Profunda preocupación y malestar es lo que sienten los trabajadores de la cárcel Málaga II, en Archidona, quienes han alzado la voz a través del sindicato Tu Abandono Me Puede Matar. En un comunicado dirigido a la dirección del centro, los funcionarios de prisiones advierten sobre un alarmante clima de inseguridad y desprotección que se ha instaurado en el día a día de su labor. Los testimonios recogidos en el escrito revelan la existencia de situaciones de alto riesgo que han de enfrentar cotidianamente, lo que ha llevado a la organización a reclamar medidas urgentes y firmes para enfrentar la creciente violencia entre la población reclusa.
Con 2024 a sus espaldas y un nuevo director al mando, el centro penitenciario parece haber entrado en una espiral de impunidad que, según los trabajadores, se traduce en un aumento de actos disruptivos y agresiones sin consecuencias para los internos. El portavoz del sindicato, Manuel Galisteo, describe el ambiente como “irrespirable”, a medida que surgen casos que evidencian la falta de acciones disuasorias ante conductas violentas. “Hemos sido testigos de situaciones inaceptables, donde reclusos actúan sin temor a enfrentar sanciones apropiadas”, añade Galisteo.
Los funcionarios han reportado incidentes preocupantes, destacando el caso de un preso que se atrincheró en su celda amenazando con cuchillas. Sorprendentemente, este comportamiento no sólo quedó impune, sino que, en lugar de ser sancionado, se le premiaron comportamientos que violan las normas del centro. La situación ha dejado a los trabajadores en un estado de frustración y desánimo, ya que sentencian que los internos más problemáticos parecen gozar de un estatus de protección que les permite actuar a su antojo.
En otro incidente reciente, tres funcionarios resultaron heridos tras un enfrentamiento con un interno que se negaba a seguir un protocolo de traslado. Este episodio es sólo uno más en una lista que no cesa de crecer y que incluye el descubrimiento de un taller clandestino en la misma prisión, destinado a la fabricación de pinchos carcelarios. El hecho de que el responsable de esta actividad permaneciese en el módulo sin sanciones ha generado una sensación de negligencia por parte de la dirección del centro.
La creciente violencia y la sensación de desesperanza han llevado al sindicato a emitir un mensaje claro: es hora de tomar acciones contundentes. “La falta de sanciones adecuadas ha creado un clima de impunidad que no solo afecta a los funcionarios, sino que pone en riesgo la seguridad de todos”, reitera Galisteo. Su voz se une al clamor de sus compañeros, que están pidiendo un cambio real en la gestión de la cárcel, donde la seguridad y el respeto a la normativa deben prevalecer por encima de cualquier consideración.
A medida que la situación en el centro penitenciario de Archidona continúa deteriorándose, trabajadores y sindicatos esperan que su voz no sea ignorada. Es un momento crítico que podría definir el futuro inmediato de la institución y, lo más importante, la seguridad de los que allí trabajan y permanecen.
La alarmante situación denunciada por los funcionarios de la prisión de Archidona resuena con un eco preocupante que trasciende los muros del centro penitenciario. Un clima de inseguridad y desprotección se ha apoderado de la labor de quienes, diariamente, enfrentan situaciones críticas en su trabajo. El hecho de que los internos más problemáticos disfruten de un estatus impune, donde las normas parecen ser solo recomendaciones, plantea serias dudas sobre la gestión de este centro. No solo se pone en riesgo la integridad de los funcionarios, sino que además se desvirtúan los principios básicos de la rehabilitación y el mantenimiento del orden necesario en un entorno destinado a la reinserción social. Si la administración penitenciaria no actúa con firmeza, el mensaje que se envía no solo afecta a los empleados, sino también a la sociedad en su conjunto, que demanda un sistema penal justo y efectivo.
La respuesta a esta crisis debe ir más allá de declaraciones y comunicados. Es imprescindible implementar medidas contundentes que aborden eficazmente las causas de esta impunidad. La creación de programas de prevención que incluyan una mejor formación del personal y el refuerzo de protocolos de seguridad se presentan como pasos necesarios. Del mismo modo, la evaluación y reevaluación constante de la capacidad de respuesta de la dirección del centro deben estar en el centro de la discusión. La premisa de que “los problemas en la prisión no se solucionan con más prisiones” debe complementarse con un enfoque que valore la seguridad y el respeto de las normas como pilares fundamentales, no solo para el bienestar del personal, sino también para construir un sistema penitenciario que realmente esté al servicio de la sociedad y de la justicia. La remodelación del sistema de sanciones, en línea con esta filosofía, podría ser un camino hacia la rehabilitación de la penitenciaría de Archidona y la restauración de la confianza en sus procesos.
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