En una impactante historia de abuso y negligencia, dos madres, Marcela y Karelly, han revelado las terribles condiciones a las que fueron sometidos sus hijos en un centro de menores en Aragón. Después de notar señales preocupantes en las videollamadas y en la salud física de sus hijos, decidieron tomar medidas y buscar ayuda, solo para encontrarse con obstáculos y represalias por parte del centro y las autoridades competentes.
Las madres relatan cómo, tras alertar al centro de las situaciones de abuso y maltrato que sus hijos estaban sufriendo, la comunicación fue limitada y se les tachó de problemáticas. Incluso se les prohibió tener contacto con sus propios hijos, ignorando por completo las señales de alerta que ambas estaban tratando de transmitir.
La situación se volvió aún más desgarradora cuando los responsables del centro comenzaron a amenazar a los menores, manipulándolos con comentarios intimidantes sobre sus familias y realizando abusos psicológicos y físicos. A pesar de los intentos de las madres por proteger a sus hijos, se vieron obligadas a luchar contra un sistema que parecía más interesado en encubrir la verdad que en proteger a los menores vulnerables.
Finalmente, después de meses de valentía y determinación, Marcela y Karelly lograron recuperar la custodia de sus hijos y llevarlos de regreso a sus hogares, donde esperan sanar las heridas causadas por este traumático episodio. Ahora, exigen justicia y responsabilidades a las autoridades implicadas, con la esperanza de que casos como estos no vuelvan a repetirse en el futuro. Esta historia sirve como un recordatorio impactante de la importancia de escuchar y creer a aquellos que denuncian abusos, especialmente cuando se trata de la protección de los más vulnerables de nuestra sociedad.
La historia de Marcela y Karelly es desgarradora y nos muestra la cara más oscura de las instituciones encargadas de velar por el bienestar de los menores. Es inaceptable que, en lugar de escuchar y actuar frente a las denuncias de abuso y negligencia, las autoridades hayan optado por ignorarlas y desacreditar a las madres valientes que intentaban proteger a sus hijos. El comportamiento del centro y de las autoridades competentes es inexcusable y refleja una falta de empatía y responsabilidad alarmante.
Es imprescindible que se realice una investigación exhaustiva sobre lo ocurrido en el centro de menores de Aragón y que se tomen medidas contundentes para garantizar que casos como estos no vuelvan a repetirse en el futuro. Las madres, Marcela y Karelly, merecen todo el apoyo y reconocimiento por su valentía y determinación para proteger a sus hijos, a pesar de los obstáculos y represalias que enfrentaron. Su historia nos recuerda la importancia de no dar la espalda a quienes denuncian abusos y de actuar con urgencia para proteger a los más vulnerables de nuestra sociedad.
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