El último pleno del Ayuntamiento de Málaga se convirtió en un escenario de tensiones y desacuerdos en torno a la ubicación del famoso Festival de las Linternas, que este año se ha instalado en el Parque del Oeste. El alcalde, Paco de la Torre, ante las demandas de la oposición, especialmente del PSOE y de Con Málaga, abrió la puerta a la posibilidad de reubicar el festival, aunque aclaró que se tomarían decisiones basadas en la opinión de los vecinos. “Se va a sondear y ver cuál es la reacción global”, declaró el regidor, dejando entrever que no habrá cambios si hay oposición.
Durante la sesión, un grupo de vecinos tomó la palabra para expresar su malestar por la situación creada por la instalación del evento. Utilizando expresiones conmovedoras, denunciarons lo que llamaron el «muro de la vergüenza», levantado por la empresa Iluminaciones Ximénez, advirtiendo sobre el impacto negativo que esta situación ha tenido en su calidad de vida y en el uso diario del parque. La intervención de Natividad, Antonio, Rocío y Laura puso de manifiesto un profundo descontento: “Han priorizado el lucro de una empresa sobre el bienestar de los ciudadanos”, denunciaron, exigiendo una reconsideración del uso del espacio público.
La concejala de Fiestas, Teresa Porras, reafirmó el compromiso del Ayuntamiento de dialogar con los colectivos vecinales para decidir sobre el futuro del festival en el Parque del Oeste. Sin embargo, las demandas de la oposición, que incluían la rescisión del contrato con la empresa encargada del evento, no encontraron respaldo en el equipo de gobierno del PP. El ambiente se tensó cuando la concejala socialista, Begoña Medina, acusó a su colega de faltar al respeto a los vecinos, provocando un cruce de palabras que evidenció la fragilidad del debate político y la polarización en torno al caso.
El debate incierto acerca del canon que se paga por el uso del parque también fue objeto de discusión. Los opositores cuestionaron la cifra de 1.000.000 de euros que la empresa destina al Ayuntamiento, sugiriendo que este importe debería ser superior y reflejar de manera más justa el valor del espacio ocupado. De la Torre, no obstante, reconoció la posibilidad de revisar esta cifra en futuras ediciones del festival, lo que podría resultar en una mayor inversión en mejoras para el parque.
Mientras la oposición no logró avanzar en sus propuestas, el alcalde de Málaga reiteró su disposición a dialogar y a considerar la opinión de los vecinos en la planificación de eventos que afectan su espacio y su calidad de vida. “Lo que se haga será de acuerdo con los vecinos”, afirmó de la Torre, dejando abierta la puerta a un proceso participativo que podría cambiar la dinámica del festival en años venideros.
El desenlace de esta controversia pone de manifiesto la necesidad de encontrar un equilibrio entre el interés comercial y las necesidades de la comunidad. A medida que los malagueños siguen expresando sus inquietudes, el futuro del Festival de las Linternas queda en el aire, pero un elemento es claro: la voz de los ciudadanos sigue siendo un factor determinante en la toma de decisiones de su municipio.
La controversia en torno al Festival de las Linternas en Málaga revela una profunda desconexión entre el Ayuntamiento y los ciudadanos que realmente habitan y disfrutan de los espacios públicos. Es inaceptable que una decisión de tal magnitud se tome sin una verdadera consulta a los moradores del Parque del Oeste, quienes han expresado su descontento ante lo que consideran una priorización del lucro empresarial sobre su calidad de vida. La imagen del «muro de la vergüenza» levantado por la empresa responsable del evento es un símbolo potente de cómo los intereses comerciales pueden invadir el espacio público, y la actitud del alcalde, Paco de la Torre, al dejar la puerta abierta a cambios solo si hay oposición, no refleja una verdadera voluntad de compromiso con la comunidad.
Además, queda claro que el debate acerca del canon de 1.000.000 de euros, que supuestamente va destinado a mejorar el parque, sugiere un enfoque deficiente por parte de los responsables municipales. La falta de apoyo a propuestas de la oposición para rescindir el contrato con la empresa organizadora del festival y la tensión en el pleno solo acentúan la polarización política en este asunto. Necesitamos un gobierno que escuche realmente a sus ciudadanos y que busque un equilibrio entre el interés comercial y el bienestar comunitario. La situación actual requiere un diálogo genuino y un compromiso claro hacia los vecinos, en lugar de una simple retórica que más parece un intento de apaciguar sin actuar.
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