítica más incisiva y un debate más transparente sobre la planificación deportiva y la gestión de la plantilla, máxime cuando los fantasmas de lesiones pasadas aún resuenan en el Bernabéu. El talento individual es importante, pero la solidez colectiva y la previsión ante la adversidad son los pilares que sustentan los proyectos ganadores a largo plazo, algo que el Real Madrid, al menos por el momento, no parece haber comprendido del todo.
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