El Ayuntamiento de Torremolinos se prepara para un momento significativo en su compromiso con la sostenibilidad y la salud pública, al aprobar en un pleno extraordinario la Ordenanza Municipal Reguladora de la Creación y Gestión de Zona de Bajas Emisiones. Esta acción representa una respuesta contundente a los desafíos ambientales actuales, alineándose con los preceptos de la Ley 7/2021 de cambio climático y transición energética. Este marco legal obliga a los municipios de más de 50.000 habitantes a implementar planes de movilidad urbana sostenibles que incluyan la constitución de estas zonas, un paso crucial hacia un entorno más limpio.
La creación de una Zona de Bajas Emisiones en Torremolinos busca reducir drásticamente el tráfico de vehículos que más contaminan, promoviendo alternativas más sostenibles y saludables. Al definir el perímetro de esta zona, que abarca un tramo de diversas calles emblemáticas, como la avenida de los Manantiales y la calle Río Aranda, el Consistorio aspira a restaurar la calidad del aire en una de las zonas más transitadas de la ciudad y garantizar así el bienestar de sus habitantes.
La entrada en vigor de esta ordenanza no solo se centrará en la regulación, sino también en la educación ciudadana. Para facilitar la adaptación a estas nuevas normativas, el Ayuntamiento ha anunciado el reinicio de una campaña informativa a partir del 11 de noviembre. Este esfuerzo informativo se llevará a cabo de manera presencial en la Delegación de Educación del Consistorio, orientado a despejar dudas y brindar asesoría a los ciudadanos sobre la nueva normativa. Los residentes podrán acceder a esta información de forma sencilla, ya sea mediante cita previa a través de la app Torremolinos Despega o por teléfono.
Una vez que la ordenanza obtenga su aprobación definitiva, entrará en una fase de alegaciones, lo que significa que los ciudadanos tendrán la oportunidad de expresar sus inquietudes. Sin embargo, es importante destacar que el Ayuntamiento ha dispuesto un período de gracia hasta enero de 2025 para que los infractores no enfrenten sanciones, permitiendo así una transición más suave hacia esta nueva realidad regulatoria. Para acceder a la ZBE, los vehículos deberán mostrar un distintivo ambiental, mientras que las bicicletas y otros medios de movilidad personal quedan exentos de este requisito.
Este avance en la movilidad de Torremolinos se suma a una serie de iniciativas similares en la Costa del Sol, donde otros municipios están tomando medidas para adaptarse a los cambios ambientales que demanda la sociedad actual. La implementación de la Zona de Bajas Emisiones no solo mejorará la calidad de vida de los torremolinenses, sino que también sentará las bases para un modelo de gestión urbana que prioriza el respeto por el medio ambiente y la salud pública. Este es un claro ejemplo de que la sostenibilidad no solo es posible, sino también necesaria para las ciudades del futuro.
A medida que Torremolinos avanza hacia un modelo de movilidad más consciente y responsable, es fundamental que ciudadanos, administraciones y entidades privadas trabajen en conjunto. Con una fuerte apuesta por la movilidad activa y el transporte público, el municipio se encamina hacia un horizonte donde la calidad del aire y el bienestar social no sean solo un ideal, sino una realidad palpable para todos sus ciudadanos.
La aprobación de la Ordenanza Municipal Reguladora de la Creación y Gestión de Zona de Bajas Emisiones en Torremolinos marca un hito importante en la lucha contra la contaminación, pero plantea interrogantes sobre su efectividad en la práctica. Aunque la intención es loable, la verdadera prueba estará en cómo se implementará y en qué medida se logrará cambiar los hábitos de movilidad de los ciudadanos. La educación y la concienciación son elementos clave para el éxito de esta medida; sin embargo, la falta de infraestructura adecuada y opciones de transporte público eficientes podría frustrar este esfuerzo prometedor. Si no se acompaña de un plan integral que favorezca alternativas sostenibles, la ordenanza podría ser vista como un mero baldío regulatorio sin impacto real en la calidad de vida de los torremolinenses.
Asimismo, la propuesta sugiere un importante cambio de paradigma hacia un modelo urbano que prioriza la salud pública y el medio ambiente, lo cual es admirable. Sin embargo, se necesita más que buenas intenciones para garantizar que la ZBE sea efectiva. La implementación de un período de gracia hasta enero de 2025 es, sin duda, una medida que ayudará a suavizar la transición, pero también puede dar a los ciudadanos una falsa sensación de que las cosas no cambiarán. La comuna debe asegurarse de que la participación ciudadana en la fase de alegaciones sea genuina y no solo un trámite formal, ya que hay que fomentar un auténtico compromiso colectivo con el futuro sostenible de Torremolinos. Solo así podremos avanzar hacia un futuro donde la movilidad sostenible no solo sea un objetivo, sino una realidad palpable para todos.
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