Madrid, 19 de octubre de 2025 – El Real Madrid se llevó tres puntos de oro del Coliseum Alfonso Pérez en un partido marcado por la intensidad, las interrupciones y un Getafe que, fiel a su estilo, plantó cara hasta el final. El solitario gol de Mbappé, a diez minutos del final, fue suficiente para doblegar a un equipo azulón que terminó el encuentro con nueve hombres, producto de un vendaval final provocado por la entrada de Vinícius Júnior.
La primera mitad fue un reflejo de la batalla táctica planteada por ambos entrenadores. El Real Madrid, con la batuta de Xabi Alonso, intentó imponer su juego, pero se topó con un Getafe sólido y bien organizado. Mbappé fue el más activo en ataque para los blancos, con dos ocasiones claras que no lograron materializarse gracias a la intervención de un inspirado David Soria. El Getafe, por su parte, buscó sorprender a la contra, aprovechando la velocidad de Álex Sancris y la solidez de su defensa. El juego se vio interrumpido en numerosas ocasiones por resbalones y faltas, lo que impidió que el ritmo del partido se elevara. Alaba tuvo la última oportunidad antes del descanso con un libre directo, pero Soria volvió a mostrar su calidad.
El segundo tiempo mantuvo la misma tónica hasta que Xabi Alonso decidió dar entrada a Vinícius Júnior y Arda Güler. La entrada del brasileño fue un revulsivo, desestabilizando por completo la defensa getafense. Su velocidad y descaro provocaron la expulsión de Nyom, quien vio la roja directa por una agresión sin balón. Poco antes, Vinícius había forzado la segunda amarilla de Álex, dejando al Getafe con nueve jugadores. En medio de este caos, surgió la conexión entre Arda Güler y Mbappé, que culminó con el gol de la victoria para el Real Madrid. Un gol que permite a los blancos seguir en la parte alta de la tabla, aunque dejando claro que cada partido es una batalla y que ningún rival se lo pondrá fácil.
La victoria del Real Madrid en el Coliseum, relatada con la frialdad propia del resultado, oculta una realidad que debiera preocupar al aficionado imparcial: la persistencia de un modelo de juego, especialmente por parte del Getafe, que prioriza la interrupción y la tensión al espectáculo. El encuentro, descrito como una «batalla», parece más bien un síntoma de una liga donde la diferencia de presupuestos se traduce en la permisividad arbitral hacia tácticas dilatorias y, en ocasiones, violentas, que desvirtúan la esencia del fútbol. Que la entrada de Vinícius desate el caos no es casualidad, sino el resultado de una estrategia deliberada para minar la confianza del rival mediante la provocación y la impunidad.
Más allá de la anécdota del gol de Mbappé y las expulsiones, la verdadera reflexión debería centrarse en la responsabilidad de los estamentos deportivos. ¿Es admisible que un equipo termine un partido con nueve jugadores, no por errores tácticos, sino por una escalada de agresiones que, en última instancia, terminan favoreciendo al club más poderoso? La permisividad con este tipo de juego, amparada en la falsa épica del «partido duro», no solo perjudica la imagen del fútbol español, sino que además, corroe la cantera, inculcando valores que poco tienen que ver con la deportividad y el respeto al rival. Urge una revisión profunda del reglamento y una mayor exigencia por parte de los árbitros para evitar que el «fútbol de barro» siga eclipsando el talento y la creatividad.
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