Este lunes, Málaga celebró un hito significativo en la historia de la construcción con la presentación del libro «Sando, 50 años construyendo futuro», que narra la trayectoria de Construcciones Sánchez Domínguez, conocida como Sando. La obra, escrita por el periodista Pedro Luis Gómez, recopila las voces de cerca de un centenar de profesionales que han sido parte fundamental del crecimiento de esta emblemática empresa, que comenzó en 1974 con un humilde motocarro y hoy cuenta con más de 2.300 trabajadores.
La historia de José Luis Sánchez Domínguez, fundador de Sando, es un ejemplo de perseverancia y visión empresarial. Desde sus primeras etapas como transportista hasta la formación de una corporación internacional, su legado ha sido narrado por su hijo, Luis Sánchez Manzano, actual presidente ejecutivo. «Mi padre comenzó su andadura a los 20 años, enfrentando innumerables desafíos y sacrificios», recordó Luis durante el evento, destacando el espíritu de superación que ha caracterizado a la compañía en cada paso de su evolución.
A lo largo de las décadas, Sando ha sido pieza clave en la infraestructura de Málaga y más allá, especializándose en sectores como el ciclo integral del agua, la edificación sostenible y la gestión de residuos. Este enfoque en la diversificación ha permitido que la empresa participe en proyectos emblemáticos, como la construcción de aeropuertos, líneas de metro y el desarrollo de autovías, coadyuvando al progreso económico y social de distintas regiones en España y en países como Marruecos y Colombia.
Durante la presentación, el presidente de la Diputación Provincial, Francisco Salado, expresó su satisfacción como cliente de Sando y su admiración por la calidad de las obras realizadas, especialmente el impacto del Caminito del Rey, que ha transformado el turismo en la provincia. «Sando es un símbolo de cómo Málaga ha sabido reinventarse», afirmó, subrayando la adaptabilidad de la empresa a los nuevos tiempos y tecnologías.
Por su parte, Carolina España, consejera de Economía de la Junta de Andalucía, alabó la fortaleza y el compromiso de la familia que dirige Sando, citando a trabajadores que han compartido sus experiencias en el libro. «Sando no solo construye infraestructuras, sino que también edifica un futuro mejor para todos», manifestó, reconociendo la labor social que la empresa ha desarrollado a lo largo de sus años de existencia.
Este evento no solo ha celebrado un aniversario empresarial, sino que también ha puesto de relieve la capacidad de las empresas malagueñas para adaptarse y contribuir al tejido social y económico de la región. Con una mirada puesta en el futuro y el legado de su fundador, Sando continúa su ruta, construyendo no solo edificios, sino también sueños y oportunidades para las generaciones venideras.
La celebración de los 50 años de Sando es, sin duda, un momento para reflexionar sobre la evolución del sector de la construcción en Málaga y el impacto que ha tenido esta empresa en la infraestructura local. Sin embargo, tras la euforia del evento y los loables logros de la compañía, es crucial preguntarnos sobre la sostenibilidad y responsabilidad social de sus proyectos. En un contexto donde la construcción a menudo es sinónimo de especulación y daño ambiental, es fundamental que empresas como Sando no solo se enfoquen en el crecimiento económico, sino que también adopten un compromiso genuino con prácticas más ecológicas y socialmente responsables. La adaptación a las nuevas tecnologías y un enfoque en la edificación sostenible son pasos necesarios, pero deben ir acompañados de una reflexión profunda sobre las consecuencias de la urbanización desmedida.
Por otro lado, aunque se elogie el legado de perseverancia y éxito del fundador José Luis Sánchez Domínguez, no podemos olvidar que el verdadero progreso se mide por el bienestar de la comunidad y la calidad de vida de sus habitantes. El desarrollo económico a menudo ha llegado de la mano de decisiones que han alterado el entorno natural y han desplazado a comunidades. Espero que la celebración de este aniversario no solo sirva para recordar logros del pasado, sino para impulsar un cambio real que priorice el respeto por el entorno y la inversión en el capital humano de la región. Solo así Sando podrá cimentar un legado que realmente refleje el futuro luminoso que pregonan sus directivos.
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