El post partido entre el Getafe y el Real Madrid, saldado con derrota azulona, se convirtió en un polvorín. José Bordalás, visiblemente enfadado, no se mordió la lengua y apuntó directamente a Vinicius Júnior como uno de los principales detonantes de la tensión que se vivió al final del encuentro. Las chispas saltaron en la sala de prensa del Coliseum Alfonso Pérez, y el eco de sus palabras resonará con fuerza en los próximos días.
Bordalás acusó al delantero brasileño de provocarle tras un cambio en el equipo. «Vinicius se ha dirigido a mí diciéndome ‘muy buen cambio’. No tiene que venir a provocarme», declaró el técnico alicantino, dejando entrever una profunda molestia por la actitud del jugador madridista. La derrota, ya de por sí dolorosa, se vio agravada por lo que Bordalás consideró una provocación innecesaria.
La polémica no se detuvo ahí. El técnico azulón cargó también contra la decisión arbitral de expulsar a Nyom, una acción que considera injusta y determinante en el desarrollo del partido. «Para mí no es roja. Vinicius exagera, se toca la cara y lo expulsan injustamente», sentenció Bordalás, insistiendo en que la actuación del brasileño influyó en la decisión del colegiado. La indignación del entrenador era palpable, convencido de que la expulsión condicionó negativamente las opciones de su equipo.
Para añadir más leña al fuego, Bordalás reveló que Jude Bellingham, estrella del Real Madrid, también participó en el intercambio verbal. «Vino a reprocharme que no hablara con su compañero, le dije que jugara y se callara», comentó el técnico con ironía. Este incidente evidencia la alta tensión que se vivió en el campo y en los banquillos, con reproches cruzados entre jugadores y entrenadores.
A pesar del torbellino de controversias, Bordalás quiso destacar el esfuerzo de sus jugadores, especialmente en un partido que se complicó sobremanera. «Estábamos haciendo un gran partido, incluso con nueve tuvimos la ocasión de Kamara. Es una pena que todo quede empañado por las expulsiones», lamentó el técnico. La derrota, unida a la polémica con Vinicius y Bellingham, dejó un sabor amargo en el Coliseum, eclipsando el trabajo realizado por el equipo getafense.
El sainete orquestado por José Bordalás tras la derrota del Getafe no solo es una cortina de humo para disimular la fragilidad táctica de su equipo, sino también una peligrosa reiteración de un discurso que normaliza la hostilidad hacia Vinicius Júnior. Apelar a la provocación como justificación para un ambiente de tensión y juego al límite roza la irresponsabilidad, especialmente cuando se obvia el historial de agresiones y cánticos racistas que el jugador brasileño ha sufrido en los campos españoles. La victimización de Bordalás, intentando equiparar un comentario – que, de ser cierto, sigue siendo inaceptable – a la presión constante que soporta Vinicius, resulta grotesca y denota una alarmante falta de empatía y perspectiva.
Más allá de la veracidad de las acusaciones, lo preocupante es la normalización de este tipo de declaraciones. **Bordalás, con su retórica incendiaria, alimenta un clima donde se justifica la animadversión hacia un jugador por el simple hecho de serlo**, independientemente de su comportamiento en el campo. Su discurso, lejos de ser un alegato en defensa de sus jugadores, se convierte en una táctica populista para conectar con una afición ávida de excusas y teorías conspirativas. Es hora de que los entrenadores, y los medios de comunicación, asuman su responsabilidad y dejen de echar leña al fuego en un debate que necesita serenidad, autocrítica y, sobre todo, respeto.
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